Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

domingo, 30 de marzo de 2014

Sueños locos XX (La Colo)

 







     
          He llegado al volumen XX de mis Sueños locos. Es cierto que tengo otras historias inspiradas en sueños y que no figuran bajo esta categoría pero bueno. Ya habrá ocasión de editar un libro y colocar apéndices. Dejando a un lado las cuestiones formales, paso a contar qué les traigo hoy. Bueno, soñé con algo que quizás me toque vivir o quizás no. Es todo un tema trascendente...
      Empiezo: vi a una hermosa niñita pelirroja. No tendría más de siete u ocho años. Era delgadita, pecosa y de ojos marrones. Una belleza. Estaba vestidita de blanco como un angelito. ¿Dónde podía estar? Sí, adivinaron; estaba en una iglesia, como no podía ser de otra manera. El templo era solitario, tranquilo, silencioso y lucía de un color  dorado por el fuego de los muchos altares y de las muchas capillas laterales. Casi no había gente. Oro, oro y plata. Brillo y solemnidad. Silencio, oración y recogimiento. Casi no se veía el altar central. Se podía decir que el nártex se prolongaba hasta el comienzo de la nave central. Mejor dicho, era casi imposible pasar de ahí. Apenas uno ingresaba a esa casa del Señor y ya se veían los confesionarios. Toda una invitación a la Penitencia. Tal vez era una basílica consagrada al Sacramento de la Reconciliación. Catolicismo eterno. En las iglesias de ahora la gente va derecho a comulgar como si fuera a la caja del supermercado o al mostrador de un negocio cualquiera. Se pasa del mundo a Dios en menos de un minuto. Una locura. Es verdad que yo soy el más pecador de todos los hombres y que merezco la condenación eterna pero tengo un marcado sentido de la piedad. Y esto no lo digo con jactancia. Es que las letras me hicieron ver la vida de otra forma. No tiene explicación el pasar de la calle a la Eucaristía sin purificación alguna. No hablo solamente de sacrilegio sino de cordura. ¿Acaso ustedes van sucios a visitar a sus madres, novias, amigos o hermanos? Creo que todo lo bueno se tiene que hacer desear, todo lo bueno tiene que demorar. Es insania ir del bullicio de las grandes urbes al corazón de Aquél que murió por nosotros en la cruz. Por eso digo que los lugares de culto deberían estar vedados a turistas japoneses que impíamente se sacan fotografías sin pensar en los que oran cuan monjes medievales en un rincón bajo el bello amor de un vitreaux. Lo mismo aquellas malditas viejas que van a molestar a los penitentes meditabundos con sus conversas de cotorras que no tienen dinero para ir a la peluquería. Cada vez me convenzo más de que el mundo católico debe volver al esplendor y señorío romano, a esa impronta aristocrática y magnifica de sacerdotes predicando en latín, feligreses de traje e irlandeses luchando contra los protestantes del demonio. Digresión aparte, tengo que decir todo esto para aliviar mi conciencia, paso a transcribir los diálogos con mi amiguita soñada, esa que me mandó el Cielo para que reflexione:

- ¿Quién sos vos? - Pregunté yo.
- Yo soy una colo porque tengo el pelo color zanahoria.-
- Más bien diría yo que es color "tomate". -
- Sí, todos me cargan por ser colorada. Nadie me quiere. -
- Mal por tus compañeritos. -

        ¡Pobrecita! Le colgaban dos lagrimitas de los ojos color Coca Cola a esa criatura de Dios. Estaba triste y me daba cosa no consolarla. No digo que con 25 años esté en edad de ser padre de una niñita de siete u ocho aunque ahora está de moda la paternidad precoz. Sin entrar en detalles sobre la gente de clase baja, que suele adelantarse en los acontecimientos más importantes de la existencia, puedo decir que siento piedad por los niños y mucho amor. Tal es así que tengo amigos en Lugano que cometieron la irresponsabilidad de escribir a París antes de casarse y bueno, hago las veces de padrino o tío postizo (los hijos de nuestras amistades son, de alguna manera u otra, sobrinitos). Quiero decir que uno siente instinto paternal a pesar de ser un joven estudiante universitario. Y nada, hablé con la simpática cosita que estaba ahí. Era la ternura personificada, la edad de la inocencia en un rostro perfecto y blanco como las nubes del cielo. Lo que no me explico es por qué no estaba con sus papás o sus hermanos mayores. Igual no parecía pobre. Más bien daba la impresión de ser una chiquita de buena cuna. No sé dónde estaba esa iglesia pero no era en las afueras de la ciudad. Yo presiento que estábamos en un buen sitio de Buenos Aires. Había aire de lluvia, aire húmedo, olor a mi urbe natal. ¿Cómo explicar ese olorcito que se desprende de los arboles y sus raíces terrosas luego del paso de la tormenta? ¡Es tan refrescante el grito de la tempestad en la tarde! Todo se perfuma de magia, de paz, de esperanza y de ilusión; ilusión de encontrar una mañana mejor, más calma, más perfecta, más tranquila y más mía. No puedo decir que conozca otras ciudades del globo pero este es el lugar donde todo puede suceder, donde todo está por suceder. No existen imposibles en "La Reina del Plata". No. Los sueños se hacen realidad en el momento menos esperado. El Río de la Plata tiene la característica de conservar el toque provinciano y autóctono del barro mezclado con la fragancia del encanto burgués, cosmopolita e idiota. Hay en el ambiente sudor de tigres pueblerinos de tierra adentro y damitas francesas de más allá del océano. A veces no entiendo por qué es todo tan maravilloso en esta porción de Sudamérica.
        Mientras hablábamos con la pecosa, mirábamos atentos un altar de oro puro con imágenes talladas en plata y telas blancas de lino resplandeciente. No puedo decir qué santo nos miraba desde arriba pero todos los santos son santos porque son de Dios. En eso me di vuelta y vi a un sacerdote negro que me llamó con su brillante sonrisa de marfil desde un confesionario. Yo le devolví el gesto mostrándole una mueca de alegría y agradecimiento por querer aliviarme de las cargas de mis faltas. Sin embargo, me pareció mejor que fuera primero la chiquita, ella necesitaba más que yo de una palabra de aliento. ¿Qué culpa tenía la pobrecita de haber nacido tan hermosa, con una belleza nunca antes vista? ¿Por qué se burlaban sus compañeritos del color de sus cabellos? ¡Y eso que en la Argentina hay gente de todos los colores! No es que hablamos de un país homogéneo donde aparece alguien totalmente ajeno a las etnias mayoritarias. Ahora, me llamó la atención el cura moreno: yo siempre digo que en los Últimos Tiempos los africanos van a ser los protagonistas principales de la vida de la Iglesia Católica. Sí, los así llamados "pueblos sin historia" por Hegel, escribirán las últimas páginas del libro viviente del Pueblo de Dios. Hoy la Europa toda agoniza en su vejez cobarde e inmoral al tiempo que surgen en África y en América nuevas generaciones dispuestas a conquistar todo el Orbe para el Señor. Lo importante es sumar a la nacionalidad continental, la Hispanidad, y acabar con la hegemonía de Estados Unidos en lo que el Tío Sam considera "su patio trasero"(el trasero le patearemos a los malditos gringos del demonio).  Pero bueno, al rato me levanté y me di cuenta de que algún día yo puedo ser papá de una niña o de varias. Dios sabrá si me dará la mujer que me ame y que yo ame. Hoy me dedico a estudiar y escribir textos como este, que quizás puedan llegar a ser premonitorios...

