Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

domingo, 1 de abril de 2018

La reacción



 Un hombre solo. Las redes sociales como espejismos que mienten oasis de compañía femenina en el desierto urbano del siglo XXI. Nada particular. Pero guarda una salvedad esta prosa: el escribiente se jacta de mostrar sus fracasos, en un mundo en el que los más se ufanan de victorias amorosas falsas como promesas de político.

  No hay diferencias entre una noche de sábado y otra de miércoles. El insomnio masturbatorio funciona como igualador de días y de vidas. 

  No hay departamento de soltero para invitar a nadie. Tampoco auto, moto, o una miserable bicicleta. Ni siquiera hay billetes sobrantes que compren una cita decente en un lugar aceptable. 

  No parece surgir para uno el milagro de ser la excepción: el hombre invitado por señoritas. Tal vez ni siquieran las señoras han de reparar en este fracaso argentino. 

  En definitiva, mi suerte se parece a la de millones. La diferencia con el resto pasa por poder expresar lo que me pasa, lo que me duele, lo que me perturba. Ojalá el tiempo me dé las respuestas que aguardo desde hace años. Dios dirá.

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