Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

viernes, 23 de febrero de 2018

Sueños locos CXV (La Banda de Boulogne)





  Tiroteo en Córdoba deja dos ladrones y un policía muerto. El enfrentamiento se produjo luego de que un grupo de siete delincuentes fuertemente armados saliera de un departamento del barrio Nueva Córdoba de la capital provincial con un botín de más de tres millones de pesos. Se intercambiaron más de 120 disparos. Hay un detenido y cuatro prófugos, además de dos efectivos policiales heridos. Horas después de los hechos, fue detenida la supuesta entregadora del dueño de la vivienda, que resultó baleado en una pierna: una mucama de 69 años que le habría pasado el dato a su sobrino nieto. En el allanamiento, se encontró la suma de cien mil pesos. Continúan las investigaciones para dar con los prófugos, todos argentinos mayores de edad y de frondosos antecedentes penales.

  Tiroteo en el microcentro porteño: más de 40 disparos, dos detenidos y tres heridos. En una joyería ubicada en la intersección de la calle Libertad y la avenida Corrientes, un grupo de al menos cuatro ladrones se llevó un botín millonario, pero en la huida se toparon con efectivos de la Policía de la Ciudad, que se enfrentaron a tiros con los malvivientes. Uno de ellos se encuentra internado en el Hospital Argerich luego de recibir un balazo en el tórax. Su vida corre peligro. Otro delincuente se halla detenido bajo custodia en el Hospital Ramos Mejía. Recibió heridas leves. Los otros dos asaltantes se dieron a la fuga y son intensamente buscados en la Zona Sur del Conurbano, de donde se cree son oriundos. 

  Los dos párrafos anteriores son reconstrucciones de robos ocurridos en febrero de 2018. Quizás me equivoqué en algo. Pero más o menos se dieron así los hechos. Comparto estas noticias para poner en contexto algo que me ocurrió a mí en estos últimos días. Entiendo que la Doctrina Bullrich le da vía libre a las Fuerzas de Seguridad para enfrentar la delincuencia. A su vez, los delincuentes son conscientes del fin del garantismo. Por ello, salen a matar o morir. Dicho todo esto, puesto el marco, puedo proceder al relato de lo que me aconteció en algún lugar de la Zona Norte del Conurbano.

  Día de semana. Un martes. Había parado a cargar gas en una estación de servicio Shell. Solo. Salía de un almuerzo de trabajo que tuve en un lugar de alto poder adquisitivo (ahorro precisiones porque hay una investigación en curso y podría hacerla peligrar). Me alejé de la zona de expendio para poder hablar por celular. Tenía que contarle a algunas personas los resultados de la reunión, que fue muy positiva en términos generales. De todas formas, pese al éxito laboral, todo quedó opacado por un grupo de chorros, que hasta la alegría le roban a la gente trabajadora. 

  Vi que cuatro tipos se bajaron de una camioneta Ford Ecosport negra y fueron derecho al minimercado. Me llamó la atención la actitud de los sujetos. Todos mayores. Tengo un radar para este tipo de situaciones. Sabía que iban a robar. Se notaba en sus caras, en la forma de caminar y mirar. En ese momento, me pareció reconocer en ellos a los líderes de La Banda de Boulogne, un grupo de piratas del asfalto y ladrones de bancos muy pesado. Cayeron algunos de la segunda línea, pero nunca pudieron dar con los cabecillas. Reconocí a uno por un tatuaje de una rosa en el cuello. Su foto había sido publicada hace una semana en algunos diarios. 

  Sin hacer gestos, sin alzar la voz, llamé al 911. Ellos no podían oírme, yo me hallaba en diagonal a la puerta del minimercado, cerca de la rejilla perimetral de la estación de servicio. Mi carga de gas iba para largo porque mi coche tiene un tanque grande y se tiene que llenar despacito porque si no revienta el o-ring (me ha pasado que playeros pelotudos me han abierto la manguerita muy rápido y bueno, ha saltado la gomita y tuve que pasarlo a nafta tres días, hasta ir al service. Un garrón. Me va bien en el laburo, pero tampoco tengo la guita para pagar todo lo que quiere el burro de Aranguren). 

- Policía, ¿dónde es su emergencia? -

- Estoy en la Shell de ... Cuatro tipos están robando el minimercado. Son los capos de La Banda de Boulogne. Llegaron en una Ecosport negra patente %&!.?X. - 

  No puedo dar lugar exacto de los hechos ni dominio del vehículo. Sí puedo decir que la policía llegó muy rápido. Arribaron ocho efectivos. Cuatro a bordo de una Surán de la Policía Local y otros cuatro en un taxi blanco de letras celestes de esos que andan por el Conurbano. Nunca entendí lo de los policías taxistas, pero bueno, bajaron decididos a detener a los cacos. Llegaron en menos de un minuto.

  Casi me atropellan. Me quedé parado en el medio por temor de ir a un costado y que uno de los coches haga lo mismo en su afán de esquivar mi posición original. Así que me mantuve estático como un conito. Los ochos uniformados bajaron corriendo, con las armas en las manos y fueron derechito al minimercado, donde más de diez personas, entre personal y clientes, estaban siendo asaltadas. Los ladrones salieron rápidamente y comenzaron a disparar. Yo me arrojé al suelo porque sabía que se venía una balacera feroz.

  En un abrir y cerrar de ojos, tres delincuentes cayeron abatidos. Sus cuerpos quedaron en la puerta del minimercado. Murieron en el acto. Un cuarto hombre consiguió irse a un costado sin importarle la suerte de sus compañeros del hampa. Cuando un oficial quiso bloquearle la escapatoria, cerca del patrullero, el criminal fue más rápido y logró efectuar un disparo seco sobre la frente del subcomisario, que murió a mi lado. Cuando se iba "Popeye", el ladrón con el tatuaje en el cuello, creí que yo tenía por destino un tiro en la nuca. Pensé que se dio cuenta de quién llamó a la gorra. Nada de eso. Me ignoró completamente. Siguió su camino y se perdió en una corrida digna de Usain Bolt por un pasaje a media manzana. 

  Pasaron algunos minutos y yo seguía en el piso. Temía otro enfrentamiento. Imaginaba a familiares y amigos de los difuntos irrumpir en el lugar de los hechos a los tiros. Gracias a Dios, estaba equivocado. Un grupo de mujeres grandes de una parroquia pasó caminando. Les pregunté si todo había terminado. Me dijeron que sí. Yo las seguí hasta la iglesia. Quería tomar algo de agua, rezar y ser consolado. Me sentí culpable de la muerte del subcomisario por haber llamado al 911.  

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