       Cumplimiento de ciertas premoniciones (la niña siria):
         El otro día, días antes del sueño que les conté, tuve una experiencia que pudo haber motivado aquello que vi de la niña pelirroja: estaba con dos amigos de patrulla por la ciudad. Sí, yo soy parte de un comando suicida dispuesto a dar la vida por sus creencias. Somos verdaderos integristas, integristas católicos. En nuestra patrulla perdida somos tres: un franquista de camisa azul, un piadoso fraile franciscano y este humilde servidor. Y bien, pasó que vimos Buenos Aires empapelada de afiches contrarios al héroe que gobierna Siria y que lucha contra los poderes de la usura internacional sionista. Yo sabía bien que esos panfletos incendiarios fueron puestos por la izquierda al servicio del MOSSAD, que quiere matar a Bashar Al Assad. Sin embargo, el hombre engominado de la camisa azul, ese que parece un colectivero de la línea 53, no tuvo mejor idea que ir a preguntarle a los musulmanes por esta propaganda. Así fue que nos dirigimos a un cuartel de los islamistas en algún lugar de nuestra geografía.
       Llegamos al templo de la medialuna y estaban los moros rezando sin zapatos en una alfombrita que mira a La Meca. Nos recibió una niña llamada Rocío. Tenía siete u ocho años, justamente como la niñita de mi sueño. Era delgada, blanca, de pelo marrón y ojitos marrón claros. Muy bonita. Es cierto que no estaba bien vestida por lo que se puede esperar de un oriental lleno de dinero por las regalías del petróleo pero bueno. Acá un comentario respecto a esta actividad contrarrevolucionaria: "Con los valientes camaradas Francisco y Alan fuimos a combatir a los musulmanes en una nueva Cruzada. Los muy cobardes se quedaron diciendo sus herejías, mientras dejaban su fortaleza al cuidado de una menor de 8 años, de nombre Rocío, que –muy astuta ella- intentó en vano convertirnos al islam con su gran simpatía y poliglotía. ¡Bravo por mis camaradas que –en Cuaresma- resistieron la tentación de transformarse en unos sucios mahometanos patasucias!" Y sí, la niña dijo que tiene un abuelo sirio y habló algunas palabritas en árabe con uno de mis amigos. Una dulce princesita árabe. Lamento con el corazón que no sea cristiana pero bueno. Era un prodigio esa gurrumina. Muy inteligente. Nos contó que los varones rezan en el piso de abajo y las mujeres hacen lo propio en el piso de arriba. Parecía una recepcionista experimentada por su manera de hablar. Luego de charlar un rato con esa simpática argentinita de ascendencia siria, se acercó un muchacho de cabellos castaño claro y barba rubia y nos dijo que ellos no le dan importancia a la política sino a la religión. Luego felicitamos a ese hombrecito joven por la "secretaria" que tiene. Muy buena onda  "nuestros hermanos en Abraham".
        Yo creo que todos los hombres de este mundo deben convertirse al Catolicismo. Sin embargo, reconozco que hay un islam positivo encarnado en la minoría chiita, esa a la cual pertenecen Siria, justamente, e Irán. Los sunitas, con Turquía y Arabia Saudita a la cabeza, son los enemigos máximos de la Cristiandad en el mundo islámico. A esas dos potencias habría que declararles la guerra. Obviamente que hubo algún que otro sunita de feliz memoria como el gran Saddam Hussein pero por regla general son adversarios de nuestra fe. Pero bueno, lo cierto es que yo me dije a mí mismo que si hubieran Rocíos católicas, de seguro no existían ateos en el mundo. El Reino de Dios es de los niños. De ahí mi sueño. Pero hay otra parte que debo contarles...

      Cumplimiento de ciertas premoniciones II (el sacerdote negro):
       En una aristocrática y bella parroquia ubicada en una avenida de Buenos Aires se ordenó un sacerdote de la India. ¿Cómo era ese joven? Sí, era negrito. Hay gente de tez oscura en ese subcontinente muy variado en etnias, lenguas y credos. Y sí, se cumplió lo del cura negro que conté en el sueño de la niñita pelirroja. Es cierto que no era africano pero ese hombre vino de muy lejos, de un lugar donde el Catolicismo prácticamente no existe. Algo muy bueno. Son noticias que vivifican el espíritu. Pero esto no es todo: resulta que un niñito de rulitos oscuros, tez trigueña y ojitos marrones, un angelito de cuatro añitos o tres, me trajo un papel con un mensaje de la Virgen emitido en Medjugorje. Yo soy muy cauto en materia de revelaciones privadas pero la verdad es que el texto no es para nada contrario a las enseñanzas de la Iglesia. Además, los niños son puro amor y de ellos vienen cosas muy buenas y excelentes augurios. Es algo muy bueno cuando un niño te elige. Es más, un amigo que estaba conmigo me comentó que él también recibió un volantito porque le pidió a Dios que el niñito se acuerde de él. Divina la criaturita. Como un Dieguito Maradona en sus años de infancia, cuando era un pibe lleno de sueños e inocencia futbolera de barrio. Bueno, transcribo lo que dijo Nuestra Señora Reina de la Paz el día 2 de enero de este año del Señor 2014:

             “Queridos hijos, para poder ser mis apóstoles y ayudar a todos  aquellos que están en la oscuridad, a que conozcan la luz del amor de Mi Hijo, deben tener el corazón puro y humilde. No pueden ayudar a que Mi Hijo nazca y reine en los corazones de aquellos que no lo conocen, si Él no reina  -si no es Rey- en vuestro corazón. Yo estoy con ustedes. Camino con ustedes como madre. Llamo a sus corazones, que no se pueden abrir porque no son humildes. Yo oro, pero también oren ustedes, amados hijos míos, para que puedan abrir a Mi Hijo un corazón puro y humilde, y recibir los dones que les ha prometido.  Entonces serán guiados por el amor y por la fuerza de Mi Hijo. Entonces serán mis apóstoles, que difunden los frutos del amor de Dios por todas partes. Desde ustedes y por medio de ustedes, obrará Mi Hijo, porque serán uno con Él. Esto es lo que anhela Mi Corazón materno: la unión de todos mis hijos en Mi Hijo. Con gran amor bendigo y oro por los elegidos de Mi Hijo, por vuestros pastores. ¡Les agradezco!”

