Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

martes, 14 de agosto de 2012

El boliviano


 
   Vamos a hacerla corta porque no me sobra el tiempo. Abel es el clásico porteño burgués hijo de italianos. Alto, ojos vistosos como aceitunas, tez rosa como jamón, pelo negro. Bien tano. Estereotipo perfecto de argento tradicional. En su forma de ser también es muy obvio: Un poco machista, un poco racista, un poco todo. Lo que hay que destacar es que tiene un corazón grande como una casa. Susana, su mujer, es una simpática señora amante de las bromas y los chistes de mal gusto.
         Una tarde ella puso a todo volumen la siguiente canción...


Si un boliviano
se la coge a su mujer,
usted ya nada puede,
puede pues hacer.

Y si un bolita
se la garcha a su mujer,
que hoy se lo garche,
se lo coja a usted también.

Si un boliguayo señor,
si un bola sucia patrón,
se la coge a su amor
que se la coja con amor.

Si un boliladri ladra
ladre usted también
¿pues que puede, puede
usted hacer y no hacer?


    Susana hacía chistes sin cesar. Parecía que la gordita iba a estallar de la risa. El dorima la quería acogotar. Ella, al verlo cada vez más enojado con los chistes de bolivianos, proseguía con sus bromas pesadas. Así hasta el anochecer.
      Al atardecer del día siguiente, Abel llegó del trabajo y se encontró en su cama a un boliviano desnudo sacudiendo su cuerpo a toda velocidad. Se escuchaban los gritos salvajes de su señora. Él se acercó corriendo para golpear al gordo de tez marrón y se encontró con que estaba solo. ¿Quién gritaba si no era su mujer?
         Ella gritó "sorpresa" y aparecieron en escena todos sus amigos que habían estado escondidos en el baño lateral para saludar a Abel por su cumpleaños. Susana había grabado esa canción perversa que casi la deja viuda (su marido casi se desmaya). El boliviano era un vago que recibió 150 pesos por su gloriosa actuación. William Mamani hizo de sí mismo: Un atorrante, macho lechero y cogedor, que se encarga de cagarle las minas a los demás. Lo que no contó este actor improvisado a la gorda que lo contrató es que él es así de feo porque siempre lo cagan a trompadas cuando se mete en polleras ajenas...

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