Y ahora, Roberdán Lolamora descansa. Hablo yo entonces, puro yo, yo puro, de Alan Christian, el agitador facho libertario de la Patria del Papa Francisco y de Javier Milei. ¿Era así, no? Anyway.
Trazo con fatigas una autopista de fantasías. Eso, o nada. O pregunto por los hombres solitarios. ¿Nos corresponde algo, además del desprecio del orbe?
Como diría una peli o serie yanqui, "no soy popular". ¿Cuántos hemos muerto en vida bajo el peso de una cultura terrible en todo el mundo? Las mieles del éxito me resultan caras, inaccesibles. Otros osos glotones se empalagan con ellas. Me queda la sal de la soledad y el consuelo tonto de haber inventado la palabra "saledad".
Y sí, soy un estúpido. Nunca fui popular. Tal parece que nunca lo seré. Temo que me pase la vida en este pozo de indiferencia.
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