La moto negra en la puerta del negocio de Marcelo Levi. David Fiascovich se subió y percibió las miradas de toda la gente de la calle al poco andar: parecía un piloto de carreras dando un paseo por la Ciudad. Jamás se había visto un vehículo semejante en la Argentina. En el tablero computarizado, figuraban palabras en hebreo, pero el joven jinete eligió el español como idioma en la parte de configuraciones. La mañana fresca no le hacía mella: el asiento expulsaba calor. Una sensación agradable le recorría la cola, los testículos y los muslos. Un viento cálido ascendía hasta la altura de la cabeza. Reguló la temperatura porque se dio un proceso de sofocación a los cinco minutos de marcha, casi "efecto vieja menopáusica", según le advirtió el dueño. No temió el gasto de combustible pues, al ver el gran tamaño del caballo de metal, lo supuso portador de un infinito tanque de nafta. Además, el comerciante judío le dio una tarjeta para ir a la estación de servicio. Todo cubierto. Bajó la calefacción por miedo a quemarse la entrepierna y que ello provoque algún tipo de accidente.
- Buen día, ¿David? -
- ¿Levi? -
- Sí, soy yo. Prestá atención: para llegar a Villa Infierno, vas a ir por Autopista Néstor Kirchner. Hay un retén policial. Te van a parar sí o sí. Los polis están asociados con los delincuentes que vas a matar hoy. Pero no tengas miedo: decís que vas de parte del juez Rosky. Eso nada más. Te van a dejar pasar y no te van a revisar. Todos los poliladrones tienen causas pendientes en su juzgado. Agarrados de las bolas. Me olvidé de decirte: en la caja de atrás hay armas. También en compartimentos ubicados a los costados. Sé que has disparado en el campo, cuando eras chico. Bueno, cualquiera puede usar lo que te puse ahí. Juguetes para millennials. Igual, vas a trabajar con la pistola que tenés encima. Es israelí, la mejor de todas. Ah: no te asustes si te disparan. Sus balas no te van a hacer nada. Estás blindado, Fiascovich. Vos solamente llegás al final del pasillo de la villa, entrás a la casa y matás al "Loco" Cristóbal y a "Turrón" González. Los matás, ¿eh? No que queden heridos: ¡los matás bien muertos a los dos y a los indios que se te vengan! Van a estar durmiendo la siesta. Los tenemos estudiados. Los hacés mierda a todos, ¿entendiste? -
- Sí, Señor Don Levi. -
- Sos un idiota. El Señor está en el cielo. Bueno, no te hablo más. Estás manejando. No te distraigas. No parés a hablar con nadie ni te hagas el lindo con las mujeres: la moto no es tuya. Te la prestamos para realizar una operación. Espero que te quede claro. Estás arriba de una nave espacial. Irrompible. Pero sí le pasa algo, me vas a pagar peso por peso. Te voy a prostituir con viejas de plata por estúpido. Suficiente por ahora. Cambio y fuera.-
David Fiascovich se reía mientras manejaba. Pensaba en Levi y sus ocurrencias y le causaba gracia la cara del tipo: rulitos negros, lentes, sonrisa perpetua incluso en momentos de enojo. Todo un comediante judío. Tránsito fluido en la autopista, ideal para seguir con la carcajada. Villa Infierno se halla lejos en transporte público, pero se llega muy rápido en un vehículo particular si se está dispuesto a pagar los elevados peajes (son tres).
Esta historia continuará...
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