Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

lunes, 1 de mayo de 2017

Sueños locos LXXXVII (Sexo alternativo)



  Una verdad alternativa, aburrida, casi impersonal. Pasillo, baldosas indiferentes, placares cementerios, espejos cruzados. De fondo, una música suave, casi intrascendente, débil, medio verde. Un aire sin aire. Pasos como en penumbras, un nuevo nacimiento antes de otras defunciones anónimas. Una marcha, un hombre hacia abismos largamente deseados. Fragor de nada y poesías, acumulación de frustraciones y suicidios en lágrimas: desamores. Como todo, un tiempo asignado. En la frente, un sudor leve. Tuc, tuc, tuc: corazón constante, desesperado. Camino a la pena máxima, corredor de la muerte. Pasaje, pasaje, pasar, pesar. La soledad en un cuerpo marcado desde antaño. La necesidad es hermana siamesa de la humillación.

 El umbral. El paso. Una iniciación más. En la cama, madre e hija. Entre un verde vacilante y un celeste en danza, los ojos de la muchacha me dieron olvido de la madura sensual. Era oscura la habitación, obvio. La luz es para los laboratorios, la escuela, la cocina. Ciertos menesteres son aliados incondicionales de la noche. Pese a todo, creo recordar su cabello castaño, rizado, atravesado por una vincha amarilla a la altura de la frente. Llevaba minifalda, lógico si se tiene en cuenta su profesión. Si no me equivoco, una remera blanca que poco tapaba completaba el uniforme de esta esmerada trabajadora del amor. 

  Yo, ciego en la más joven. Me preguntó cuántos años le daba. Quiso cortar el hielo. "Diecisiete". Río con ganas, enrojeció, volvió a reír, me miró fijo a los ojos. "¡Ay, gracias! Tengo veintidós." No sabía si creerle o no. En todo caso, un cuerpo tan bien formado no parece ser el de una menor. La madre, quizás celosa a esta altura, fijó la vista parda en mí y me tomó la mano derecha, que apareció de pronto dentro en sus senos y, segundos después, descendía por el abdomen marcado hacia el infierno. No entendía bien qué pasaba. Había tomado una copita, una nada más. Pero me creía afuera de todo.

  No sé qué más decir. Entiendo que tuve relaciones con ellas dos. Es una post-verdad o verdad alternativa. No hay mucho para explicar. Podemos suponer que los tres pasamos una muy buena noche, ¿no? Total, todo es subjetivo. 

  

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