Better Man

  A algunas les cuesta admitir que uno es mejor que muchos. Otras, en cambio, tienden a volver sobre sus pasos, aunque lo hagan de manera lenta, misteriosa, casi literaria. Puede que caiga en fanfarronería al decirlo, pero manifiesto en esta ocasión que no comprendo la elección de muchas; las elecciones, - sí, en plural - erradas, a mi entender. A ver si me explico: ¿qué tienen otros que no tenga yo? Me creerán soberbio, ordenado en una estructura de amor propio exagerado, montado sobre un orgullo patológico. Quizás. Puede ser. No lo sé. Dios me perdone si me dejo llevar por la vanidad, por creerme bello al decir de gente que me rodea (no hablo de mi madre, claro que no). Es probable que me piense más inteligente y bueno de lo que soy. No sería alocado considerar que la realidad estribe en que a veces produzco un discurso exagerado para glorificarme. No lo niego. Estoy abierto a considerar muchos aspectos. Sin embargo, y acá no me va a frenar nadie, ninguno de los que me han sucedido en los brazos de las ningunas puede presentarse como superior en algo a este servidor. 

  La interpretación más común en estos días es que todo depende de procesos subjetivos y que las elecciones afectivas no se basan en grados de comparación sino en pasiones, conflictos, cosas del momento, hormonas, química y la mar en coche. Maybe. De todas formas, seguiré defendiendo mi partido de creerme un buen partido. Ahora, admito que alguien podrá decir que soy pésimo ya por el mero hecho de hacerme una apología ante la carencia de elogios ajenos. Sin embargo, de parte de otra gente hay flores hacia mí. Reconozco, sí, que fallan las correspondencias y que el mundo se me hace barullo entre el rechazo de las deseadas y el rechazo a las que me desean. It´s very difficult. 

 Pese a la totalidad de los mundos que han colisionado cerca de uno, quiero decir que guardo como expectativa tener revancha de un partido que no se pudo dar, que no se jugó. Entiendo que hubo una suspensión del encuentro por miedo del visitante. No es fácil jugar en Buenos Aires, en la cancha de River. Confieso, sí, que la no disputa del encuentro me causó una profunda sensación de derrota, sensación que marcó mala parte de mi 2016. Es más, hasta me enfermé luego de no haber salido a la cancha a jugar. Fue terrible.