Dejo acá la primera parte de mi diario de viaje en Europa. Básicamente, se trata de la sumatoria de posteos de Facebook. Nada particular. No tuve tiempo de componer de mejor manera. Anyway, se entiende. Hay mucha gente que tiene curiosidad sobre mis peripecias en aquellas bellas tierras que pude conocer. Sin más preámbulos, los dejo el principio...
1) La
policía me revisó la tablet, me la sacaron de la mochi. Me sentí sospechoso de
terrorismo. ¡Y eso que me recorté la barba! (Ezeiza, 15 de enero, rumbo a
París).
2) Única
persona de la fila cuya tablet fue requisada. Me sentí un musulmán loco (?)
¿Tanta pinta tengo de chiflado?
3) No
me deportaron. Hasta me hice amigo de la gente de Migraciones (16 de enero,
llegada a París).
4) Llegué
luego de dos días sin dormir - la noche anterior a volar me ganó la ansiedad y
durante el vuelo hubo turbulencias que duraron horas y no me dejaban ir al
toilette - y así y todo salí solito de paseo. Cuando volvía a la casita de la
Virgen Atea, me perdí. Por una confusión de cuadras, casi acabo en lo que sería
el Konurmalo de París. Experiencia fea. Pero me hallo bien gracias a Dios. Acá
conseguir wi-fi es tarea titánica. Por dar un ejemplo de dicha dificultad,
puedo decir que en un bar caro pegadito a la Torre Eiffel no había esa onda
mágica que funciona hasta en el bar más humilde de Baires...
5) El
centro de París me gustó mucho. Vi a tres policías enormes con ametralladoras
parar a un joven de color que andaba en moto. No se andan con chiquitas. Los
franceses no se creen esa mentira que inventaron de los Derechos del Hombre. Los
polis acá tienen autoridad. Aunque a mí me han tratado bien, quizás por blanco
(la mayoría de ellos son blanquitos, altos y delgados; no vi yutas gordos). Me
sorprendió sí que los canas fuman como condenados a muerte y guasapean con
entusiasmo cual agentes de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires...
6) El
tiempo estuvo cambiante: vi desde lluvia con sol hasta cielo cubierto o
despejado en pocos minutos. Hizo frío, pero muy leve, apenas diez grados.
Complicó sí una tendencia a la llovizna, justo acá donde las avenidas son muy
anchas. Al caminar por Champs-Élysées, me sentí acorralado por el firmamento.
Tuve, incluso, algún ligero vértigo, seguramente motivado por la sorpresa, el
sueño y demás.
7) Acá,
en París, suena mucho la sirena de los patrulleros. Y no creo que sea porque se
enfría una pizza. No pasa nada por las partes céntricas y de clase media. Creo
que debe ser que venden algo de humo. Vi policías a lo pavote. También me
asombró la cantidad de empleados estatales que hay en la calle (limpieza, mantenimiento,
auxiliares, etc.). Caché a una cuadrilla de barrenderos en una charla muy
animada. Esos tipos me hicieron acordar a nuestros amigos de CLIBA (17 de
enero).
8) Vi
que la mayoría de la gente fuma por las calles de París, mucho pero mucho más
que en Buenos Aires. Desde adolescentes hasta viejas, o policías con pinta de
Rambo. Los hacía más sanos a los franchutes. Dan asco de tanto que puchean. Te
subís a un subte y te sentís como en esas reuniones con compañeros de Filosofía
y Letras...
9) Entré
a chusmear a una agencia Peugeot. Un negrazo de dos metros me pidió que me abra
la campera. Me sorprendió. Lo mismo que el enterarme de que la marca del león
fabrica motos. Por lo demás, el parque automor no es taaaaaaan diferente del de
Buenos Aires. Yo me imaginé que los tipos andaban en naves espaciales, pero vi
Renault Clío a lo boludo. Ése y otros modelos cuyos nombres no recuerdo, pero
sí las formas.
10) Desde
ya, con apenas un día en París, no puedo emitir opiniones autorizadas. Pero vi
parecidos con Buenos Aires. Digo, quisimos copiarle hasta las mismas palomas
(Sarmiento). Sí salta a primera vista que la arquitectura parisina es más
homogénea y vistosa. Baires tiene de francés puro Recoleta y algo de Avenida de
Mayo nomás. Ah, el trazado de las calles es una diferencia abismal entre ambas
urbes. El diseño porteño me gusta más por su facilidad: cuatro calles, una
avenida; cuatro calles, una avenida. Desde ya, se entiende que Francia tiene
miles de años de historia y que las comparaciones resultan antojadizas. Pero
uno, como argentino, tiene cierta vanidad...
