Decirdirse. Ver el fondo de tanta indiferencia. Uno está de más. Extranjero en la vida. Vino con otro idioma, otras costumbres y creencias. Uno.
Me reproduzco en estas palabras de millones. Embarazo conciencias. Engendro dudas. Tengo sexo con almitas que me leen en algún lugar del tiempo. Pasaron años y esta botella siguió navegando los mares. Tal vez me morí. Pero el texto llegó a vos. Mi prosa humilde en Marte. Un viaje de mi humanidad en una sonda que va hacia el final del infinito.
Sobreviví en el santuario consagrado a la mujer desconocida. Me escapé del cataclismo de una cotidianeidad totalitaria. Por querer siempre más, me salvé de todo lo menos de ser esclavo de las reinas del retoque digital y la mentira audaz hecha cultura oficial.
Me dicen "inadaptado" por no aceptar los códigos y las valoraciones de una generación que no me identifica. Nadie puede ni quiere contestarme nada. Me disparan con bloqueos. Me desconectan. Eutanasia nuestra de cada día. La cultura del descarte. Me rechazan porque me negué a obedecer.
Más allá de mi habitual apetencia de petes y vaginas, confieso que yo también quiero amar y ser amado. Sin embargo, el tiempo pasa y la soledad amenaza con quedarse para siempre. Los fantasmas toman Viagra para penetrar con fuerza mi espíritu...
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