El peso es una moneda repudiada, igual que el hombre feo, sucio y malo que pulula por las redes sociales. El peso es la mancha que todos nos sacamos de encima, lo que aumenta su velocidad de circulación. Del mismo modo, son rebotados los chabones gomosos, que una y otra vez arrementen a mansalva con sus "hola", sin importar que se trate de menores de edad, casadas o personas que no desean ser acosadas (nadie lo desea, en verdad). No es que sube el dólar, sino que desciende el valor de los pesos al haber tantos de ellos. De igual manera, las mujeres no se agrandan, sino que los hombres se degradan. Cae la demanda de dinero al carecer nuestro peso de la cualidad de ser reserva de valor. Cae la demanda de tipejos, por la sobreoferta de estos. He escuchado a algunos economistas decir que, si dividiéramos nuestra base monetaria por nuestras reservas en dólares, obtendríamos un tipo de cambio superior a los 1400 pesos por dólar. Más allá de si la cifra responde a la realidad o no, quería que observaran las diferencias de magnitudes. En idéntico sentido, puedo decir que, si dividiéramos la cantidad de pajeros por chica, daría una ratio de 150 de ellos por cada una de ellas (consultar en privado sobre el método estadístico empleado). Otra cosita: muchas veces, ante un exceso de dinero en el mercado, el BCRA tiende a usar instrumentos de esterilización. Ahora bien, a los chabones circulantes y sobrantes no hace falta esterilizarlos porque ellas no los desean. Sirven, como la moneda argentina, de medios de pagos: vecino que hace favores, amigacho virgacho paninini, levantaegos friendzoneado, etcétera. Ninguna tipita ahorraría en sopes porque sabe bien que el que apuesta a él, pierde. Ninguna tipa se quedaría con un pesadito de Facebook, Instagram o WhatsApp porque se sabe muy bien de la tendencia que tienen estos sujetos a devaluarse, peor que el bolívar venezolano...
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