Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

sábado, 14 de abril de 2018

Alan




  Hombre en soledad. Coleccionista del no femenino. Amigo de las letras. ¿Qué más? Puedo decir mucho sobre mi humilde persona. Y eso haré...

  Pienso en el sexo como algo lejano, imposible. Sin ser selectivo en exceso, no acepto darme a cualquiera. Entonces, entre las rechazadas y las que me rechazan, se me va la vida en contemplar vaginas que nunca podré tocar. 

  También pienso en el amor. En este campo, recojo las mismas flores que en el sexo: hay algunas que sienten algo por mí. Pero yo no me entrego a ellas. Otras, en cambio, son admiradas por mis sentimientos, los cuales no hallan eco en sus destinarias. Así se me va la vida en contemplar bocas que jamás podré besar. 

  Además de escribir, actividad no remunerada en mi caso, trabajo, estudio, salgo a correr, visito a mis amigos, voy a caminar, leo los diarios en internet. En verdad, admito que poco tiempo le dedico a la faena de buscar sexo, novia, amigovia o amigarche. Tal vez sea un error el no empeñarse más en la búsqueda. Soy de la creencia de que "todo llega". Pero con 29 años, siento que hay días en que pierdo el rumbo, días en los que mi suerte aparece sellada en la marginalidad  afectiva y sexual. 

  Hace muchos años que vengo con estos trastornos. He probado ser de diversas maneras, cambiar el vestir y el peinado y siempre terminó frustrado. Por eso, de un tiempo a esta parte, elegí ser yo, que tampoco resultó en ganancia. Me dejé el pelo muy largo y me recorto la barba una vez por semana. En otra época, andaba afeitado y con el cabello corto y lo mismo me rechazaban. Así que me dije: 《Voy a darme el gusto de hacer la mía si total, haga lo que haga, no me van a dar bola》.

  Cualquier desprevenido que lea la columna anterior puede imaginarme como un cavernícola. Primero, me baño todos los días y hago abuso del perfume. Otra: mi barba no es larga. Algo más: salgo a correr a diario y procuro tomar algo de sol ya que, por naturaleza, tengo la piel racistamente blanca, uniforme biológico que no me da orgullo portar.

  Parece banal hablar de afeitarse o no, o del perfume y el cabello. Pero detrás del narrador que he sabido construir, existe un autor inmerso en un mundo que, las más de las veces, le resulta ajeno. La austeridad y cierta cosmovisión católica me llevan a ser lo opuesto al personaje de Leonardo Di Caprio en El lobo de Wall Street. Oveja no soy. Pero no me interesa ascender a Hitler de las finanzas y tener una guarida o un búnker en Nueva York, Londres, Hong Kong o Buenos Aires.

  Algo del Papa Francisco, un poco de Houllebecq, una pizca de Jorge Asís; el optimismo de Daniel Scioli, la agresividad de un Guillermo Moreno, el humor de Donald Trump; la melena y la barba de Jesús, la sonrisa perfecta de un gringo cualquiera, el rostro de un europeo meridional; la lujuria de un hombre sudaca, la caballerosidad de un londinense, la fuerza moral de un musulmán, la alegría de un negro, la devoción católica de un mexicano y la soberbia de un porteño. 

  Podría escribir más. Pero prefiero que me describa mi obrita. Simplemente quería dar una semblanza sobre mí ya que un amigo, el Rusito, me hizo acordar de unas palabras memorables que escribí en una oportunidad. En este blog, anexo captura de pantalla con el mensaje universal de San Alan. En caso de que lean en formato libro impreso, habrán visto el texto en el recuadro que antecede a este capítulo. Dios los bendiga.

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