Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

miércoles, 29 de agosto de 2018

Vendedores de lapiceras de Jesús



  Un pegador empedernido me chicaneó la otra vez con un "¡andá a escribirle a los vendedores de lapiceras de Jesús!". Todo por un texto donde elogio el esmero y la humildad de un trabajador de la economía popular. Sucede que voy por la vida con la mirada fotográfa de lo simple. La comunidad suele honrar a héroes y santos sin pensar que ellos, seres egregios, surgieron de lo colectivo silencioso. Porque hay mucho heroísmo y santidad por ahí que no trascienden en la historia. Sin esos ejemplos anónimos de virtud, sin esas redes de buenas personas de bajo perfil, no habría posibilidad alguna para la aparición de almas grandiosas. O tal vez me equivoque, no lo sé. Pero aprovecho la ocasión y saludo a otro amigazo de Cristo: el 7 de agosto, en la Estación Avenida de Mayo de la Línea C de subte, un señor pelado me vendió alfajores Vauquita con gran amabilidad, con una actitud bella y serena que me permitió ver el fondo de su corazón puro. Mi don de clarividencia me dice que ese sujeto es un gran hombre. Un señor que sale a la calle a ganarse el pan con alegría, con esperanza. Alguien en cuya mirada no hay atisbos de lamentos. Ese buen cristiano celebra el milagro de estar vivo. Vaya mi oración, mi bendición y mi reconocimiento hacia él. Estos espíritus de luz nos iluminan día a día en la oscuridad subterránea de la rutina.

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