Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

martes, 15 de agosto de 2017

Sueños locos CI (El coronel coreano)



  Avenida Luis María Campos, el Hospital Militar, en el barrio porteño de Palermo. Un contigente de soldados americanos cuidaba las instalaciones y vigilaba de manera obsesiva a los prisioneros norcoreanos internados allí. El gobierno macrista tomó partido por los Estados Unidos, obvio. Aunque no me simpatice Macri, creo que estuvo bien en haber apoyado a Donald Trump en una guerra por la libertad. Porque Corea del Norte bombardeó Japón sin justificación alguna. Hasta antes de eso, le tenía respeto al feudo estalinista.

  Entré a la sala de espera y saludé a los militares estadounidenses. También paraban gendarmes argentinos en el mismo espacio. Los hombres de armas confraternizaban animadamente hasta que este civil que soy yo fue a perturbar la paz de los guerreros. "Chicos, ¿ser soldado es más duro que estar en Gendarmería, no?" Un gringo pelado de ojos celestes me miró con cara de culo. Entendió todo lo que dije porque su mujer era mexicana y le enseñó español.

  Me sentí incómodo ante la no respuesta de esos varones. La mayor frustración de toda mi joven vida es no poder ser un hombre de armas. Ajeno a ese grupo de héroes, quise que algún acontecimiento corte todo ese silencio de mierda, silencio podrido, nauseabundo. Gracias a Dios, pasó algo que me quitó de todo eso...

  Un coronel coreano, todavía convaleciente, paseaba por los jardines del hospital con total tranquilidad. Los americanos lo vieron y creyeron que quería escapar. Todo se volvió gritos, sirenas, disparos al aire, ruido de helicóptero. Un tanque de guerra arrancó de su siesta y fue detrás del militar rojo.

  El coronel coreano, casi un personaje de Street Fighter, caminaba sin importarle todo el despliegue montado en torno a su figura. Marchaba erguido, con el pecho al sol y las manos atrás. Miraba de frente, sin soberbia, con paz oriental.

  El tanque de guerra fue derecho a aplastarlo. Él miró con su ojo izquierdo el andar de la máquina contra su humanidad. Dudó y se apoyó en el ojo derecho, portador de un dispositivo electrónico capaz de distinguir entre hologramas y objetos materiales concretos. Porque los americanos tienen una tecnología que permite multiplicar vehículos en la visión del observador, algo así como la estrategia de Rommel, pero en el siglo XXI. El caballo de acero era real, no un fantasma creado por computadora. El oficial del régimen de Kim Jong-un esquivó a la bestia tirándose contra un cantero lateral. 

  Segundos después, los americanos lo apuntaron con ametralladoras, lo llevaron a su cama y lo ataron. Yo quise sacar una foto del coronel coreano, pero me quitaron el celular.  

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