Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

lunes, 10 de junio de 2019

Sueños locos CXXVII (David Garche y el aceite de oliva El Rusito)



  David Garche quiso darme una lección para toda la vida. Este artista de la seducción - "pua" en términos de la cultura de internet: pick up artist - oriundo de La Plata, además de influencer, es un prestigioso médico psiquiatra. Todo con apenas 33 años. Amén de eso, como todo argentino que le sobra un pesito, ha invertido en el rubro de la cerveza artesanal. También se puso una barbería y un local de tatuajes. Con sus oportunos negocios, negocios de moda en Buenos Aires, ha resucitado una galería subterránea del barrio de Boedo, sobre la avenida del mismo nombre, a la altura de Independencia. Barrio de tango, fútbol, literatura y oportunidades en el nicho eternamente insatisfecho de los millennials.

  ¿Qué lección quiso darme San David Garche? Bueno, yo quería que me trate este gran doctor por ciertos trastornos depresivos y crisis que tengo cada tanto. La soledad me lleva muchas veces a pozos de los cuales me cuesta salir. No soporto el rechazo de las mujeres, el fracaso en Tinder y Happn, la indiferencia de las chicas de Instagram, el bloqueo y las clavadas de visto de las falsas amigas de Facebook, el blanco perpetuo de un WhatsApp sin contestar. Me dijo mi amigo que, debido a nuestra cercanía, no podía atenderme en un nivel profesional. Pero me ofreció una "enseñanza zen", según sus palabras...


- Alan, el Doctor David Garche tiene algo mejor que ofrecerte un tratamiento con pastillas. Vos sos mi amigo y estás para más que andar drogado. Los laboratorios lucran con los zombies que van de la casa al trabajo y del trabajo a la casa sin chistar. Nosotros estamos blindados. Somos los mejores. Pasamos de este siglo, de esta generación de víboras. Disculpá que me ponga místico, soy así y me conocés. Comienzo a delirar y no me para nadie. Bueno, el sábado por la noche entrá a la galería de parte mía (el de seguridad no te va a decir nada) . Unas parejitas van a estar haciendo la previa ahí, antes de ir a bailar a algún bolichito de Palermo. Tenés que mirar y escuchar. Eso nada más. Luego me contás...


  De acuerdo a lo pactado, el sábado por la noche, cerca del comienzo del domingo, descendí a la galería para recibir la lección prometida. Vi un par de parejitas sentadas en el piso, cerveza artesanal de por medio (Garche no quiso que entrase más gente para que el experimento tuviera éxito). Un muchacho de pelo largo y barbita, tipo Jon Snow, el de Game of Thrones, se encontraba al fondo de todo con una rubia, casi al lado de donde la sombra se transforma en oscuridad. Más cerca de la escalera por la que bajé, un chico de cabello corto, barba candado y ojos verdes charlaba con una joven castaña de mirada gatuna reforzada por un oportuno maquillaje.


  La señorita de pelo castaño, en vez de concentrarse en la charla que le daba su noviecito, elogio al Jon Snow porteño: "¡Qué lindo que sos! Me encanta cómo te queda el pelo largo, Tincho". Pese a que los cuatro se reconocían "poliamorosos", Tomy retó a Mili: "Todo bien, flaca. Pero si la vas a hacer, hacela bien. Hacela y que no me entere, que no te vean, que no me cuenten. Ya lo dice la canción, ¿no?" Pili, la rubia, se rió sonoramente. Mucho olor a marihuana, la moda de los famosos e insufribles "420".


