El título no trae en sí información nueva: ya se ha escrito y leído bastante sobre la soledad. Tema gastado. Pero acá va algo más remático: no todas las soledades son iguales. La mía, por caso, tiende a incrementarse más y más, como la erección de la erección ante esa mujer que genera una excitación tras otra (convengamos que existen personas muy estimulantes cuya presencia puede llevar el deseo a extremos insospechados). Una radicalización del yo, un fundamentalismo del que está solo y se convence de que su destino es vivir y morir en sí mismo (perdón por tanto cliché).
Voy por una información más nueva todavía: tengo la teoría de que las frustraciones con las mujeres me hacen más militante de mi soledad. Como si traicionar la fidelidad que le debo a mi paz original trajera como consecuencia un gran disturbio emocional. A ver si me explico: uno está tranquilo con sus ideas, hasta que aparece alguien, un alguien que genera falsas expectativas y desilusión. Luego, todo se torna caótico. Más tarde, tras ciertas reflexiones tormentosas, surge otra reivindicación de la quietud inicial, del silencio primero del sí mismo. En síntesis, ¿para qué dejarse tentar por chicas si siempre terminás mal?
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