Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

viernes, 10 de noviembre de 2017

Sueños locos CIX (Hija de la mafia)





  La última vez que la vi a Ludmila fue una noche húmeda de verano. Dijo que se iba a ir de Buenos Aires, que la perseguían para matarla. Yo no la entendía. Siempre me pareció una piba rara. Sinceramente, me gustó desde la primera vez que la vi. Intenté seducirla todo el tiempo, pero toda era en vano. Nunca supe si durante el transcurso de nuestra amistad intimó con alguien. A veces creía que era lesbiana. Solía hablar con desdén del sexo masculino y gustaba de ir a las piñas contra los idiotas que la acosaban en la calle. Me excitaba verla pegar. Sabía artes marciales, idiomas, artes. Una chica perfecta. No recuerdo bien en qué país extraño de Europa del Este había nacido. Tenía un acento especial. 

- Alan, acabo de matar a un hijo de puta que se metió con mi padre. Te pido por favor que no me jodas. Quiero dormir tranquila. Si querés, te podés quedar, pero no hagas ruido. Hace calor y mañana me tengo que ir a la mierda. -

  No supe qué decir. Estaba en su casa. Silencio total. Prendió el aire acondicionado y se tiró en la cama boca abajo. Junto a mí, un tío de ella la observaba: Ludmila estaba solamente con una tanga negra. Lucía una hermosa piel bronceada y llevaba el cabello castaño bastante largo. Miré al tipo de pelo blanco y ojos verdes: le pedí que se fuera con la mirada. Se dio cuenta de su error y se retiró. En verdad, yo tenía las mismas intenciones lascivas que él, pero lo mío no iba por el lado del incesto. Además, yo la quería a la flaca, lo que no es poca cosa.

  Una vez que se fue su tío, el eslavo viejo y libidinoso, se sacó la tanga y volvió a ponerse boca abajo. Me miró y se río. Me acerqué despacio. Una vez sentado a su lado, le hice masajes en la espalda. "¿A mí también me vas a matar, linda?" Se reía. Le corrí el cabello e inundé el cuello y la nuca de besos, besos que le tenía reservado desde hace meses. Seguí el recorrido de modo descendente, un descenso al Reino de los Cielos. Ya en el ano, le dediqué largo tiempo a complacerla. "¡Métemela o te mato, hijo de puta!" No le hacía caso. Seguía en lo mío. Me tiró fuerte del pelo: "Si no cumplís con lo que te digo, te vas muerto". Le hice caso. Ella seguía tendida. Me coloqué encima e ingresé por ambas entradas a la estrecha senda de la salvación. 

  Aunque parezca cuento, tenía apenas veinte añitos. Pero vivía y mataba como una mujer grande de allá de Europa Oriental. No sé cuánto había de verdad y de mentira en sus palabras. Pero las armas las tenía: yo las vi. Hasta había ametralladoras en su armario. Y no es que le pertenecían a algún familiar sino que vivía sola. 

  Ya a la mañana, me abrazó llorando y me dijo, con varios silencios en el medio, que "es probable que no volvamos a vernos. Me tengo que ir. Fue un gusto haberte conocido. Gracias por todo lo que me cuidaste. Te pido por favor que no aparezcas más por esta casa. Te lo digo por tu propia seguridad. Algún día, cuando pase todo, tal vez venga a visitarte". Todavía sigo esperando... 

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