11) Las
francesas francesas, no las de otras etnias sino las hijas de Carlomagno, son
como el estereotipo y el cliché dicen: finas y bellas. Visten y huelen muy
bien. Muy delgadas. No he visto tetas ni culos explosivos como los de Villa
Lugano, mi barrio. Como hombre sudaca, siempre me han gustado las sentaderas
prominentes. Sin embargo, las parisinas me enamoraron. Las vi simpáticas. Más
humildes que las porteñas, chetas creídas y pelotudas. Acá las minitas no te
miran con desprecio. Hasta varias me han observado con alguito de gusto. No se
la creen. Y eso que tienen con qué...
12) De
las chicas francesas de origen extranjero, destaco la bondad de las negras: son
amorosas. Sonríen mucho y transmiten mucha dulzura. Muy buena onda.
13) Me
tomé un café en un bar chino, muy cerquita de la Torre Eiffel, por apenas un
euro con treinta centavos. En Buenos Aires, eso es solamente la propina que yo
suelo y puedo dejar (querría ser más generoso, aunque mis consumos e ingresos
son limitados). Pero éste no es el tema: quiero destacar que, en París, la
comunidad china está integrada. Los franceses se llevaron a los mejores chinos.
Son dioses del Oriente: educados, limpios, amables. A nosotros nos dejaron la
resaca: los pendencieros de buena parte de los supermercados (?). Nah, hay de
todo. Pero, más allá del chiste, el franco-chino es francés. El argenchino
tiene poco de argentino, ni siquiera saben castellano.
14) Pasé
por esta ciudad en el micro que me está llevando a München. Son las 12 a.m,
según el relojito de la unidad de Flixbus. Esta empresa alemana de transporte
es manejada por alemanes arios fatales que solamente te hablan en su idioma. No
creo que no conozcan otras lenguas. Me parece que son nacionalistas. Por caso,
al conectar mi tablet al wifi de ellos, me aparecieron cartelitos en alemán.
Creo que estos chicos de regio aspecto militar desean germanizar Europa... (17
de enero, a la altura de la ciudad de Reims).
15) Estoy
viajando con un francés choborra que se tiró a dormir en el piso del micro.
Musulmán no debe ser (ellos no toman alcohol). Pero da árabe por lo oscuro de
la piel. Tal vez sea gitano. Yo estaba sentado del lado de la ventanilla hasta
que vino con un amigo y me pidió el lugar para estar juntos (en francés, idioma
que entiendo pese a hablar muy poquitas palabras). Yo cedí. Pero ellos, ni
"merci" ni mierda. Muy maleducados. No los cago a palos porque no
quiero cagarme el viaje.
16) Cuando
estaba a punto de tomar el funicular que sube al Sacré-Coeur, un grupo de
negrazos nos salió al cruce. La Virgen Atea me dijo que los esquive. Aceleré el
paso. Luego ella me explicó el modus operandi de tan negra organización:
conversan con los turistas incautos y luego los patotean para sacarles dinero.
Su entre es un juego de hilos que llevan en las manos. Uno piensa que venden
algo. Pero no. Uno de los muchachos me dijo, en perfecto español, "los
africanos no somos violentos". Con semejante talento que tienen para
aprender lengua, me extraña que no vayan a trabajar decentemente. Les cabe hacer
el mal. Y no hay excusa. En Francia, el Estado de Bienestar te da de todo. Y
hay mercados donde te regalan la comida que está cerca de vencer. Ayer comí
cerdo donado por un comerciante generoso. Acá sí se puede decir que no progresa
el que no quiere. No es Argentina. Por lo menos así lo veo yo.
17) Tengo
para treintaidós más en Europa. Con apenas dos días en París, no puedo sacar
conclusiones. Pero sí me atrevo a decir que acá hay maleducados, raperos,
borrachos, pendencieros, rufianes, cornudos, mamarrachos, locos y boludos
variopintos. El verso del Primer Mundo nunca me lo comí. Sin embargo, me
sorprende que los chóferes de raza aria no hayan quitado al alcoholizado que
duerme a mis pies en el micro...
18) Ni
en el 141 que viene de Puente La Noria se te duerme un borracho a tus pies.
¡Encima habla francés! Cosas de Europa. Auspiciado por Flixbus, la compañía
alemana de buses que lo lleva de viaje a más de veinte países...
19) Vi
gente dormir en la calle, en Francia. Y no era poca. Igual, no sé cómo es la
historia de cada cual. Pero me sorprendió la situación. También vi gente con
carteles donde dicen que son refugiados sirios y que necesitan ayuda.
20) El
día que llegué al aeropuerto una mujer me quiso hacer firmar unos papeles. Con
un texto, y algo de lenguaje de señas, me hizo entender que era sordomuda.
