Anoche soñé que ocupaba un puesto de gran responsabilidad. Creo que era Presidente de la Unión Europea o algo así (la vaguedad del mundo de los sueños). Cuestión que organicé una fiesta en mi residencia y vino el Papa Francisco. Me esquivó durante toda la velada y me puso caras de ojete peores que las que le regaló a Macri. No le gustó a Su Santidad mi discurso antipobrista. Y bueno, como católico, me afligí por la mirada dura de mi líder espiritual. Así que fui a hablar con otro sacerdote invitado al evento. Se había sentado cerca de la entrada, casi a modo de confesionario. Sentí la necesidad de confesarme para recibir la absolución. A sabiendas de que alguien iba a oír mi confesión, además del cura, y que tomaría nota para usar mis pecados en mi contra, hablé de mis debilidades como si fuera una entrevista de trabajo: puro cliché. ¿Quién se manda en cana solo cuando quiere entrar a un laburo? "Padre, soy muy perfeccionista en el cargo que ocupo, me esfuerzo por demás y me he vuelto muy obsesivo". Propaganda para que la difunda gratis el espía que eventualmente pudo circular alrededor del pecador y el hombre de Dios. No recuerdo qué penitencia recibí. Quizás ninguna. Ya ser un estadista implica un gran peso. Y bastante castigo ligué al no haber podido llevarme una foto con Bergoglio...
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