Campeones del desierto

 

Los males

 

  La puta grieta garantiza la continuación del status quo. Hasta los supuestamente no engrietados acaban en el negocio de la polarización (tipo Milei). Argentina, si logra salir de la mala, no lo hará por los políticos, sino a pesar de ellos.

Por el espacio

 

  Estamos en una. O estamos en otra. O estamos en un cumple. Estamos. Y vivimos de forma muy diferente al ayer. ¿Mejor? Tal vez. Aunque tener más pesos en la Argentina devaluada no te garantiza nada. Lo seguro es que pasaron cosas. Las cosas que pasan...

Para

 

¿Dónde van?

Muy más

 

  Vemos y vivimos milagros día a día. Hallamos las correspondencias, que parecen perderse bajo el rótulo de lo casual. De un momento a otro, surgen maravillas, pero a veces se nos pasan de largo. Minutos después de leer este texto, te pasará algo increíble...

Solo por esta vuelta

 

No vendremos de vuelta y tal vez no daremos vueltas, pero la rutina nos confundirá más de una vez. Más allá de tu cotidianeidad, querido lector, hay algo más...

El alcohol de los liberalotes uruguayos

 

Cosas veredes...

Nueva salida

 

  Se opera una variación en el lenguaje. Ensimismamiento de prosista ignoto. Uno se hace extranjero a los ojos de sus vecinos y familiares. No digo que ellos lean estas mierditas, pero imagino sus caras de asombro, cómo se pondrían al saber lo que el Alan murmura en su closet. 

Mar de más

 

  Sin presiones y sin pasiones. Solamente una calma sin igual y otra más. Un dejo de silencio y un dejo de todo lo que dejamos en el camino que no lleva a ningún lado.

Otro impersonal

 

Caminar siempre los barrios en busca del cielo. Encontrar iglesias, árboles y, también, cielos. Ver las tardes y vivir la satisfacción de un diálogo sin palabras con Dios. Imágenes casi perfectas de paraísos pasados o por venir. La vida premia los 33, la edad de Cristo. 

  

Se

 

  Se vuelve a escribir sobre nada y sobre todo a la vez. Se vuelve. Y se envuelve este decir en una dicha moderada, una alegría tranquila, una suerte de felicidad. Madrugadas de paz. Alivio de haber dejado atrás lo peor.

Por suerte

 

Sigue el tiempo, sigue la vida, sigue el mundo; sigue, sigue, todo sigue y ella lo persigue y él se persigue y ya nada sigue.

Dos sueños de un futuro inquietante

 

  En el primer sueño, un paraje rural en el límite entre Córdoba y Buenos Aires. Gringos aindiados, sin acento cordobés. Casas grandes, pero humildes, de una sola planta y carentes de cualquier ornato. Eso sí: todas con jardín. La joven mujer del muchacho que me invitó a su morada vendía caballos. Entre 1.500 y 3.000 dólares. No sé si caros o baratos, pero a ese valor ella los sacaba como pan caliente. Se acercaba casi hasta la calle y ahí nomás efectuaba la equina transacción. Lo que más me impresionó fue un edificio gigante, que se veía lejano, de color marrón inglés y techos coronados de indescriptibles formas, más el agregado simil pabellón argentino de la Exposición de París. Pregunté qué carajo era esa mole, que desencajaba con el paisaje circundante. Mi anfitrión me dijo que le saque una foto a la estación de tren, "orgullo local, porteñito". Agregó que "queda a 16 cuadras" y que "podemos ir caminando".

 El otro sueño lo contaré mañana...

  

Y

 

  Salga bien o salga mal, 

   nos joderemos igual.

Nuevo intento

 

Buscá el infinito en cada cuadra, en cada esquina, entre los árboles y entre los cielos. Encontrá a Dios en vos. 