  Tomy quiso olvidar su "micromachismo". Varón en deconstrucción, cada tanto tenía de esos furcios, expresiones retrógradas de celos muy censuradas por las feministas y los aliados del colectivo de nuevas masculinidades. "El patriarcado nos atraviesa a todes, es un régimen de opresión". Ésta y otras frases solían escucharse en las juntadas de estos jóvenes de clase media y media alta. Alguien hablaría de juventud maravillosa, idealistas de bombas dialécticas, subversivos sexuales, disidencias y manifestaciones contrahegemónicas que "buscan visibilizar una problemática muy compleja". Bueno, en la enumeración de los clichés de los doctores en estudios de género y subjetividad, se me pasa que el chico quiso cambiarle de tema a Mili: "Amor, creo que tenemos que bajar un cambio ahora. Podemos hacer un toque de yoga. La vamos a flashear mal. No me la quiero dar en la pera ahora. Parece que no, pero garpa un touch de meditación en la previa. Ah, para que baje la fisura, me dijeron que un poquito de aceite de oliva te deja regio. No sé si querés probar...


  No sé por qué, pero de un tiempo a esta parte, se puso muy de moda el aceite de oliva y no solo para la comida: se comenzó a usar masivamente para el pelo, la piel; para masajes, como lubricante sexual y para más funciones que no recuerdo. Digamos, se convirtió en un producto imprescindible en todas las casas de clase media y media alta (los sectores populares no pueden darse ciertos gustos). Hernán Rusich, un amigo de Santa Fe, me decía que lo único que conserva de judío es su amor por este brebaje comodín y el espíritu emprendedor, cualidad esta última muy valorada en la actualidad. Por eso mismo, en medio de su diáspora personal, rescató sus resabios de judaísmo y montó un negocio de venta de... Sí, adivinaron: aceite de oliva. Se le ocurrió jugar con los estereotipos de este país de inmigrantes y puso un nombre en las etiquetas de las finas botellas de vidrio: Aceite El Rusito. Pese a que el producto era oriundo de Mendoza, a la chusma de la Ciudad le excitó la idea de pensar en las colonias judías de Moisés Ville y todo el Litoral. Las capas cultas de la Argentina sentían culpa por el pasado antisemita de sus padres y abuelos. Creían que comprarle a comerciantes hebreos servía como expiación de pecados pasados. 


  Se preguntarán por qué tan larga digresión sobre el aceite de oliva y sobre Hernán Rusich, el Rusito. Pasa que también es amigo de David Garche, el psiquiatra influencer. Este último le recomendó al comerciante descendiente de judíos que introduzca semen en algunas botellas de su producto. Lo dijo en chiste al principio. Pero luego explicó que el esperma, que contiene hormonas masculinas, podía servir como estimulante sexual y como complemento proteico, ideal para personas veganas. Cuestión que una broma, un simple comentario al pasar, se transformó en una edición limitada "black XXX". Sí, botellas negras y las tres "x". A sabiendas de lo snob que es Buenos Aires, no hace falta que diga que esta versión causó furor y se vendió como pan caliente en Mercado Libre y en sex shops. Increíble. 


  Tomy iba a darle un trago inaugural al aceite de oliva, como para que Mili se sienta con confianza. Pero David Garche hizo su entrada triunfal y felina y pateó la botella con suavidad (no se rompió). El contenido volcó, pero no del todo. Poco más de la mitad. Los jóvenes no entendieron nada. Tampoco se enojaron. Sabían que habían sido invitados a tomar cerveza artesanal y a ir a la barbería a cambio de nada. Incluso, Pili se tatuó una flor en la cola sin poner un peso. El psiquiatra influencer me miró y miró también a una cámara que se hallaba a mi lado. Casi como la famosa "joda para Tinelli" de la década del '90. Un psicópata bello de ojos claros que quiso darme una lección zen. Él se fue. Pero Tomy, Tincho, Mili y Pili pasaron las manos por el aceite caído en el piso y comenzaron a llevarse tan caro producto a sus rostros y cabellos. "Oro líquido", repetían, mientras reían como idiotas.


  Comprendí que mejor solo que mal acompañado.


2 comentarios:

  1. Gordo bufarra quién the VA a querer garchar a vos... Estás destinado a los coitos matginales dr la vila

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