Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

lunes, 28 de mayo de 2018

Señora católica (por Juan Tierradentro)




Señora Católica.

¿Quién la mando, señora, a cortarse el pelo como un hombre? ¿No ha visto cómo sus lentes culo de botella, de marcos negros, agrían esa faz que otrora pudo haber conquistado el mundo? Porque sí, toda mujer en la frescura de su juventud puede hacerlo: toda mujer puede reventar la tierra con el resplandor de sus años mozos. En cambio, usted jamás disfrutó del sexo, se sometió biblícamente al aburrido y autoritario glande de su marido y después de los 30 jamás se permitió gozar de la fisonomía de otros hombres, llena de miedos tempestuosos, grabados a fuego en los salmos de ese violento, frío y oscuro libro al que usted se sometió con pavor de borrego. Así es usted, señora católica: el sexo y el placer solo para la reproducción y  hoy se mira al espejo y lo que aparece es un espectro que se replica en serie en todos los barrios y todas las iglesias de este maldito país. No la condeno, señora, pero una rebeldía candente se apodera de mí cuando veo lo que usted hizo con su sexo y sus pasiones. Lo que usted le hizo a su espíritu y a su cuerpo en nombre de un dios que nunca vió y nunca verá: porque Dios existe, pero las pasiones que usted domó con estoicismo jamás le dejarán ver la Verdad. Porque a la Verdad se llega llevando al extremo a las pasiones y los instintos. No se llega rezando, ni tapándose los ojos, ni cortándose la lengua, ni a través de una vetusta castidad con olor a naftalina. Perdone si la ofendo, señora católica, no es mi intención. Su prototipo se está agotando, un nuevo tiempo se avisora y un ejército de jóvenes impúdicas y libertinas ganará el cielo y el protagonismo que usted buscó en la piedad egoísta y la estúpida caridad. Quizás ellas no conozcan la verdad, porque son apenas la reacción erótica a la sociedad conservadora con la que usted frotó su clítoris seco, pero al menos gemirán más que ustedes, al menos descenderán en vida al Infierno y quizás, de tan putas y liberadas, alguna conozca la Verdad...pero usted, señora católica, usted, mejor dejémoslo ahí...

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