Flexibilizaciones laborales

La flexibilización laboral la comenzó Macri con la importación masiva del ejército de reserva venezolano. Ahora continúa con suspensiones, despidos y recortes salariales. No veo al fenómeno como bueno o malo per se. Observo causas y consecuencias. A ver, tenés una mayoría de la juventud sin habilidades para la universidad y el trabajo: ¿qué hacés? ¿O hay que pagarle salarios alemanes a obreros que ni siquiera tienen un nivel básico de comprensión de textos? Además de la baja calidad educativa del proletariado nacional, podemos observar problemas culturales: los argentinos, sobre todo porteños y konurmalenses, no suelen atender bien (aspecto fundamental en sector servicios, actividad clave, que emplea mano de obra intensiva). Usualmente, el venezolano es atento, dulce, simpático, caballero, seductor. ¿Qué empleador va a perder plata en un millennial pelotudennial apático si puede contratar por menos de la mitad a un latin lover con estudios terciarios para mozo o vendedor en un comercio? Seamos realistas. En principio, yo prohibiría la llegada de nuevos inmigrantes. Excepto casos puntuales (como ingenieros y otros profesionales muy demandados y escasos en nuestro suelo). A su vez, intentaría desviar flujos demográficos hacia el interior. El mercado tiende a centralizarse, lamentablemente. Y, lo más importante de todo, debemos reformar el sistema escolar. Pienso que podríamos tener una escuela de élite por barrio o distrito. Luego, pondría un nivel intermedio. Y, finalmente, una red de centros de contención, los famosos y tristemente célebres "depósitos de pibes". Suena cruel, pero es lo que se estila en Europa, Japón, Corea del Sur, Canadá, Israel y USA (con las diferencias de cada nación, se ve un denominador común: la búsqueda de la excelencia y la preparación para la vida adulta, algo impensado en nuestras vetustas instituciones, que solamente adoctrinan en ideas de izquierda y en fantasías feminazis).