         Luego hay otro mensaje más pero del día 25 de enero:

      “Queridos hijos! Oren, oren, oren para que el reflejo de su oración influya en las personas que encuentren. Pongan en sus familias la Sagrada Escritura en un lugar visible y léanla para que esas palabras de paz fluyan en sus corazones. Oro con ustedes y por ustedes, hijitos, para que día tras día estén aún más abiertos a la voluntad de Dios. Gracias por haber respondido a mi llamado.”

        Yo no soy teólogo y no es mi función hablar sobre las revelaciones privadas. Sin embargo, con mi modesto y humilde entendimiento, considero que estas palabras en nada contradicen las enseñanzas de la Iglesia, el Magisterio y la Tradición. Por el contrario, creo que estos mensajes son muy piadosos. En fin. Yo hago literatura y cuento algunos sucesos extraordinarios que me toca vivir. Lo demás, los comentarios eruditos y el discernimiento en materia religiosa, se lo dejo a los que saben. Yo sólo sé que en un rato empieza el Superclásico con un River que necesita ganar sí o sí y con un Boca que lo único que sabe es colgarse del travesaño...

jueves, 27 de marzo de 2014

Sueños locos XIX (La muerte en prisión)

 




     
       La otra vez me soñé en prisión. Bah, más que prisión era un campo de concentración que de campo tenía poco: imaginen un edificio bien cerrado con pequeñas celdas cuadradas. Dos metros por dos metros. Pura asfixia. Yo estaba vestido de amarillo y con el pelo bien cortito. Casi no podía salir de mi cubo de castigo, ahí donde iba a terminar mis días. Preso político, por supuesto. Sin ventanas, sin amigos, sin familia, sin capilla ni iglesia. Sin nada. Condenado a perecer ahí adentro. Pudrirse en la cárcel, literalmente. ¿Cuál es el objetivo de encerrar a un tipo en una jaula? ¿Castigarlo? ¿No es bastante castigo el haber nacido pobre, el no haber recibido amor, como para luego tener que padecer por culpa de la Justicia y las leyes del Estado presionado por el vulgo que pide "¡justicia"!, "¡justicia!"? ¿O es que aíslan a los criminales por temor a que vuelvan a incurrir en las mismas faltas que los condujeron al agujero? Veo que se aparta a la victima para que la sociedad no vea el fruto de sus hijos bastardos, sus huérfanos golpeados, humillados y perseguidos por ser indigentes, sucios e inmorales. Se sacrifica al perrito que muerde...

      ¿Qué hice yo para estar ahí? Quizás ser yo sea un crimen imperdonable para los que me pusieron en esa caja gigante llena de compartimentos y subdivisiones laberínticas. Traten de ver un monstruo de concreto alto como el mismo cielo: hasta ahí llegaba ese cubo eterno, geometría de la aberración humana. Una ciudad de tipos condenados, un anticipo del infierno. ¿Por qué? No lo sé. Pero yo estaba metido ahí sin poder salir. Siempre mirando la pared en blanco. No se podía leer. No. No había música, TV, internet, patio, gimnasio, sala de visitas, comedor o algún tipo de comodidad. Sólo pasillos y celdas donde dormir todo el día sin cesar. A lo sumo se podía vagar sin rumbo en medio de esas baldosas amarillas, que siempre volvían a sí mismas. No había salida. Siempre amarillo, amarillo, y luces blancas en el techo, bien blancas. La luz del sol no pasaba. Era siempre de noche ahí adentro. Uno no sabía si afuera era verano o primavera o si llovía o hacía calor o si era de día. No se sabía, no se sabía. Lo único bueno de ese antro era el aire acondicionado: constantemente estaba fresco. Es cierto que a veces sentía frío y no me permitían ponerme abrigo alguno pero peor es padecer el calor de algún presidio africano. Bien, ahí estaba, donde no existe el tiempo, ni los días ni la noche ni los años. Sólo la nada.

       Dicen que el infierno es la privación de la vista de Dios. Y sí, el castigo no es estar encerrado con fieras y con negros africanos hambrientos sino estar lejos del sol, de su luz y su calor. Eso es el infierno. Hubiera preferido estar en la cárcel de Devoto con amantes de la pachanga y la rumba y no ahí solo como un perro abandonado en medianoche de invierno. ¿Se imaginan lo que es estar aislado del tiempo, de los amigos y de la familia? ¿Se imaginan lo que es que te prohíban leer, rezar, hacer deportes y escuchar música? ¿Se imaginan lo que es estar condenado al silencio? Ni una palabra, no. Prohibido hablar, prohibido mirar a los ojos a los otros reclusos. Sólo vagar como almas en pena con la vista puesta en el suelo y con el alma sedienta de cielo y besos y perfumes y rosas y... penumbras con los ojos bien abiertos, pesadilla del que sueña despierto. Tal vez no exista peor dolor que padecerse a uno mismo por toda la eternidad. Los pensamientos propios necesitan exteriorizarse para que la mente no caiga por el peso de la locura. ¿Se pueden imaginar lo que es el aburrimiento perpetuo? Es fuerte lo que voy a decir pero me parece mejor ser fusilado o ahorcado antes que estar siempre en la desesperación. Dando vueltas todo el tiempo no se llega a ningún lado. Es verdad que la esperanza es lo último que se pierde y que todo recluso conserva una llamita de ilusión en el fondo de su corazón pero se hace difícil mantener ese fueguito en el tiempo al ver que nadie se ido de esta espera. Si ninguno ha salido en libertad, ¿por qué habría de ser yo el elegido?

     La rutina llevada al cuadrado, al cubo, al todo. Todos los días la misma comida. Por una puertita me pasaban el platito con eso que ni sé qué era. Eso y algunas pastillitas y un vaso de agua. El resto del día era llorar. ¿Los guardias? No estaban en contacto con los reclusos. Habían cámaras y eso era todo lo necesario, el ojo electrónico que todo lo ve. ¿Peleas con otros presos? Casi nunca. Los que se peleaban eran sacados de ahí inmediatamente pero el resto de la población carcelaria debía tirarse al piso y no mirar a la cara a los antimotines so pena de muerte. Es decir, nunca se veía al personal del Servicio Penitenciario. Ellos pasaban al pabellón en caso de extrema urgencia: tomaban a los revoltosos y los trasladaban vaya uno a saber dónde. Tal vez los mataban. Pero creo que ahí no había pena de muerte. La muerte era vivir esa vida hasta la muerte. ¿Cómo es que pude conservarme en esa tumba del infierno durante tanto tiempo? Por los recuerdos. Confieso que he vivido lo suficiente en mis cortos años como para entretenerme en dos o tres vidas. Bueno, también albergaba en lo más recóndito de mi corazoncito el sueño de escapar. Y hablando de sueños, ahí se soñaba mucho o, al menos eso se intentaba. La vigilia era un estado calamitoso, ¿para qué estar despierto entonces? Mejor dormir y dejar que la existencia se escape entre la almohada.

