Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

domingo, 11 de junio de 2017

Todos los mundos posibles



  Decir nomás que no haya más muertes por matar. Ningún dios dragón drogón que se redima con la vida del hombre. Palabras sean éstas que vuelen hasta un horizonte donde no asome nubes de asombro y morbo ante el dolor en los otros. Pecado es haber pecado pero pecado peor el persistir con el yo de ayer, esa obsesión de ganar ganando en derrota de demás (los). Revolución el asumir que no hay un minuto de silencio que pueda homenajear la fuerza de una voz que se ha perdido entre cielos y tumbas.

  ¿De qué sirve seguir a portavoces de las ruinas? No tienen razón los que abren abismos y echan fuegos por el fulgos que les revienta las venas. Dejad que los niños jueguen al fútbol y verán los seres todos cómo el deporte le ganará por goleada a las matanzas malacostumbradas desde antaño.

  Todo perdón, perdón, perdón. La proscripción a uno mismo, el deseo de un destierro para ver casi de fuera cómo funcionan esos que exteriorizan en permanente su fama del adentro. Pasar, pasar y hacer pasar la brisa que refresque el rostro de miles, convertirse en el milagro de una sonrisa inesperada para el que esperaba una bala (darla o recibirla).

  Un grito de suspiro en las ciudades rurales de infiernos celestiales. Un recorrido, movimiento lento, muy lento, tan lento que la Tierra se detiene un segundo y se hace paz en los brazos de muchos marcados para muerte. Ahí, en ese cuadro, aparece la hermosura de una mañana que limpia el desvelo de años, el pesar de haber ignorado por bastardo el accionar sanador del paso del tiempo, quinta columna de Dios entre varios demonios.

  Y sí, la necesidad de poner un fin a un escrito que se menta principio de algo en un alguien, un vos que me abomina pero que me concede victorias de ingenio. Pero no, no soy yo: un sentido me reclama como salida del sentir de unos cuantos. En medio y en borde de este torbellino de caos y miedo, renuncio a seguir escribiendo este texto en pos de callar y dormir el mar de mi noche.

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