Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

domingo, 8 de julio de 2018

Siempre algo más allá (por Juan Tierradentro)




  Siempre algo más allá

Camus decía que el marxismo pone a la Historia por encima de lo individuos. Qué peligrosa idea: darle entidad a la Historia, como si fuera un espíritu, una substancia ajena a los seres humanos. Qué gran error no ver que eso a lo que se le dice Historia no es más que una parte de la corriente de la conciencia, una contingencia de la acción del hombre en el mundo. La Historia es el residuo del devenir de todos los que pisamos esta Tierra; vivos o muertos, da lo mismo. Pero nada ha de extrañarnos en el recinto de las ideas, esos laberintos asfixiantes que más temprano que tarde emanan substancias deletéreas, venenos que ahorcan con la fuerza de lo viejo a los perfumes de la libertad.  Todas las ideologías inventan un algo que está por encima de los individuos, es el anzuelo hipnótico que seduce a todos: cultos e ignorantes, brutos o refinados, fabricantes de entelquias y hombres de acción: Dios, Dioses, el Tiempo, el Estado, la Historia, un Maestro, el Arte, la Ciencia. Pero el error perceptivo "de base" es el mismo en todos los tiempos y todas las culturas. Nos cuesta ver que todo eso que tiene nombre, margen, límite, culto o expresión, y que sale de nuestras cabezas, somos nosotros mismos. Incluso la idea más sublime de todas: Dios. No digo que Dios no exista, digo que ese Dios del que hablamos es una proyección glorificada y perfeccionada por estos animalitos simbólicos y bastante irracionales que poblamos este planeta. Y lo que para un cristiano es Dios, para un comunista ateo es el Estado. Es siempre lo mismo. Y los tiempos que vienen son cada vez más difíciles: la promiscuidad que busca entes que nos trasciendan será cada vez más prolífica. Ya hay naturistas que hablan de los derechos  de las plantas y mastican con silencioso regocijo la aniquilación de buena parte de la Humanidad: los Hitler Verdes. Cuando la confusión, la locura y el crudo egocentrismo se precipitan alocados por este sendero en el que marchamos ciegos, las desagradables sorpresas se enseñorean en la punta de nuestra nariz, y no las vemos.

  Como dice el Poeta de la Patria, "sé vos, no más, y al mundo salvarás".

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