Escapar del campo de concentración

Hubo algo que no conté de mi periplo de cinco kilómetros por Villa Lugano: me comí cuatro empanadas de pollo por cien pe. Finitas como cejas de turra, pero sabrosas. Las pedí antes de entrar a comprar pavadas al chino. Todos los días hago consumos "suntuarios" con tal de salir. Ayer me compré un poquito de panceta, papas fritas, un chocolate y una tira de asado. Me cayó mal por el calor y la mezcla estrambótica. Tuve diarrea y vómito al mismo tiempo. Doble salida, sentado en el biorsi como el suicidio del gran Yabrán. Me está matando esto. ¡Me vuelvo locaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!