domingo, 24 de marzo de 2019

Sueños locos CXXIV (Aviones de la Patria)



   Una tarde de septiembre, tu cumple. Algunas semanas antes de la primavera, querido Tiago. Nos reencontramos luego de algunos meses, que sentí como años. Llegué a tu casa y saludé a todos al mismo tiempo. No quise presentarme uno por uno. No por falta de humildad sino por cierta pereza mezclada con algo de pánico escénico. Mucha gente en la terraza: toda tu familia extendida y tus amigos medio pelados. Di una sonrisa general y me presenté sin más. ¿Para qué tanto? Llevaba un pantalón de vestir negro, un saco gris casi celeste - si tal color existe - y una remera oscura debajo. Como un Kicillof, pero mucho más alto y fornido. Y con una actitud menos sobradora, claro. Porque muchos enanos padecen el complejo de Napoleón, ¿no? Al bajar a tu living, vi a varios desconocidos sonrientes salir del sótano que yo mandé construir cuando te fuiste de vacaciones a Indonesia. No entendías cómo en tan poco tiempo apareció una sala de juegos bajo tierra. Sin embargo, supiste rápidamente quién tuvo semejante idea. Me llamaste para cuestionarme la invasión a tu privacidad. Yo negué todo. "No me dedico a la obra privada, amigo. Manejo la cosa pública. Vos viste cómo es esto." Te dio bronca y cortaste la comunicación. También me bloqueaste por todos los medios habidos y no habidos, pero supe deshacer el virtual hechizo de la muerte en vida con maestría. Ni el guionista de Black Mirror podría urdir una trama que me tuviese como perdedor...

  Volví a la terraza después de inspeccionar mi hermosa hechura subterránea. Suele escucharse una frase de falsa modestia por ahí: "Se hace lo que se puede". Bueno, yo hago lo que quiero. Total, me arreglo con Dios. No olvido el espectáculo que te regalé. "Tiago, amigos y familiares de Tiago, miren al cielo, por favor. En minutos verán a la comitiva del Presidente". 

  Pasaron unas máquinas casi redondas mitad helicópteros y mitad aviones de la Gendarmería Nacional. El vuelo bajo permitió que viésemos con claridad a los pilotos y acompañantes. Los parabrisas anchos y generosos dejaban vislumbrar el interior de esos monstruos nunca antes observados por el cumpleañeros y sus invitados. Acto seguido, algunos metros más arriba, unos cazabombarderos de la Prefectura Naval Argentina partieron el cielo con sus alas blancas y las franjas azules con las anclas en el centro. Te sorprendió el armamento de los patitos. "¿Estos pibes no usaban barquitos nomás?" Tiago, ¿cómo cuidamos la riqueza de nuestros mares si no contamos con las herramientas adecuadas? Además, equipar como corresponde a las Fuerzas de Seguridad no va en desmedro de la Aeronáutica o el Ejército. Hay fierros para todos, papá. Si yo una vez te dije en tu terraza que uno debería poder lanzarse en paracaídas desde un vuelo de línea, con el fin de evitar ir hasta Ezeiza, ¿por qué no habría de dar al país ideas más alocadas todavía? Y sí: si un burgués vive en Palermo y justo el bicho de Air France surca el espacio aéreo de su barrio, ¿no vamos a darle una comodidad al pasajero? La puertita de atrás y un saltito: listo para caer sobre la zona de parques. Porque tampoco el hombre se nos puede morir atropellado por un 141 en la Avenida Santa Fe, ¿no? Bueno, para eso están los motodrones, que te estacionan en el balcón de tu casa. Pero muchos prefieren la adrenalina de un salto limpio. Qué sé yo. ¡A Menem lo trataban de chiflado y mirá ahora! Un escritor de ciencia ficción también es un científico y un inventor.

  Para cerrar tan magnífica demostración de poder, un largo cohete rojo pasó justo justito por encima del cuarto que reservás para los huéspedes. "Miren ahora sobre el cuartito". No podían creerlo. "Señores, no es la Segunda Venida de Cristo sino un castigo a los terraplanistas. Si alguno de ellos está presente entre nosotros, sepa que lo vamos a seguir vacunando". Así hablé, como un loco. Como siempre lo hice. 

  Todo muy lindo, pero ella no estaba. Te llamó y me pasaste el teléfono. Conversamos brevemente. Te devolví el aparato. Mi don de clarividencia me explicó el porqué de tu cara: creíste que revisé tu celu en busca de fotos suyas. "Para acceder a la galería de imágenes, tenés que activar el comando de voz. Tranqui, Tiago".    

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