Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

sábado, 8 de septiembre de 2018

Análisis letra "Vencer el tiempo" (por Juan Tierradentro)



Análisis de la canción "Vencer el tiempo", de Almafuerte.

  En muchas de las canciones de Almafuerte se trasluce la visión cristiana del despojo de las inmundicias y se deja entrever ese impulso vital que propende hacia el retorno a la unidad primigenia: “Todos se fueron de acá, pero yo me estoy llegando, no me importa el que dirán, sólo lo que estoy sintiendo”. Da la sensación de que el Adán expulsado tiene, miles de años después, la posibilidad de volver a auscultar el paraíso vacío. Harto de los dioses del Olimpo y de experimentar las pasiones prohibidas en el contrato inicial con Dios, vuelve a llegar y ve, oye y se siente despojado de las murmuraciones de los que se fueron: porque no sólo estuvieron Eva y él, sino también todos los seres humanos que nacieron y murieron. Como dice el místico cristiano Meister Eckhart: “No hay quien no haya estado inmerso en las verdes praderas encantadas, pero las rechazó al oír los desaforados arrullos de las pasiones que viene de afuera”. El afuera es el mundo. “Siento vivo el corazón, resistiendo a campo abierto la tormenta más feroz y el embate de los vientos”. El anhelo del retorno no resulta fácil: el campo se abre a lo Sagrado, pero la conciencia está abarrotada de inmundicias: miles y miles de años han reducido al Espíritu a un mero despojo racionalista con los instintos primarios destruidos: enfrentar el nuevo panorama (que, paradojalmente, es la “vieja patria celestial”) se asemeja a una feroz tormenta y los vientos de semejante calma son un embate: salir de la corriente y afrontar la mismísima nada fuera del tiempo puede ser perturbador. “No he de negar que no la estoy pasando bien últimamente, pero yo no siento miedo: quiero aprender a estar con la nada frente a frente para vencer el tiempo”. La poesía de Almafuerte está plagada de sinsabores, traiciones, incomprensiones. A Iorio no le tiembla el pulso al auto señalarse como un “perro cristiano”. Imagen dura del hombre apaleado. En otro pasaje de su Evangelio, nos dice: “Amarga Cruz de sal cargo desde el momento de nacido”. No la pasa bien: se suicida su primer mujer, los amigos lo abandonan, se suicidan ex compañeros, su universo se desintegra, pero no siente miedo, quiere aprender. Como dice Whitman: “La madeja del hombre está en el tiempo, es el tiempo mismo”. Eso es lo que quiere aprender: a vencer el tiempo, la raíz, el alma mater del sufrimiento humano. “Estoy muy cerca del mar, pero lejos de la red, no se si me internarán, o si me interne”. Está cerca del agua, del agua que contiene una profundidad abismal: el mar como metáfora de la disolución del yo en una pureza traslúcida, vibrante. Todavía no se zambulle de lleno: la red, el mundo, está lejos. Pero todavía se debate en la duda. Piensa: “No se si me internarán”. A punto de terminar con la faena, sigue pensando en ellos, los que se fueron del Paraíso. “Devastadores del consciente general, intentan hacerme sentir un mal pensado”. Hay cierta culpa y malestar por lo que los otros dicen. Consiguió la llave, le abrieron las puertas, pero la rabia sigue ahí. Él conoce bien quiénes son los devastadores de la conciencia. Los vio en la estación de Liniers, en las discográficas; son los políticos, los farsantes de la farándula,; quizás los vio hasta en la Escuela Científica San Basilio, puede que se lo hayan dictado sus amigos del “otro lado”. Tal vez Iorio haya podido vencer al tiempo y no quiso. O no pudo. Antes de cortar con la lejana red, hizo la Cruz frente al cercano mar y volvió al amarre de la ciudad central, respondiendo al llamado de la mano de cemento etéreo.

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