        No sé cómo pero una vez los presos se trenzaron en una trifulca inolvidable: comenzaron a llover las piñas y las patadas en un verdadero temporal de furia. Vi entonces a los guardias entrar. Eran tipos normales. Parecían guardias de seguridad privada. Ni siquiera estaban armados y ni cascos tenían. Eran unos rubiecitos muy flacos. Es cierto que me comieron con la mirada cuando vieron que yo los estaba mirando pero no me importó nada y corrí desesperadamente buscando el lugar por el cual ellos entraron a esta jungla. Sabía que tenía que llegar a su búnker. A los pocos metros de corrida vi una puerta secreta que emergía de la pared amarilla como las fauces de una planta carnívora que se abren en el momento exacto: nadie sabía que ahí había una salida. Solamente los vigilantes conocían al detalle esa fortaleza. Es más, yo no recuerdo cómo llegué ahí, ni por qué, ni el día en que me llevaron. Sólo sé que una vez desperté y me vi vagando entre ese mar de almas muertas en una procesión sin piedad ni fe. Bien, entré a un pasillos estrecho recubierto de metal y fui a parar a una sala de control y monitoreo: no había nadie, los guardianes se encontraban dándole palos a los míos. Así que bajé una palanca roja que a su vez me abrió otra puerta. Yo no podía ver qué había del otro lado. Tuve que juntar coraje y pasar. Y me pasó que pasé para el otro lado de la peor manera: caí a un precipicio negro cuyo fin no era el suelo sino un foso lleno de agua. Sí, caí al agua y pude descubrir que esa cárcel era una caja cubierta por otra caja. Si no no se explica cómo no se podía ver el cielo ni nada. Negro, todo negro. Y sentía el agua fría congelando mi cuerpo.

             De repente se prendió una linterna en ese lugar desde el cual me arrojé. Vi a un tipo con una ametralladora que comenzó a dispararme. Me di vuelta e intenté ver campo, desierto, ciudad, ruta o algo pero no se veía absolutamente nada fuera de la luz que me apuntaba junto al arma. Era obvio que estaba encerrado nuevamente. Sí, un encierro dentro de otro. Tal vez si salía de ahí de alguna manera, habría ido a parar a otra cárcel o a la misma cárcel. ¿No habrá sido esta una trampa para ratones fugitivos? Mil cosas se me pasaron por la cabeza. Es verdad que en un primer momento me sentí libre como un animal que vuelve a su lugar pero la silueta del guardián armado me paró el corazón del miedo. Así que intenté sumergirme en esas oscuras aguas pero los tiros me sorprendieron y me agujerearon el pecho. Ahí nada más empecé a sangrar como nunca antes y mi cuerpo se convirtió en una fuente de agua roja y lágrimas tristes. Me despedía de este mundo sin que nadie me dijera adiós. ¿Por qué me disparó ese loco? ¿Por qué no me dejó escapar? ¿Será que si hacía la vista gorda lo mataban? En ese instante de tensión me desperté sobresaltado y vi el frasquito con las balas que me sacaron del cuerpo: mi habitación brillaba con el sol de la mañana... Pero el trauma me acompañaba una vez más. Yo lo hice cuento para intentar olvidarlo. Sin embargo, creo que hay heridas que no cierran nunca, nunca...

viernes, 14 de marzo de 2014

José Bonifacio y Carabobo (o los nuevos narcosatánicos)







         
          El martes caminaba tranquilo por José Bonifacio. Cerca del mediodía. La calle del sol de mi niñez me devolvía los deseos de la nostalgia. Flores colgadas de los árboles me recordaban otras tardes, otros pesares, otras flores. Sola yacía la luz del día en medio de las casas bajas que todavía resisten ante el avance demoledor de los edificios burgueses. La Ciudad se transforma todo el tiempo y uno la contempla con impotencia y desesperación. ¿Qué será de Buenos Aires dentro de veinte años? Ya bastante con que han tirado abajo la casa de mis primeros años de vida. Así es todo. Lo bueno es que pude resolver un trámite en el loquero de la calle Puán: resulta que me saqué diez en el Final de Teoría y Análisis Literario en la Cátedra de Panesi pero no me había inscripto al examen. Un desfasaje nada más ya que figuraba anotado en Pérsico. Así son los sistemas virtuales, no interpretan ni miércoles. La cosa es que me pusieron los papeles al día y me fui muy contento por sacarme una materia tan complicada. De todas formas aprovecho y les digo que Jorge Panesi es un genio. Ah, y el práctico de Ariel Schettini es excelente. Pero bueno, yo tenía que contar una historia sobre mi deambular marginal por ahí...

           La calle José Bonifacio es mágica, creo que es una de las más lindas de Buenos Aires. Y no lo digo porque de chiquito era vecino de dicha arteria. No. Tiene un algo. ¿Alguna vez caminaron desde la zona del Parque Avellaneda hasta la avenida La Plata? Vayan todas esas cuadras bajo los arbolitos y el olor a comida de las casas bajas y luego me dicen qué se siente. Paralela corren las avenidas Alberdi, Directorio y Pedro Goyena pero yo hablo de calles, eso es lo que me importa. Me gusta meterme en los barrios. Yo siempre dije que en los barrios se esconden otros barrios como barros sobrenaturales que hacen pajaritos de colores como un Cristo interpretado por Mahoma. Nada. Yo tengo la costumbre de caminar. Es lo que más me gusta en la vida. Incluso he caminado desde la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA hasta mi casa en el terrible barrio de Lugano 1 y 2. Tengo una obsesión con los paisajes urbanos. Tan trastornado estoy que muchas veces sueño con colectivos y trenes y con maratones nocturnas por lugares peligrosos. Todavía nadie me pudo decir por qué siento así. Y eso que sobran los psicobolches que me critican "con de todo".

