Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

sábado, 13 de octubre de 2018

Pesca en Tinder (por Juan Tierradentro)



Pesca en Tinder.

No es fácil separarse, pero Lucrecia me dijo que si nos divorciábamos, ella no iba a perder tiempo: ese acicate me estimuló a buscar alternativas y probar cómo andaba, después de tanto tiempo, en el inframundo de la seducción.

Los primeros meses intenté dominar y sublimar el deseo a través de el asectismo, el orden, el deporte y la pintura. Pero la líbido presionaba incontenible. No había actividad que logre reemplazar al orgasmo, todo lo contrario: después de la tortuosa represión, venía la masturbación. La calle estaba jodida: en esta enorme ciudad es difícil filtrear con alguien en plazas, calles, avenidas y bares; la bulliciosa humanidad se te viene arriba como un torrente descontrolado, pero nadie te mira la cara. Por consejo de mi amigo Alan Christian, me bajé la aplicación Tinder y salí de pesca. Había de todo: mamás luchonas posando procaces con sus bebés en brazo, como advirtiendo que para montarlas había que hacerse cargo del huerfanito; mujeres obesas de ojos saltones, poseídas por una necesidad obsena de ser serruchadas; estúpidas instragrameras que tenían Tinder por mera expansión de su infinita red de histeria asexuada; veteranas que en vez de fotos atractivas subían memes de frases orientalistas y berretamente panteizantes; maricones desvergonzados que se hacían pasar por mujeres, universitarias mojigatas en busca de nerds solteros, mamás burguesas y veteranas en a la caza de jóvenes de la edad de sus hijos: un extraño maremágnum de voluntades en busca de encuentros eróticos que nunca ocurren. En fin... Tiré un par de "matchs", recibí otros, pero decidí retirarme de ese corso enloquecido de levante estéril. Prefiero seguir con la faena sublimatoria que ser un payaso copulador de ese circo de soledades penosas.

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