Decir una cosa y hacer otra.
El discurso a veces brinda impunidad para los hechos. Definitivamente, las palabras están desligadas de las cosas.
Intento convertir la masa amorfa de pensamientos en flores que adornen las autopistas para alegría de los ojos de millones.
La Ciudad y su piel de cemento. Uno, con mil pensamientos y ninguna dirección, lejos del planeta en que vive Dios y la redención en forma de perdón. El pecado original de crearse un laberinto para no soportar el cuerpo desnudo de la noche.
Y acontecen sentires que evocan a una tipa como vos, que no fuiste la Virgen Atea, la Piba Troska, la Señorita de Amargo o alguna por el estilo. Un milagro de exportación que no se nombra. Una suerte de Messi del género femenino que se extravió allá lejos y hace tiempo. Te regalo este párrafo malo, irregular, impreciso, delirante. No tengo nada para darte, solamente la risa sin motivo del Guasón.
Ahora, en lo más de este instante, en lo más más, recuerdo nuevamente que tengo derecho a ser débil, que no me pueden obligar a ser fuerte y que no utilizaré la vida como vidriera para mostrarme como el toro bravo que no soy. ¿Vale la pena tirar los años en darse aires de hombre duro, soberbio y rico solamente para copular un par de veces por semana? El pavo real que busca aparearse y yo, el hombre que busca apartarse...
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