El milagro es la interrupción de lo cotidiano. O puede ser la creación de una cotidianeidad mejor (por ejemplo, Cristo ha sanado a millones). En todo caso, Dios, que hace nuevas todas las cosas, no se complace en la pereza del status quo. Rogando y dando, ¿no? Y a todo esto, un corte: intento en vano emular cierta idea de levedad de Calvino, el gran escritor italiano. Reformulo: el cambio de frente como jugada que abre la cancha y cambia el panorama. Ante párrafos cerrados de realidad, inundados de realidad, vale la magia de adelantar hechos o de meter goles de otro partido.
El otro día, mientras miraba el cielo a través de una de las ventanas de mi facultad, sentí de repente profunda gratitud por haberme recibido. Yo, un muchacho peronista de Lugano 1 y 2, egresado de un reducto de Milipilis bolchechiques (sí, "bolchechiques"). Nunca creí que me iba a tocar. Temí quedarme a mitad de camino o cerquita del final. Siempre pasa algo. Pero bueno, el Señor me dio mucho más de lo que imaginaba. También puedo decir que fui a Europa. No me puedo quejar. "Todo sigue igual de bien", diría un vecino que hoy está preso (destino muy común entre chicos de barrio).
"La suerte es amiga de la acción".
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