Cuando vi en la planilla que había que darle dinero la dejé de lado. La muy
boluda me chifló. Se descargó sola. Ya en el centro de París, también me crucé
con esta organización de vagos. Pregunté a alguien de acá y me dijeron que se
trata de una estafa. Una asociación ilícita, lisa y llanamente. Hay algunos
franceses que son igual o más de pedigüeños que los lumpen de Argentina. La
policía los deberían cagar bien a palos por andar rompiéndole las pelotas a los
turistas.
21) Llegando
a Estrasburgo, ciudad que supo ser alemana en el pasado. Falta poquito para
cruzar el mítico Rin. Parece mentira que en estos lugares, durante siglos,
terribles chacales de Satán han matado y han muerto. Más cerca en el tiempo,
guerra franco-prusiana - 1870-1871 - , y Primera y Segunda Guerra Mundial
(todavía 17 de enero, arriba del micro de Flixbus).
22) Estoy
en Alemania ahora. Acabo de cruzar el Rin. Me encuentro ubicado en la ciudad de
Kiel (18 de enero, todavía en viaje Flixbus mediante. Destino: München).
23) Recién
ahora veo la nieve. Estoy en Ulm. No puedo sacar fotos porque no salen bien.
Está oscuro. Son las 7:25 a.m., pero del amanecer ni noticias. Detrás de mí, un
muchacho escucha música en árabe. Creo que se trata de una oración musulmana.
Se me cayó una fruta de la mochila y él me quería ayudar a encontrarla. Pero no
sabía hablarme en ninguna lengua salvo la suya. Quizás sea un refugiado, no lo
sé. Pero me da la sensación de que es un buen tipo, un solidario. Tiene cara de
buena persona. Y yo tengo el don de clarividencia...
24) Impresionante
la autopista a München. Estos tipos son de una raza superior. Los coches
vuelan. Y mi micro también. Me imagino en unos años yendo en auto a mi trabajo.
Me encanta el paisaje y los molinos de energía eólica en el bosque. Todavía no
salió el sol y son casi las 8 a. m.
25) Nieva
en Augsburg.
26) Son
muy católicos en el sur de Alemania. De acá salió un Papa. A las seis de la
tarde, cerquita de donde paro, suenan las campanas de un templo, que llaman a
Misa. Por acá no se ven protestantes ni musulmanes. Todos arios fatales. Linda
gente (día 19 de enero, ya en München).
27) Si
la masturbación es "violación telepática", yo me habré violado a más
de diez mil mujeres entre las que vi por la calle y las del porno.
28) En
Alemania, el detergente es Alio.
29) Tienen
sus cositas los alemanes. Todavía conservan cierto orgullo y tradiciones muy
poderosas. Me decía el dueño de la casa que meten a los niños en agua fría para
que crezcan fuertes (casi como una suerte de "bautismo pagano" o
ritual espartano). Hablando de los chiquitos arios, tengo una anécdota curiosa.
Resulta que el Vikingo Fatal, marido de la Virgen Atea, me hizo esperarlo media
hora en la Estación de Micros de München; yo lo puteaba en alemán por el frío
que estaba pasando esa mañana de vientos fuertes (hubo una tormenta que dejó
varios árboles tirados, salió en los diarios locales). Yo le daba lata a mi
lamento boliviano y sudaca hasta que vi a una bebé de tres años jugar y sonreír
a mi lado. No sentía nada la rubiecita. "Si la nenita no chilla, yo
tampoco". Con espíritu germánico, acepté mi destino y me resigné a
esperar. Un rato después, el caballero de aspecto nórdico llegó al encuentro
pactado y se excusó con la impuntualidad del tren, cosa que me cuesta creer. Yo
creo que mi amigo tuvo pachorra criolla y listo. Anyway. Desde chiquitos, acá
se preparan para ser los mejores en todo. El propietario me decía también que
los peques esquían prematuramente. Me di cuenta de que esta gente es de una
raza superior. Aunque no me simpatiza la frialdad y la liviandad con la cual
crían a sus hijos. O sea, está muy bien el deporte y la naturaleza. Pero es un
peligro para la humanidad el no domar a la bestia rubia...
30) Las
papas vienen en bolsas cerradas acá en Alemania. Todo me sorprende de esta
gente. Es la raza superior.
31) El
salame más rico que probé en la vida. Nunca creí que la comida fuera tan rica
acá. Me imaginaba todo sin gusto. Nada que ver (día 19 de enero, sobre el
salame alemán).
32) Sin
darme cuenta, pasé por la cervecería donde daba sus primeros discursos Hitler.
Voy a sacar fotos y comer algo allí. Y, obvio, beberé una cerveza, pero no en
honor del genocida.
33) Mi
almuerzo. Pescado con guarnición y agua mineral por diez euros, en Alemania, el
corazón y la cabeza de Europa (día 20 de enero).
