Nace de la angustia, nace. La fuerza de una generación que se cree nueva, pero que genera cambios de colores, seguridades ficticias, colapsos sin igual. Papeles, papeles al viento que tapan las piedras. Papeles al viento que esquivan con habilidad las tijeras de los malotes. Un juego de pocos padecido por muchos, muchos más que la ven de afuera, la ñata contra el vidrio y el corazón hecho mierda y dolor. Sí, la expresión no suena bien. ¿Para qué un buen decir cuando quiero transmitir la fealdad de un dios vendido en pedacitos, la impostura de una religión que vende paz porque nos quiere muertos?
¿No se entiende lo que digo? Pensar. Pensar. Porque lo mejor ya pasó. Queda juntar sobras de dignidad para armar un ser humano mejor, capaz de armar otros seres humanos mejores, capaces de amar.
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