          Y bueno, yo siempre le digo a la gente que no juzgue los barrios por sus avenidas. Eso es cosa de pelotudos, paparulos, maracas y tipos sin calle. Es como decir que Flores es una mierda porque la avenida Rivadavia está llena de chorros, bolivianos, paqueros, locos, vagos, borrachos, travestis y putas (esto último en la emblemática Plaza Flores y en la temible calle Yerbal). ¿Pero alguien conoce los hermosos caseríos del sur de Flores? ¿Y las casonas de Flores Norte como yendo para la avenida Gaona, límite con Villa Mitre y Villa Santa Rita? Pocos hicieron estas peregrinaciones para comprobar la paradoja de Zenón: las cuadras son infinitas. ¿O no advirtieron que en cada cuadra de un barrio porteño hay una eternidad, un algo que está ahí y que se extiende sin final? Porque cada vecindario de la ciudad puede ser cercenado por mil subdivisiones y así hasta que no haya mundo. Pero bueno, la onda es no quedarse con comentarios de viejos boludos con cara de dormido y de pendejos pajeros que fueron cagados a palos a la salida de un boliche como "The End" o algún antro semejante de wachiturros y criminales de la movida tropical.

           Vuelvo a José Bonifacio: caminaba yo muy tranquilo mirando las veredas, los arbolitos, las flores, las casas, los negocios, el cielo, el sol, las chicas, los gatos, los coches y todo cuanto había. No sé. Pensaba, como lo pienso siempre, que la entrada de la Facultad de Filosofía y Letras debería estar en la calle Bonifacio y no en Puán. Puán es mala palabra, es sinónimo de bolchevismo, ateísmo, locura, inmoralidad, subversión, mugre, femitrolismo, anarcotortillerismo, aborto y otros males. Si yo fuera decano empezaría por prohibir que fumen en los pasillos de la facu y haría una limpieza general en todos los sentidos. Pero es fundamental habilitar la entrada lateral y eso es lo que quiero destacar. Las calles tienen una carga espiritual. Por ejemplo, la avenida Santa Fe está asociada a los chetos, garcas y oligarcas. Qué sé yo. Hay que hacer cambios en la imagen. Yo he pensado en mi fantasía que se tendría que cambiar de edificio pero bueno, la zona es demasiado bonita por su arboleda y su cercanía con el Parque Chacabuco. Tal vez merezca otra oportunidad pero es urgente acabar con el estereotipo del hippie sucio y porrero que tanto daño nos hace a los estudiantes de humanidades.

           La posta es que llegué adonde quiero llegar: en Carabobo me encontré con tres negrazos imponentes que podrían dejarte impotente con sólo hablarte. Digo, tres machazos sucios y fatales que podrían matarte con sólo mirarte. Eran gigantes, no me alcanzaban mis verdes ojos para ver a estos fieros de negra impronta. Verdaderos salvajes en medio de la civilización. Un asco de tipos. Yo sabía que si cruzaba la avenida, siempre yendo por Bonifacio, ¿por dónde más podría ir?, corría riesgo mi vida y hasta mi virginidad. Estos degenerados suelen sodomizarse los unos a los otros en las cárceles de la Patria. Pero bueno, yo soy valiente pero no boludo: la cosa es que me paré a mitad de cuadra luego de haber dado tres pasos atrás y allí valiente esperé el avance de mi enemigo en clara superioridad numérica. Tenía la esperanza de que se me vengan de a uno para romperle la boca al primero que se me venga. Sepan disculpar el registro y la redundancia pero las expresiones callejeras tienen más potencia que la falsa literatura promocionada por el lobby gay. Bueno, ninguno de estos chacales se me vino con su olor a vino y mariguana. Sólo escuché que uno me dijo "eh amigo, pasá que no te vamo' a hacer nada". Cualquiera que tenga un poquito de lleca sabe que pasar por ahí es la muerte, "puente chino". Esos tres bravos morochones te dejan en pelotas con sólo una pasada. Es cierto que yo sólo llevaba mis libros en la mochila pero no tenía ganas de que estas fieras me rompan todo. Son maestros del mandoble y las piñas traicioneras, esas que te dejan los sesos retumbando terriblemente dentro de las sienes sangrantes en brutal hemorragia.

          Milagrosamente pasó un patrullero de la Federal ahí en José Bonifacio. Yo ya quería irme por Directorio a buscar a algún rati para encanar a estos tres asesinos seriales. Lo malo es que el vigilante motorizado era un indiecito pata sucia vestido de azul: era un morocho con más pinta de chorro que los mismos chorros. Yo no tengo nada en contra de esta gente pero bueno, me gusta ser descriptivo y esto no es ser peyorativo. ¿O tengo que decir que el cobani era un gringo perfumado cuando claramente no lo era? Esto no es discriminar sino jugar con la homosexualidad de lo políticamente correcto. Bien, decía que el efectivo del escudo con el gallito y la trolita del gorro frigio, la frígida masona y su fingida democracia, paró apenas le levanté la mano. "¿Vos querés hacer la denuncia? Son ocho horas de demora. Te tengo que hacer un F-8.". Yo no entendí ni mierda y el astuto policía de rasgos autóctonos me ganó de mano. Le dije que él es la autoridad en la calle, que él tiene que responder. Él se sintió halagado y sonrió con complacencia ante mi humillación. Luego me dijo que me vaya, que se iba a hacer cargo de la situación.

           Finalmente, traicioné mis principios y tomé por avenida Directorio rumbo a Plaza Misericordia. Pude ver a lo lejos que los tres tristes tigres que trituraban trigo en un trigal iban por mí. Se les veía la furia en los ojos. El policía no se los llevó detenidos pero les habrá dicho algo así como "vayan a otra cuadra y luego repartimos". Sí, la policía es cómplice del delito. Los vigilantes son chorros con chapa. Por lo menos los de la Comisaría 38 ubicada en la calle Bonorino entre Bonifacio y Alberdi. ¿Cómo puede ser que a pocas cuadras de la seccional hayan tres vaguitos faloperos cobrándole "peaje" a los transeúntes? Yo vi con mis propios ojitos cómo a una viejita la intimaban con una "mendicidad" subida de tono. Algo así como "me das una monedita para tomar cerveza o te robo directamente". Es obvio que el suboficial de la Federal quiso quedar bien con Dios y con el Diablo. Por eso sacó a los pibes de la esquina pero no los metió en la jaula. Cosa de estar bien con sus "socios" y con este humilde servidor que denuncia aquí todo lo ocurrido.

