Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

sábado, 1 de diciembre de 2018

Noche sin filtros (por Juan Tierradentro)



Noche sin filtros

Es sábado a la noche en la Argentina. Miles de vaginas dentadas y penes ávidos de cuevas abandonan por un momento las aplicaciones y salen a la realidad. Ya no hay más filtros: lo único que puede matizar las caras poseadas, los dientes chuecos, los ojos cansados, las narices torcidas y toda la fealdad que se oculta con la tecnología queda expuesta, a la vista, en un roce beligerante con el mundo de las formas. Se acabó el glamoroso retoque, la certera prestidigitación y el hechizo de los matices lumínicos que filtran las asimetrías naturales. Y es ahí donde estos seres enfermizos sufren, se esconden y buscan las sombras, cual lagartos asustadizos. Allí afuera hay una sola posibilidad de subsanar aquél glamour que aletea (frenético y pertinaz) en esas moradas ficcionales que son los perfiles de Instagram, Facebook y Tinder: emborracharse, drogarse y aturdirse con música, con conversaciones acelaradas y vacuas. Estos sucedáneos son los gemelos de los instrumentos tecnológicos que convierten a una vulgar muchacha de barrio en una firme estrella que tiene un orgasmo por cada maldito like, a un obrero u oficinista alienado en Francisquito Tinelli o en Maluma. Y ahi están, bailando, garchando, guiñándose los ojos, astros pueriles que reverberan en la noche de la evasión. Yo los espero sentado, en silencio, para confrontarlos con su cruenta verdad. Yo los laikeo, ellos me laikean;  por momentos me hundo en los síntomas de su enfermadad. Soy su médico, los voy a curar, pero los tengo que conocer. Conmigo no pasa nada. No adolezco del mal pascaliano: puedo estar en mi habitación sin hacer nada durante horas. Es sábado a la noche en la Argentina, noche sin filtros. Nos vemos por ahí.

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