Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

viernes, 28 de abril de 2017

Fight!




Imagino el momento en que el árbitro grite "fight!" y comience el combate a doce rounds. Yo, a lo Mayweather, muy tranquilo, bailando a mi adversario. El otro, tembloroso, dubitativo, lleno de incertidumbre. En el segundo round, crinch. Vos, retador temeroso, buscando acercarte a mi humanidad para conectar un golpe rastrero y traidor. El árbitro en intervención para garantizar el normal desarrollo del encuentro, "¡atrás, señores! ¡Al rincón!" Sentadas alrededor, un grupo de chetas hijas de putas ya del PRO ya izquierdistas, misma mierda matriarcal que desea y deseará mi muerte para luego masturbarse sobre mi cadáver joven y hermoso. Y yo ahí, solito luego de retirado el banquito, como bien diría el Ringo Bonavena, que con pasión guiaría mis puños desde el cielo. De repente, un yab mío con una izquierda pujante. De fondo, un grupo de varones que me aplaude, una incipiente gritería en mi favor. Una bandera argentina se agita para que me dé de lleno el sol. Una lágrima me quiere asomar pero tengo que pelear. Me siento mejor que nunca. Quinto asalto. El adversario con la guardia baja recibe una combinación sobre el mentón pero atina luego a retroceder y cubrirse con un muro de antebrazos desgastados. Suena la campana. Desde su esquina, quieren tirar la toalla. Ya en la sexta vuelta, las tarjetas dan a mi favor. Las universitarias blancas empiezan a llorar su viudez. Las zurdas y las de Recursos Inhumanos lamentan el vendaval que arrojo sobre un contrincante que deja caer el protector bucal a la lona. Se interrumpe la acción. Escupe sangre el castigado pero vuelve por más. Pasa una chica voluptuosa con el cartel con el número siete. Las femiterroristas de la primera fila abuchean y joden con la "cosificación". Me quito el bucal y les digo que cosificar es llevar a dos hombres al matadero para satisfacción de sus vaginas. Me arrojan objetos contundentes. La policía interviene y amenaza con terminar la velada. Yo me río. Sigue el show. Me persigno al empezar el rounds siete, el de la buena suerte. Bajan los aplausos de mi público. Me siento envuelto por las alas de la gloria. Lejos del estilo defensivo mostrado anteriormente, sin tanta técnica ya, voy de lleno a enfrentar a mi adversario. Arremeto feroz como en el barrio. El Luna Park grita mientras un muchacho sangra y pierde el conocimiento todavía sostenido en piernas. El juez para la carnicería. Knoc out técnico. Yo me arrodillo, extiendo los brazos al cielo y grito: "¡Gracias Dios por ser argentino!" Escondo mi cara tras los guantes y lloro de la emoción. Mi equipo viene a abrazarme. Las mujeres, las únicas privilegiadas de la Argentina, me insultan pero una multitud de bravos me aclama por mi triunfo contundente. Donald Trump, invitado de honor, me sonríe. Le regalo mis guantes. Las cámaras me van a buscar. "Sólo quiero decirle al país que tiene que votar a Daniel Scioli, ese tipo quiere a nuestra nación de verdad. Nada más, gente. Muchas gracias por hacerme el aguante. Dios los bendiga." El derrotado se va en camilla. Yo me retiro en andas bajo el gozo de quienes me acompañaron, que me cubren de la furia de la platea femenina. El Señor es conmigo, bendito soy entre todos los hombres y bendito el fruto de mis puños, la justicia. Posdata: entraría con música de Rocky.

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