          Esto que cuento es un hecho puntual. Pero quiero ir un poco más allá: en Flores hay bandas de ladrones que andan por la calle a todas horas extorsionando a peatones y automovilistas. A su vez hacen tareas de inteligencia y marcan casas y puntos susceptibles de ser robados. Estos tipos están todo el día dando vueltas y conocen a todos los vecinos, sus horarios, sus vehículos y sus posesiones. Como cuentan con la complicidad de la Comisaría 38, se mueven de un lado al otro como el agua en el mar: un día rompen las bolas en Carabobo y a la noche se van a rastrear por avenida Nazca o por Rivadavia o las vías. Flores es uno de los barrios más inseguros de la Capital Federal y es un lugar muy grande. Por eso los cacos tienen muchos puntos para ir a atacar. No agotan nunca sus zonas de "trabajo": la basílica San José de Flores, el cine Rivera Indarte, la Plaza Flores, la estación de tren, la avenida Avellaneda, entre otros nombrados anteriormente. Bueno, mi texto quedaría incompleto sino dijera que estos narcosatánicos, sicarios del Diablo, roban, arrebatan, violan y matan para luego ir a comprar pasta base a la Villa 1-11-14, ese cáncer del barrio que nunca nadie quiso extirpar. Ahí están los peruanos genocidas de Sendero Luminoso, que de luminoso no tiene nada, que se dedican a vender falopa para todos. Bien "nacional y popular". No sé. Parece que a nadie le importa que la gente se muera todos los días en las calles. Total, el cementerio de Flores está ahí nomás y no es tanto quilombo ir a enterrar a los fiambres. ¿O será que pretenden que todo Flores sea un gran cementerio? Por algo la policía no hace un carajo excepto rascarse las bolas...

martes, 11 de marzo de 2014

La nueva belleza

     


     
     Quedé fascinado al verla. Alta, voluptuosa, de pechos grandes y apetecibles. Una diosa. Muy delicada ella. Recuerdo que me tomaba las manos cada vez que yo decía algo que le parecía "tierno". Se sonreía y me decía "¡qué divino!" ¡Divina es ella! No puedo parar de pedirle a la vida que me lleve de vuelta ante esos simpáticos y vivos ojitos marrones. Delicia sería para mí estar cerca de esa boca de labios gruesos y dientitos de menta. Perfecta, toda perfecta. Me envolvió en la magia del olvido y el vuelo. No sé cómo decir todo lo que me pasó a su lado. Solamente puedo contarles que conversamos una hora y media sobre todas las cosas. No sé. Fue como si se me hubiera dado todo vuelta en una conversa de esas que se dan en Buenos Aires. La joven hippie me hizo extraviar con las flores que llevaba sobre sus senos increíbles. ¡Flor de hembra! ¡Ay cuándo me dijo que yo tengo lindos ojos! Pura vanidad, pura vanidad. Podría haberle tirado a matar pero amo más el deseo que a la persona deseada, siempre. Y digo que es La nueva belleza porque se llama igual que aquella muñequita que inspiró La canción de la guerra. ¡Ni crean que les voy a decir el nombre! Sepan nada más que Dios existe y que existe también el Diablo, la locura, la insania, el Bien, el Mal y todo cuánto puedan negar los más escépticos. Todo, todo existe y existe siempre...

        Ahora, hay algo que no entiendo, ¿por qué la maldita me hablaba tan cerca que podía sentir su aliento mentolado y su piel perfumada por la elegancia? Alguno dirá que ha querido besarme. No faltará el envidioso que me trate de tarado, que me diga que "dormí". Pero no, no señores. Ella vive con alguien. Se lo pude sacar a puro chiste, a pura charla. Hablábamos sobre el estudio, sobre el futuro, y le dije que lo único importante es no casarse para poder triunfar con cualquier carrera universitaria. Ahí nomás cayó en mi trampa y me confesó que convive con un chico. Está bien, puede que ustedes piensen que quería desvariar conmigo e ir por caminos torcidos. Yo creo que no, definitivamente no. Y no es porque yo sea cándido sino porque realmente ella es inocente de todo aquello que puedan pensar los malintencionados. ¿O cada vez que una mujer habla con un varón es para intimar con él? No seamos como los judíos ortodoxos, los musulmanes o los cristianos más ultra. Y esto no lo digo como crítica a las religiones sino en defensa de la vida porteña. Acá siempre hablaron todos con todos. Si pasó más, bueno, no sé, no puedo juzgar. Pero en pleno siglo XXI y en plena urbe es lo más común del mundo que nos demos a las pláticas interminables y exquisitas. ¿O es pecado tentarse y volar un poco? ¿Qué sería de la vida sin su dulce alienación de mujercitas encantadoras y poetas movedizos?

         Puede que otro objete la situación de ella y que piense en casamientos y eso pero no voy a moralizar sobre una vida que no es la mía. Sólo decirles que me sorprendió cuando me dijo que está viviendo con alguien. Fue algo muy loco. Yo la hago de mi edad pero quizás tenga un poquito más. No lo sé. No se le pregunta a las damas y damitas cuántos años tienen, jamás de los jamases. Antes morir que caer en esa descortesía. Pero bien, pasó que no hizo mella en mí el hecho de que no estuviera sola. Se puede suponer que es frustrante para cualquiera saber que su interlocutora ya tiene dueño pero no. Yo seguí prendido en la parla como si nada. Y no porque yo quisiera raptarla de sí misma, de su vida y de su media naranja. Sólo dejar que las palabras corran. Fue entretenerme y permitir que todo pase como si nada. La hemos pasado tan mal en la vida, ¿por qué habríamos de detenernos a pensar si tiene novio, amante, esposo, concubino o lo que fuere? No hay que pensar, no. Hay que ver, oír y sentir. Nada más. ¿O existe algo mejor que hacer en estos casos? El año 2014 es el año de la nada, de la pavada, del absurdo, del discurso, de la fantasía, del sueño, del amor platónico y de todo cuanto pueda contrariar a los viejos pedantes y liberales que quieren que todo genere ganancia. Pero no me va esa: si el tiempo es plata, hay que gastarlo en ser felices, en reírse, en escribir, en leer, en caminar y en echarse sobre el pasto bajo el sol de la tarde. Nada de dejarse cachar por tronpas y mandones malandrines de mala muerte, no señora...

          Creo que ya lo dije más de una vez: yo mido casi 1,80 cm. No sé con exactitud cuánto mido porque las mediciones varían. Es muy chistoso. Las enfermeras y las médicas se equivocan mucho. Pero unos centímetros de miércoles no cambian nada. No soy un tipo realmente alto pero tampoco soy petiso. Estoy en el medio. La cosa es que la nueva belleza medía casi lo mismo que yo. Y bueno, tenía unas tetas tan grandes que parecía que le iba a explotar el corpiño (si le hubiera explotado el sostén ayer cuando la vi, de seguro que yo habría muerto junto a la mitad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires). Todo esa abundancia de femineidad se hacía más deseable por la onda tranquila de la dueña de semejantes dones: mi damita estaba vestida con una remerita llena de florcitas y llevaba pantalones azules y sandalias marrones. Hablaba despacio, con una sonrisa, y me miraba contenta por debajo del flequillo castaño. No era rubia, gracias a Dios. No era más de lo mismo. Tampoco era la típica morocha argentina de cabello oscuro, ojos pardos, tez trigueña y cola para el infarto. Es cierto que a mí me gustan casi todas las mujeres pero evito las obviedades, los estereotipos, las que son iguales a todas. ¿No sería un cliché ponerme a elogiar ojitos claros y pelito platinado? ¿No sería obvio desgastarme en una masturbación literaria sobre una argenta sensual tipo Ximena Capristo? Creo que las castañas tienen todas las de ganar. Son la Tercera Posición en la mujer: "¡Ni rubia ni morocha: castaña!"

