Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

domingo, 24 de junio de 2018

Sueños locos CXIX (Pasillo 79)



  
  Tuve la dicha de volver a mi segunda ciudad en el mundo: Londres (Buenos Aires über alles, desde ya). Me llamaron de la BBC de Londres como productor. Lloré tanto la carta con mis ganas de emigrar que un lector de este humilde servidor me dio una manito para poder arrancar con algo. 

  En mi primer día de trabajo, me mandaron como parte de un equipo a producir un documental sobre las nuevas escuelas de la Masonería en Londres. No voy a mentir: me dijeron que vea y escuche pero, de ser posible, que no abra la boca durante el proceso. La verdad, estaba medio de relleno. Los jefes todavía no me conocían. Tenía mucho que aprender todavía.

  Al final, el documental no se emitió. Pero vale la pena contar cómo fue la experiencia. Para empezar, nos dirigimos a un colegio en las afueras de Londres (no tengo permiso para brindar muchos datos debido a la confidencialidad que rige dentro de la BBC). El edificio me hizo acordar a la Biblioteca de Swiss Cottage, aunque mucho más grande. 

  En la puerta del gran edificio escolar, una rubia de ojos verdes gastados nos esperaba. Me asombró la mirada: parecía poseída. Vestía como una azafata: pollera negra hasta la rodilla, zapatos charolados con tacos, saco azul oscuro y camisa blanca. El pelo lo mantenía en alto con un rodete por encima de la nuca. Desde ya, no me acerqué a darle un beso en la mejilla, ya que los británicos no comparten nuestra usanza. Pero le di la mano y no pude sentirle ningún perfume. Creo que no usaba. Luego del saludo formal, me invitó a pasar la puerta de vidrio. Detrás de mí, una tropa de camarógrafos, asistentes, técnicos y otros productores. Los jefes de equipo se quedaron arriba de la camioneta. De algún modo, quedé yo a cargo de todo. ¡Y eso que me querían callado y solo oídos! 

  Una vez adentro de la escuela, me sorprendió la cantidad de libros que vi. Era una gran biblioteca con un pequeño espacio en el centro para los pupitres de los alumnos. Treinta chicos de diferentes nacionalidades. No vi nenas. Ocho o nueve años como promedio de edad. Todos con la boca cerrada, la espalda erguida, vista al frente. De uniforme. Ninguno con el cabello largo.  

  La profesora comenzó la clase sin presentarnos a los alumnos. Horas más tarde nos diría que quiere que los chicos puedan estudiar bajo la presión de miradas ajenas, desconocidas. Ciertamente, ninguno de los niños reaccionó ante nuestra presencia. Ni nos observaron. Todo el equipo de la BBC rodeaba al grupo de estudiantes con cámaras, micrófonos, grabadores, asistentes, técnicos y demás. Yo me ubiqué muy cerca del escritorio de la profesora, del lado izquierdo, casi pegado a un estante marrón oscuro repleto de libros de cubierta roja. 

 Mi inglés se parece más al de Carlitos Tevez que al de un productor de la BBC de Londres. Sin embargo, me tomé el atrevimiento de hacer una traducción de un parlamento de la profesora a sus alumnos: "Mis queridos hijos, quiero volver hoy a la importancia de la construcción de una sociedad de valores islámicos en medio de un mundo globalizado. No pretendo imponer mis creencias. Sin embargo, creo que el Islam debe convertirse en la religión del futuro. Su teología resume y perfecciona las enseñanzas del Cristianismo y del Judaísmo y, además, simplifica enormemente las cosas. Por ejemplo, el dogma de la Santísima Trinidad, piedra de tropiezo para cualquier entendimiento, queda de lado. Lo importante, mis pequeños, pasa por conseguir la unidad. Todo lo que digo no va en desmedro de otros caminos, al contrario. Ahora bien, eso que algunos descalifican como "islam político" será el objeto de esta clase. Lamentablemente, ciertos grupos de extrema derecha, como los fascistas que gobiernan Austria, boicotean la construcción de mezquitas con pretextos increíbles. Muchachos: el hecho religioso siempre estará atado a la política. ¿Qué es, acaso, la Santa Sede? ¿El Papa no se comporta como un jefe de Estado? ¿Los templos católicos no operan como embajadas del Vaticano? Algo similar vemos en un sinfín de sacerdotes ortodoxos rusos, que trabajan abiertamente a favor de Vladimir Putin. Si miramos al mundo protestante, muchos pastores americanos cumplen un rol deplorable en el aparato de propaganda del nefasto Donald Trump. Puedo citar muchos casos. Pero el tiempo no alcanza. Simplemente, quiero que reflexionen". 

  Mientras la profesora se expresaba de ese modo, del cual me excusaré de opinar, veía cierta tribulación en el rostro trigueño de Abhay, un chiquito de la India cuya familia tuvo problemas con una comunidad islámica de su zona. El niño me dijo que una mujer de su linaje fue asesinada durante una invasión musulmana. Aclaración: cambié el nombre de la criatura para preservar su identidad. 

    Minutos más tarde, luego de un breve receso, la señora profesora siguió con su clase. Dejo la traducción forzada que intenté: "Ahora deseo volver sobre otro tema del cual no debemos olvidarnos: el boicot a Israel. No hace falta que me explaye demasiado sobre las violaciones a los Derechos Humanos por parte del Estado genocida sionista. Les recuerdo que debemos hacer todo lo posible por apoyar a nuestros hermanos palestinos. Nuestra época debe lograr la paz en la región, la cual llegará solamente si se acaba el imperialismo. Por otro lado, es una vergüenza que nuestro gobierno tenga tropas operando en Siria. Más que separarnos de Europa, tendríamos que dejar de ser el perrito faldero de Estados Unidos en todas sus guerras contra el Islam".

 Una vez que terminó la clase, entrevisté a la profesora...

- ¿Podría decirnos qué se hace en esta institución? -

- Sí, nosotros nos ocupamos en brindar una educación de excelencia. Formamos líderes globales. Nuestra meta es crear una élite que mejore los destinos de toda la humanidad. En el caso puntual de este establecimiento, queremos sembrar valores espirituales en un siglo tan materialista como el actual. - 

- Profesora Pike, ¿no cree usted que es una contradicción su prédica casi religiosa dentro de un colegio que se supone perteneciente a la Masonería? -

- Caballero, hago uso de la libertad que mis hermanos me han dado. Por eso mismo, porque creo en la igualdad y la fraternidad, lucho contra la islamofobia, uno de los males de nuestra época. -

- ¿Algo más que quiera comentarnos? -

- Sí, que está usted invitado al pasillo 79, lugar que uso para reflexionar y meditar. -

  Nunca entendí qué hay en el pasillo 79 de ese gran edificio. Consté que dijo 79, no 69. No interpreté sus palabras como una propuesta sexual. Sí vi algo esotérico en su mirada. Por eso me fui de la escuela ni bien terminó la entrevista. No quería ser partícipe de algo oscuro. Tampoco quería drogarme (parecía que había tomado cocaína de tanto que se tocaba la nariz).      

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