Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

domingo, 17 de marzo de 2019

Un episodio en la vida de la pintora viajera




  Una mujer con mil hombres en cada puerto. ¿Qué digo "mil"? ¡Millones! ¡Y eso que no tiene Tinder, Happn, Instagram y otras redes para atrapar bichos! Ella caza según la vieja escuela: bar, reunión de amigos, tragos; la juntada se prolonga en casa de alguien y aparece algún porro y otras drogas. Algunos se van. Queda solita con el galán eventual. Entonces...

  Primero, como siempre, un beso. Sentados en un sillón. Le acariciás la barbita al joven escultor/profesor/arquitecto/heredero/ lo que sea que haga (mientras no sea policía, aceptás cualquier ocupación o desocupación, siempre que te atraiga físicamente el individuo, obvio). Las manos de ambos se enloquecen y tocan hombros, cuellos, nucas. Pecho contra pecho. El hombrecito se te tira encima. Te mojás. Desatarse los zapatos, desabrochar cinturones y camisas, ¡cuántas complicaciones! La excitación genera torpezas que mejor no detallar.

  Ya desnudos en el ancho sillón, él se tumba boca arriba y te ofrece su obelisco listo para ser montado. Pero vos descendés, con boca jadeante, sin importar que no se haya lavado el pito. Empezás a chuparlo con ganas, mientras le tocás los huevos con la mano derecha y con la izquierda le rozás el muslo. Lo querés ver acabar. Cada tanto, lo mirás a los ojos, los tuyos tan claros. Sabés que eso calienta. Volvés a tu hacer. El miembro se agranda sobre tu lengua y deja escapar pesadas gotas de esperma. Como es tu costumbre, escupís la leche a un lado: aprovechás los ojos cerrados del gimiente y soltás discretamente el obsequio.

  Antes de que se baje el dragón lácteo, te montás en un viaje sin igual. Primero, te agitás despacio, como para enderezar la erección. Segundos después, vas rápido, para adelante y para atrás. El muchacho siente algo de cosquillas, pero sabe que mantener la posición es lo menos que debe hacer luego del mejor sexo oral de su vida. 

  Acabás una, dos, tres veces. Orgasmos múltiples. Apoyás las palmas sobre los pectorales del jovencito de turno y te dejás fluir. Cada tanto, ponés las manos atrás de la espalda y te tomás de las piernas del bienaventurado. Te gusta variar levemente la postura y, ya no apoyada en las rodillas sino en las plantas de los pies, te abrís más y permitís que tu amante contemple un hermoso panóptico de su pene y tu vagina de escasos vellos castaños.

  Tu entrepierna bien estrecha encierra infinitos sueños. Tu ginecóloga se sorprende y tus machitos te adoran. 

  Ya gritaste varios goles con tu clítoris todopoderoso. Tomás siempre la iniciativa. Pero después dejás hacer, dejás que te hagan. Luego del bucal que le regalaste, tardará tu chico en terminar su obra. Va arriba. Con la excusa de besarte, se tumba en vos y descansa su cuerpo en el tuyo. Se mueve con algo de lentitud. Quiere juntar fuerzas. Sabe que un "misionero" bien hecho implica una flexión de brazos sostenida. Lentamente, se despega de vos y procede con un bombeo cada vez más intenso. Gemís sin importar que te oigan los vecinos. En el fondo, te enorgullece que te miren con morbo al día siguiente.

  Tu jinete ocasional consigue su cometido y te satisface ser la causa y el destino de su eyaculación. Aunque solamente acabás arriba, te encanta tener a un hombre encima. 

  No te agrada el sexo con condón. Así que tomás píldoras anticonceptivas. Creés que todo estará bien, tal vez por eso de la famosa "intuición femenina". No solés elegir a los machos alfa porque no te llaman la atención. Vas por el lado de bohemios medio vírgenes, con la seguridad de que no tienen un pasado del cual preocuparse...

  A todo esto, yo me masturbo pensando en vos todas las noches. Este cuadro violento viene a mi cabeza cada vez que me acuesto. Me la sacudo cuatro veces seguidas como nada. El pecho se me expande y siento este vicio como una forma de suicidio diario. Envidio profundamente a los afortunados que te gozan semana a semana. Ojalá pudiera tenerte alguna vez. 

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