             Entre otras cosas, hablamos sobre la película El mural, que fue trasmitida el domingo por la noche por Canal 13. Muy buena peli. Esto solamente lo menciono para que sepan cómo venía la mano. Para aquel que vio el film, sabrá que deja mucha tela para cortar. En fin. Parece como si todo se mezcla en esta vida: el arte, las musas, los deseos y los silencios ajenos. La nueva belleza me dio un nuevo motivo para escribir. Sí, yo necesito inspirarme en sueños y en damas preciosas para componer mi obrita. De lo contrario prefiero salir a correr o mirar fútbol. Yo hablo de mí, de lo que me pasa, de lo que siento. No me interesa hablar de otra cosa. Me parece que este es el tiempo del sujeto, de la persona. Qué sé yo. Creo que es el momento de la sinceridad y de la espontaneidad, de hacer algo de la nada y de evocar el Romanticismo en medio de la amargura de los viejos vinagres que se pudren a nuestro alrededor. Soy de la convicción que las tetas de mi chica valen más que cualquier otra cosa en el mundo, ¿acaso no han habido hasta guerras por mujeres? Ya que estamos, podríamos ponerle Helena para darle un nombre digno de sí. Y digamos también que debemos ver la vida en colores, nunca en blanco y negro o en rojo como hacen los jovatos, los tontos, los alcohólicos, los depresivos y los melancólicos. A veces siento que es todo tan increíble, tan hermoso. ¿Qué hubiera sido de mí sin ella el día de hoy? Sólo una página en blanco. Pero en medio de las ruinas de Troya apareció la Nueva Helena para alegrarme el día...

jueves, 6 de marzo de 2014

Sueños locos XVIII (Las mil muertes)













     
     Vi lo vil, vi lo ruin. Vi las mil muertes de mi muerte. Vi todo lo que tenía que ver, todo lo que tenía que ser. Hermoso. Pasó y lo cuento hoy. No quise vivir pero tuve que asistir a ese fin brutal. En blanco quedé sentado en ese banco. El mundo se precipitó sobre mi frente. Tuve miedo, mucho miedo. Pánico. Sentí que el corazón podía estallarme de tanta pasión, de tanta locura. Cada vez me siento peor y es por un exceso de juventud que me está consumiendo. Ya no soy yo. Igual prefiero ser un inmaduro y no uno de esos que de tan maduros ya pasan a podridos...

        Levantemos la pelota y busquemos la cabeza de uno que la meta en el fondo de las venas. Digamos lo que hay que decir (hablo con ustedes para que seamos un nosotros y no unos putos otros de los que se excluyen solamente para quejarse como buenos pelotudos que son). Decía que tuve un sueño muy loco, otro más de mis Sueños locos. Tiene que ver con el Oriente, tiene que ver con ser paciente.

        Les cuento para que no se desesperen y no me traten de vueltero ni de cagador de vueltos y otras pavadas: soñé con una china gorda y fea, agresiva ella. Vestida de blanco, una enfermera pero de las malas. Llevaba un látigo con el cual azotaba a un chino condenado a muerte por el asesinato de otro chino (los chinos no son hombres pues tienen mucho de máquina mezclado con algo de animal pese a su antropomorfismo). El tipo humillado, el reo, estaba "de cuatro" en la caja de cargas de una camioneta cuyas puertas traseras estaban abiertas. Ella, la verdugo, la torturadora, se hallaba de pie en el pavimento flotando sobre esos afilados taco aguja. Dando y dando caña a las espaldas del pobre chinito criminal. Sin piedad.

     No piensen que soñé con una china porque me gusten las orientales. En absoluto. Pero sí hay una idea recurrente en mí y que por eso afloró en mi noche muerta: pienso que las mujeres detestan a los hombres, no sienten compasión por ellos. Las policías matan tipos todos los días y sienten placer por ello. Las médicas en las morgues tocan los genitales de los que ellas llaman "fiambres" y gozan con la desgracia ajena ante la mirada pasiva y criminal de funcionarias judiciales. Y las periodistas anuncian los obituarios del hampa con una puta sonrisa frívola en el rostro operado por la Masonería. ¿Por qué será que las féminas suspiran con los gemidos dolientes de los varones?

     Prendan la tele y miren cómo las mujeronas de la policía se llevan a los detenidos de sus casas luego de los allanamientos: observen a esas tipas matar y gritar "manos en alto, hijo de puta". La mujer odia al hombre por naturaleza; ella es un animal de sangre fría, una serpiente que se arrastra sobre su vientre en sábanas de seda. Sólo quiere deleitarse en los billetes, el poder, la fama y la influencia (y ahí nomás podrán ver también a las adictas al morbo clavar sus plumas mediáticas en cualquiera que no cuente con su beneplácito). ¿Otro ejemplo? Las soldado del ejército de Israel o las temibles agentes del MOSSAD. Matan, las perras matan.

     ¿El hombre no mata? El hombre es el macho. El macho es animal. Es un asco reconocer la naturaleza caída del ser humano. Somos hijos de puta desde los tiempos de Adán. Pero Dios quiere otra cosa para las hijas de Eva: quieren que sean buenas, que sean madres, hermanas, novias, esposas, hijas y nietas. ¿Pero qué son hoy? La muerte, la nada, la indiferencia, el desprecio, el odio y las mil pasiones malas o contradictorias (hay días en que las tipas te pegan una puñalada por la espalda pero también hay tardes de miradas heladas y silencios cómplices de desapariciones, apremios ilegales y deportaciones a tierras oscuras, lejanas). Voy a dar dos ejemplos: está la loca que te pega un corchazo por creer que le fuiste infiel. Una asesina, una enferma mental que te quita la vida por celos. Pero también mora en esta patria la atorrantita que firma un papelito que significa tu desgracia más grande (una putita de familia de guita puede ponerle el gancho a la orden de desalojo que te dejará en la calle junto a tus hijos o puede mandarte un telegrama de despido sin sentir cargo de conciencia alguno). Son como esas rameras finas que miran contentas como un negro te caga a palos arriba de un cuadrilátero ficticio. Ellas le gritan al otro "mátalo" y ríen cada vez que te ven caer. ¿Por qué será? No lo sé. Pero veo también a esas profesoras que ponen malas notas a mansalva, esas que salen a comerse a los chicos crudos por temor que ellos se las morfen con ropa y todo. ¿O es que la que se quema con leche ve un pibe y llora? ¿Será este el origen de la afición letal a la tortilla? Y no digan que yo "cosifico al género femenino": si hablamos de cosificar, las lesbo-marxistas freudianas hacen de nuestras compatriotas tijeras que no cortan ni brillan. Puros fierros oxidados y retorcidos, bien retorcidos. Mal de tétanos y tetas no comestibles, tetas llenas de mierda.

