Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

miércoles, 23 de enero de 2019

Sueños locos CXXIII (Machirulos al vapor: hacia una antropofagia feminista)



  Un grupo de hombrecitos fueron horneados en la cocina de mi casa. Una mujer delgada de pelo oscuro se encargó de hacerlos sufrir desde el principio hasta el final: arrojó agua para que se hirvieran vivos. Los escuché gritar muy fuerte. No podían moverse. Los piecitos, derretidos, pegados a la bandeja. Suplicaban, pero en vano: la cocción solamente se detendría con su muerte.

  El comedor de mi casa fue expropiado y convertido en restaurante feminista. Plato de hoy: machirulos al vapor. La dueña del establecimiento, María Mandinga Mefistófeles, la bruja de cabello negro, le decía a las comensales que había llegado la era de una antropofagia feminista. 

- Chicas, nosotras siempre fuimos consumidas por el fuego del patriarcado. Somos las descendientes de las brujas que no pudieron quemar. El sistema heteropatriarcal devoró nuestra cuerpa a lo largo de los siglos. Ahora les toca a ellos ir al horno.- 

  Las distinguidas clientas aplaudían y gritaban de alegría. Mi mesa se convirtió en la sede de un aquelarre, fallo judicial mediante. "Extinción de dominio", me dijeron y me mandaron a lavar los platos y a servir a las hembrirulas. 

  Se preguntarán cómo entró una docena de hombres adultos en la bandeja de un horno casero (como si fueran empanadas). Bien, tal vez fue obra de la nanotecnología. No sé bien qué hicieron para degradar así a esos tipitos. ¿Vieron el capítulo de Black Mirror "Black Museum"? En una parte, se ve cómo los condenados a muerte son sometidos a la repetición eterna de su pena mediante la inserción de su mente en un dispositivo, que a su vez puede producirse en masa, en forma de recuerdos para los visitantes del museo. Es decir, existiría la tecnología capaz de atrapar tu ser y dejarlo grabado por siempre en un aparatito, en varios aparatitos. En la época de la reproductibilidad técnica, no solamente la obra de arte pierde su aura, su esencia, sino también el ser humano. ¿Qué pensaría el gran Walter Benjamin de haber visto este genial episodio de la serie de Netflix? 

  Los hombrecitos, en todo iguales a sí mismos salvo en su tamaño, sentían y sufrían como cualquiera. Las veganas los comían con gusto, a modo de excepción justiciera, de la misma manera en que bebían a placer de la copa menstrual, la cual también sirve para fabricar morcilla de sangre humana. El antiespecismo no corre a la hora de deglutir machos. Como se imaginarán, el pene y los testículos son los cortes más codiciados. 
  
  No solamente se comen hombrecitos, sino que también se venden platos de sujetos de tamaño real. Ahora bien, ¿cómo llegaron los machirulos de la naturaleza a su mesa? Muchos han sido condenados a muerte por misóginos (en esta categoría vaga, entran muchos individuos: desde violadores probados hasta desgraciados que se atrevieron a mirar a una chica por la calle). Pero otros han elegido de forma voluntaria sacrificar su carne: motivados por el dinero que habría de heredar su familia, aceptaron ser el plato principal de un sistema que los considera mierda. ¿Vieron la película The Purge? ¿Se acuerdan del anciano negro que se resignó a ir como cordero al matadero? Bueno, así. Lo más triste es que a todos les aseguran que primero los matan con una inyección letal indolora y luego los cocinan, pero no: los machos padecen torturas sin fin a modo de castigo por los pecados contra el género femenino, contra las "disidencias sexuales" y contra los animales. Expiación. 

  De más está decir que los fetos abortados también se venden como alimento. Ya que estamos con las películas y las series, hay un film muy interesante de Nicolas Cage: The Wickerman. La idea de sacrificio está muy presente en este escrito. Más allá del horror que me tocó ver como mozo y lavacopas involuntario del Auschwitz del siglo XXI, reflexioné extensamente sobre la muerte de los hijos, los Santos Inocentes. A su vez, no pude evitar pensar en Cristo, el hombre que se entregó a sí mismo por todos. Quizás deba decir "Jesucristo murió por todes" para que no haya "ofendides", ¿no? 

  Podría haber terminado mi texto en el párrafo anterior, lo cual habría sido brillante. Pero debo decir por qué me expropiaron mi comedor y mi cocina. Resulta que cometí un acto de micromachismo contra María Mandinga Mefistófeles. Ella, prestigiosa profesional de 45 años, toda una "Señora de las cuatro décadas", me sedujo vía redes sociales. Me habló durante algunos días y luego me invitó a salir. "Pago yo porque soy una chica empoderada". Efectivamente, se hizo cargo de la cuenta del bar y me llevó hasta su mansión en auto, muy muy al Norte de donde nace este cuento. Una vez en su vivienda, comenzamos a besarnos. Momentos después, ella me pidió que me vaya: "No estoy preparada para estar con alguien más chico. ¡29 años tenés! ¡Mucha diferencia de edad! Me hace mal, perdón." La erección me llegaba hasta el cuello. No porque lo tenga muy grande, sino porque toda mi sangre se fue al pingo, que creció como nunca lo hizo en su indigente vida. Yo acepté la voluntad de la dama, pero me despedí con unas palabras que me condenarían a la categoría de machito: "María, sos una indecisa y una histérica. Esperaba más madurez de vos. Te movés peor que una nena de 19". Me expresé calmo, sin ademanes. Rajé sin dar portazos y sin mirar atrás. Antes de retirarme de la lujosa morada nórdica, la Triple M, María Mandinga Mefistófeles, me gritó unas frases terribles: "Vos me estás quemando la casa con tu forma de hablar. No te lo voy a permitir. ¡Menos mal que no me acosté con vos! Me lo dijo la intuición. ¿Qué te pasa, man? ¡No es no y punto! Yo soy separada, libre y hago lo que quiero. No estoy obligada a tener relaciones con vos. Yo no soy de las del escrache, pero me las vas a pagar por haberme insultado así. ¡Ya vas a ver!"
   

    


2 comentarios:

  1. Primero hay que eliminar a los gordos feos de billeteras vacias. Un poco de napalm y a la mierda con estos villeros hinchahuevos, la seleccion natural hara que nunca tengas progenie, gordo pajero

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    1. Yo te voy a eliminar a las trompadas, anónimo zurdo y cagón. Siempre la venís a agitar por acá, pero nunca das la cara: te espero en Villa Lugano para un combate a muerte.

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