Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

viernes, 23 de abril de 2021

Sin mundo

 



  Una calle y otra y me alejé hacia el futuro por el recuerdo de la ciudad que existe y que no. Pensé en días pasados, de sol y frío, de lluvia y de sol, de sol y sol. Vi arder bajo el cielo siempre intenso a toda esa gente rubia, rubia, tonta y linda. Sentí sus pasos entre los árboles foráneos y las casas bajas también foráneas. Todo extranjero, transplantado. Incluso los pájaros. Miré los ojos frutos de esos anteayeres y noté la misma extrañeza de antaño. Seguí camino al río al que no se llega jamás, el río que trajo todo lo que enumeré antes. Descendí la calle rumbo a una estación. Descendí para volver a subir, subir a una autopista. Ver los caseríos perfectos a lo lejos, torres de iglesias, plazas perdidas. Imaginar personitas acordes al paisaje, naif. Sonrisas ingenuas y música tan buena. El viaje continúa. Torres de cristal y un horizonte prometedor con una arteria que presta se dirige al norte. El país estalla en ese cruce entre la capital y el resto de su cuerpo infinito. El vértigo de recorrer el cuello a gran velocidad y notar abismos por todos lados y espacios abiertos como si la vida no tuviera fin, la eternidad por adelantado. En un momento, hacia el sur, hacia otro río, otro más pequeño y oscuro, la ensoñación acaba para dar comienzo a una confusión de hordas sin fin, hormigueros humanos reventados, pasillos al margen y mercados paralelos. Se recorta un universo aguas abajo, un descenso, un fin en sí mismo de fin en fin. Y bajar, enhorabuena, a una avenida que sigue y sigue. Luego, adentrarse en barrios. Extraviarse en la cotidianeidad sin nombre, la cotidianeidad de millones. Números, números, olvido.