     ¿Cuándo siente misericordia la mujer? Cuando el tipo tiene plata. La simonía es moneda corriente en nuestros días. Con la mosca se compra el amor y el respeto. Así ocurre que en los noticieros se muestran a las desconsoladas llorar ante las tumbas de sus maridos empresarios de la falopa: los famosos narco-satánicos colombianos y sicarios diabólicos de los carteles de Cali y Medellín, los renombrados patrones del mal. De todas maneras las desconsoladas  llenan sus agujeros existenciales con consoladores y van a buscar machitos platudos a otros lares de Latinoamierda. ¿O piensan que van a llorar por siempre como las pelotudas de las novelas? La vida es corta, por eso intentan infructuosamente metérsela hasta el fondo del orto. Saben que se acaba rápido, bien rápido. La existencia tiene eyaculación precoz para estas trolas hacedoras de ladrones y genocidas de la blanca flor andina.

     ¿Quieren que cambie de tema? ¿Muy misógino el texto? No me culpen. Estoy como si estuviera borracho. No tomé nada pero estoy tan cansado que escribo estupideces. Es humor negro. Es como hacer chistes sobre un negro al que le explotan las pelotas por culpa de su esposa que le mete los cuernos a más no poder. Pero bueno, puedo hablar también de los chinos. ¿Saben por qué la chinita de mis sueños le daba latigazos y puntapiés al pobre reo de muerte? Bien, resulta que los orientales sienten un profundo desprecio por los demás porque la vida es algo descartable allá en las lejanías del Asia. Muere uno y nacen un millón. No hay diferencias entre unos y otros. Piensen que donde acaba la respiración de un amarillito empieza la nariz de otro y así sucesivamente. El ser no se expande. No hay lugar para la individualidad. Nadie puede estirar las piernas y los brazos, desperezarse del todo, mirar al cielo con alegría y decir "acá estoy yo frente al mundo". Ahí es un todo contra todos. Un pedo de cualquiera y es el fin de una parte de la humanidad del Océano Pacífico. No puede existir Dios allá donde solamente se ven personas y personas que están encerradas entre personas. Mares de gente. Cada cual es una gota de un río de caca como el Ganges de la India. Así es el Extremo Oriente. ¿Xenofobia? No, es la verdad. Y sino miren a los chinos, todos pegaditos entre sí en todos lados, siempre haciendo rancho aparte y peleando contra el resto del mundo.

      ¿Qué fin le puedo dar a esto? Solamente puedo decir que me da asco ver a mujeres torturando hombres como ha pasado en Irak hace algunos años. Y también pienso que no deberían haber tipas en las Fuerzas de Seguridad que se dediquen a humillar varones, a esposarlos y a llevarlos con las caras tapadas delante de las cámaras de la TV. Yo sé bien que las que hacen esas maldades ríen por dentro y en su sadismo le piden a Satán que hayan crímenes por todas partes cosa que ellas tengan carne fresca para castigar y afrentar frente a los ojos electrónicos de la plebe que todo lo quiere ver. Ante tamaña chusma de masónico sanedrín no queda más que exigir silencio y olvido. ¿O alguna me dirá algo concerniente a la "justicia"? Sé que me van a mandar a la mierda pero me importa un huevo: yo le digo que a la mayoría de los hombrecitos victimas de estas estatólatras, o estatrólatras, alguien les robó la infancia, la adolescencia y la juventud. Por eso crecieron estos hampones sin madre, padre, sacerdotes, maestros o amigos. ¿Dónde estaban todos cuando esa criaturita pedía a gritos un poco de amor en medio de la basura y la mendicidad? Resulta que la Argentina se convirtió en el puterío del mundo entero. Todos fornicando como bestias mientras la civilización cristiana se hunde en su ocaso. Pero bueno, el hilo se corta por lo más fino: los diarios muestran las caras de los delincuentes de humilde condición. No tienen abogados que les saquen las papas del fuego. Las mujeres se ríen de los pobres, saben que el que no tiene la billetera grande tiene la pija chica aunque más no sea en un sentido figurado. Del mismo modo que el chabón que la levanta con pala, el que se la toma todo y palo y a la bolsa, ese tiene una poronga grande como el Obelisco por el mero hecho de amasar la capital hasta el infinito y más allá de Puente Alsina...

     En conclusión, las mujeres no eligen a sus novios por amor sino por la billetera. Las muy bestias quieren que los machos se maten los unos a los otros por ellas. Se alimentan de la sangre de los vencidos y los escupen cuando estos piden clemencia desde el suelo. Luego el alfa pela el miembro delante de toda la manada y copula con todo el harén compuesto por empleadas de Recursos Inhumanos, publicistas, licenciadas en marketing, leguleyas, lechuzas, contadoras, cuenteras y demás meretrices con formación universitaria. Vale decir que la orgía se hace más placentera para las penetradas al contemplar la mueca triste de los que cayeron en bancarrota por su puta culpa. El capitalismo es salvaje porque es animal. Así se explica cómo se van matando los unos a los otros. En ese lodo nacen crías no esperadas que luego serán asesinadas por un Estado prostibulario y abortista, que querrá matar en el ladrón adulto al niño que nunca quiso traer a este mundo de maldad e injusticia. ¿Ahora entienden por qué la china gorda de mi sueño le da de latigazos al criminal y lo humilla cuan cruel sesión de sadomasoquismo? ¿No entendieron que esa oriental no es ni enfermera ni policía sino que es una ramera que maltrata al hijo de una compañera? Por eso siempre la chusma le grita "hijo de puta" al reo que sube cabizbajo al camión celular. Ese pobre infeliz, esa sangre del pobre, jamás recibirá una caricia ni una visita que lo aparte por un momento de su terrible realidad. No tendrá novia ni sueños y sufrirá el odio de todos: el Gobierno, la Justicia, los carceleros; el Pueblo. Los indigentes mueren de hambre en sus celdas mugrosas mientras que los narcos, amigos de los poderosos, brindan con champaña y comen caviar junto a sus gatos rubios y pelirrojos, junto a sus conejitas de Playboy y junto al viejo impresentable que controla ese imperio de la paja y la degeneración espiritual.

    Roguemos a Dios que haya mujeres capaces de superar este círculo vicioso de líneas de cocaína y azotes de degeneración, corrupción, periodismo amarillista, Masonería y otras hierbas comercializadas por narcosatanistas comunistas...