Nuevas idolatrías

  Se puede votar por uno u otro o se puede no votar. Pero, en pleno siglo XXI, resulta extraño que se idolatre tanto a una simple mortal. Una heroína de los villeros que vive en Recoleta. Una optimista de las urnas que se cree reina o arquitecta egipcia. Había que sacar a Macri y volver mejores. Alberto fue Mauricio con polenta y lenguaje inclusivo. Y ella, Massa mediante, ejecuta todo el ajuste que le vedó al amigo Guzmán. Al final, las pequeñas diferencias de grados entre la clase política se pierden en un "son todos lo mismo". No hay cambio alguno. Frentes impresentables, de nadie. Juntos por la decadencia. Y una izquierda furgón de cola de los lloradores de "lawfare". Y otro que vende bebés y órganos. Desde ya, si Argentina sale del atolladero, será a pesar de sus gobernantes y no por sus gobernantes. ¿Queda claro, no?

Nuevos mares

 

  Algo que no sea literatura, política ni religión. Algo que sea nada. Un algo como un todo, como un yo, como un mundo posible. 

Trabajo como oración

 

En mi barca no hay oro ni espadas, tan solo redes y mi trabajo...

Otros soles más

 

  Sol más, sol menos, vamos al mismo dios. Escuchamos una voz y nos movemos. Por momentos, nos abandonamos a su voluntad y ahí nos va mejor. A veces hacemos la nuestra y sale bien también. Cada tanto, alguito falla y la guita falta. Pero ya aceptamos ser Argentina.

La fuerza sin fin

 

  Trabajo, trabajo y estudio, estudio. Y noviazgo. Y gente que me extraña. Y uno, que se desconoce. La soledad y la marginalidad parecen haber quedado atrás (Dios quiera que nunca regresen esos días). ¿Qué más decir? 

Alguien nadie

 

Alguien común,

alguien irreal,

alguien normal,

alguien bien,

alguien excepcional,

alguien nadie.

De algo de

 

  Un hombre que dice haber cruzado a Lucifer y el miedo al miedo. Barrios que atraviesan la nada. La mentira de que alguna vez la ciudad se hace campo.

Pesadilla de Cúneo y San Agustín

 

  Pesadillé, que no soñé, fuerte el otro día. Me llamaba San Agustín. Canonizado en vida. Predicaba la palabra de Dios en un departamento tipo casa o "ph" de algún barrio porteño. Una morada con reminiscencias de infancia en Flores, juventud con amigos de Caballito o vicio en Palermo Viejo. Allí, en esa porteñidad perfecta, caminaba por las habitaciones y daba testimonio del Evangelio. Cruzaba el patio una y otra vez y volvía a entrar en los cuartos de personas posmodernas. Las lámparas prendidas, la música de fondo y los ruidos lejanos de la calle me dejaban como un santo equivocado de lugar y época.

  Un centurión romano - alto, corpulento y pelado - discutía con su esposa, la pequeña Damaris. Él, Cayo Bruto Severo, se parecía al ítalo-argentino Santiago Cúneo. Por prudencia, o tal vez por miedo, no quise mediar en la querella conyugal. Preferí seguir mi caminata por la casa, Biblia en mano. Daba vueltas en círculo. Salía del patio por una habitación, recorría los cuartitos y volvía al patio a través de otra pieza.

 Creo que nadie oía mi predicación. Quedaba entre Dios y yo. Todos se encontraban de fiesta en la terraza, salvo el matrimonio peleador de Cayo Bruto Severo y Damaris.

  Iba a entrar de nuevo a la casa, luego de atravesar el patio, pero Damaris se interpuso y me asestó una puñalada en el abdomen. Atrás venía Cayo Bruto Severo, también puñal en mano. Entre los dos me hicieron mártir. Lo de la discusión quizás fue una puesta en escena. Me tenían que matar por ser de otra época y debían matar por ser de otra época.

Y soy vos

 

  De victoria en victoria. ¿Qué pueden decir? Inventores de mentiras. No conformes con sus fracasos, empujan al prójimo a la nada. Incapaces de ser otros, siempre los mismos mediocres.

Éxitos impensados

 

  No creo que el tiempo pase tan rápido como dicen por ahí. O tal vez será que a mí me pasaron muchas cosas. Pasé de limpiar baños a tener dos títulos universitarios. 32 años de extremos. De no tener para comer a conocer Londres. De cruzarme con ladroncitos de suburbio a rodearme de profesionales de varias disciplinas. Y, al final, somos todos seres humanos que comen, cagan y duermen. No digo que todos cojan porque eso  faltaría a la verdad. 

Gente rota

 

  Argentina, derrota.