Malísimo Palazzo, el tano chorro sindicalista de la Bancaria. Mafioso, como casi todos los gremialistas. Asesino de viejitos, caudillo eterno, Mussolini de la burocracia antiobrera. Pero el problema acá es de fondo: todo intento por representar a algo o a alguien está condenado al fracaso en este mundo. ¿O acaso la Iglesia, con sus negociados vaticanos y curas que son la enfermedad misma, representa la voluntad de Dios? Será un dios muy hijo de yuta en todo caso. Del mismo modo, las que dicen defender a las mujeres, las feminazis, se esmeran siempre y en todo lugar por quitarle credibilidad a su justa causa. ¿Y qué decir de los nacionalistas de todo tiempo y nación? Machotes malotes hacedores de genocidios, xenófobos, racistas, intolerantes. ¿Y los comunistas? Ni vale la pena hablar de los que, en nombre de los obreros, viven mejor que los más ricos burgueses y son más déspotas que los peores zares. Me dirán que soy libertario e individualista. Pues tampoco, porque el que habla mucho de sí mismo, a la larga o la corta, acaba perjudicándose. En suma, entiendo que todo está condenado al fracaso. A partir de esta actitud un tanto nihilista, y con plena conciencia de las limitaciones de la condición humana, es que se pueden intentar cambios, mejoras. La duda, la humildad, el darse lugar para cambiar de opinión. El devenir, el cambio. Desconfiar de los dogmas. No convertir a los bolcheviques en santos ni hacer de un partidito político una religión. El presidente no ejerce su autoridad por derecho divino. Anyway, toda esta concepción, con matices y diferencias, me la transmitió el Rusito. Él me contó cómo su bisabuelo se salvó de una matanza de judíos en Odessa, Rusia. Tan ilustre antepasado quiso militar en las filas de Lenin, pero un rabino muy sabio y bueno le pidió que no mate a nadie. Viendo que era imposible ser parte de una revolución sin convertirse en homicida, se vino a la Argentina. Una vez en estas tierras, fue masón y espiritista. Pero, por sobre todas las cosas, ese santo defendió la vida y la libertad. Si se tiene en cuenta esta biografía, se comprende por qué su descendencia ha mostrado incredulidad para con la política. Hago todos estos comentarios porque siempre me acusan de cipayo por no lamerle sus sucias bolitas a gente como el Pata Medina. Prefiero morir a tener que humillarme ante la chusma que vive de parasitar al prójimo.
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