34) Vi
manifestaciones antifascistas, feministas e izquierdistas en el Primer Mundo.
Aproveché mi aspecto hippie y me infiltré entre estos bastardos bolcheviques.
Si no les gusta su país, con gusto les hago cambio de pasaporte. Esa gente no
sabe lo que es hambre y sufrimiento. No duran una semana en Villa Lugano,
tierra de chacales.
35) Vi
una manifestación de kurdos. El Kurdistán plantea un gran problema geopolítico,
ojo. Vi mucho apoyo de peatones alemanes a los jóvenes que colgaron esta
bandera. ¿Tiro por elevación a los turcos? (Día 20 de enero, en Münich).
36) Flixbus
imponiendo alemán. Además, los chóferes se niegan a utilizar otras lenguas. Son
nazis vestidos de verde. Se hacen los boludos pero tienen micros en toda
Europa...
37) Hoy
me mandé una alaneada fatal: le saqué fotos al patrullero BMW. El ario que
estaba en el asiento del conductor no entendía nada, los ojos celestes como
huevos fritos y palabras duras ante la situación. Bajó la ventanilla y me
acerqué: le expliqué que en la Argentina somos pobres, muy, y que nuestra
policía no tiene ese modelo. El tipo se sintió orgulloso, me sonrió y me dejó
ir. Ni bien me despedí a puro "danke, danke", pulgares arriba,
sonrisa y cara de enfermito mental, me rodearon siete niños en el centro de
Marienplatz y me preguntaron por qué fotografié al coche policial. Les dije lo
mismo que al uniformado y agregué que lo único bueno que tenemos es... Uno de
los pibes no me dejó terminar la frase: "Messi!". Me saludaron muy
efusivamente los muchachitos. Me emocionó que supieran algo de mi patria.
38) Vi,
en general, un muy buen parque automotor, diez veces mejor que el francés
(sobre los autos alemanes).
39) Acá
el Red Bull se toma como agua. Lo venden en todos lados. No es como Buenos
Aires que, por culpa de los cabezas que mezclan con alcohol, te miran mal si
tomás una latita destas en la yeca (día 21 de enero, en München).
40) Jardín
Inglés de München bajo la nieve. Se trata de un parque casi tan grande como los
Bosques de Palermo. Caminé cuatro horas. Terreno complicado producto de la
nevada y el barro. Gracias a Dios, no hubo viento. Cero grados de temperatura.
La raza superior aria de paseo con sus hijitos. Mujeres hermosas, caballeros
muy apuestos. Con deporte, con fe, con esperanza, pero sin sol. Lugar perfecto.
Ojalá me toque vivir acá. Un sueño.
41) Me
gusta la nieve. Salvo la nevada de 2007 en Buenos Aires, feriado del 9 de
Julio, no conocía esta maravilla del Señor. Me reí mucho hoy al ver a los niños
entablar verdaderas batallas campales con tanto polvo de estrellas arrojado
desde las narices de los ángeles...
42) Me
dieron ganas de cagar mientras caminaba a la mañana bajo la nieve, con un grado
bajo cero. No vi ningún sanitario de esos que entrás por 50 centavos de euro.
Tampoco vi comercios. Zona de edificios públicos, domingo. Le pedí a Dios que
me dé un baño. No podía más. Me meto en un museo y cago como nunca antes en mi
vida. Al salir del water closet y ver de qué iba la muestra, me encontré con
una colección hermosa de arte medieval tardío de Alemania: esculturas de
maderas de Jesús, la Virgen y los santos. Fue un milagro: yo pedí al Señor un
bañito y no solamente lo hallé sino que contemplé también obras maravillosas de
talentosos artistas católicos. Esa cagadera me vino del cielo. Yo creo en las
señales, aunque parezcan repugnantes y ajenas a lo divino. Todo pasa por
algo... (día 21 de enero, sobre un museo de arte en Münich cuyo nombre no
recuerdo).
43) Comida
árabe, o turca. En el local, pensaron que soy italiano. Cuando dije
"argentino", los empleados de la cocina enloquecieron. El dueño,
fanático de Maradona. El fútbol es el deporte más hermoso del mundo. Increíble
que personas de culturas tan distintas coincidan un mediodía en München charla
futbolera mediante. A la gente le chupa un huevo Borges, Cortázar y toda esa
gilada de estúpidos y sensuales universitarios blancos. A nuestro país se lo
conoce por Messi y el Diego. Corta la bocha y al pie (día 22 de enero).
44) Mañana
sigo viaje a Budapest, Hungría (día 22 de enero, todavía en Münich).
45) Alemania
es un país peronista porque los únicos privilegiados son los niños. Acá los
chiquitos son sagrados. Todo está pensado para ellos (día 23 de enero, horas
antes de viajar de Münich a Budapest).
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