Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

martes, 8 de noviembre de 2016

Mi lectura



   La novela Toque de queda, de Jesse Ball, me trajo muchas cosas a la mente. Tal vez 1984 es lo primero que a muchos se nos cruza por la cabeza. Sin embargo, mi lectura asociativa recuerda a un film y no a un obra literaria. Me refiero a The Purge. Para sintetizar, habla de los Estados Unidos en un futuro no muy lejano. El país había quedado devastado por las guerras, las crisis económica, la pobreza, el desempleo. Los Nuevos Padres Fundadores de la Nación toman una decisión audaz para solucionar todos los problemas americanos: cada año, durante toda una noche, doce horas por reloj, les está permitido a los ciudadanos asesinar. Sí, pueden matar sin ser penados por ello. Durante ese lapso de tiempo, los servicios de emergencia, policía, bomberos, ambulancia, dejan de funcionar. La mayoría de las personas se encierran en sus casas y permanecen a salvo gracias a modernos sistemas de seguridad. A la hora señalada, comienza a sonar la sirena. Las calles quedan desiertas. Nadie quiere ser blanco fácil. El problema está en que, justamente, la gente pobre, especialmente los que están en situación de calle, no tienen cómo protegerse. Ellos son los que mueren durante la purga anual. Por eso los Estados Unidos, "una nación renacida" según la propaganda gubernamental, tiene pleno empleo, seguridad, pobreza cero. 

   Tal vez me explayé demasiado con el argumento de la película. Regreso al libro que nos ocupa: Toque de queda debe su nombre, justamente, a la regla gubernamental que prohíbe andar en horas nocturnas por la calle. De ahí que yo haya recordado el film que nombré en el párrafo anterior. Lo que más me impacta de la novela es que el origen del estado actual no es claramente explicitado. Eso me pareció un recurso sorprendente. Tiene algo, tal vez, de ciberpunk en tanto y en cuanto sociedad después del cataclismo. Eso me parece interesante. 

  Desde muy chico tengo la fantasía de que alguna vez vendrá un régimen despótico que tendrá tanto poder que incluso podrá mirar lo que hacemos a la noche en nuestros hogares. Imagino desde siempre que llegará el día en que se castigará a insomnes y desvelados. Parece muy infantil todo esto pero tiene mucho que ver con el cuco, ese miedo ancestral que muchos hemos padecido. Creo, sin más preámbulos, que Toque de queda causó una fuerte impresión en mi alma porque toca la vena de inconsciente colectivo que hay en mí, un algo que teme a la oscuridad y que, sin embargo, siente atracción por lo desconocido. 

  Entre otras imaginaciones, siempre me llamó la atención la costumbre que tenían los nazis y los del KKK de hacer ceremonias nocturnas. Esas imágenes me han perturbado mucho desde pequeño. La noche es el espacio, o el tiempo, donde se ve menos, donde menos se puede conocer, donde más se puede dar el peligro. Al leer Toque de queda, sentí mucha angustia por ese padre que se fue en busca de su verdad. Más angustia me dio su pequeña hija que vio representado todo el drama familiar a través de unos títeres, tal vez como una metáfora de lo que es la sociedad en sí. 

 Otro imaginario que me despertó la novela, esta vez más social que personal, es el del Gobierno Federal de los Estados Unidos visto como una entidad diabólica o despótica. En el libro nunca se dice dónde transcurre la acción. Sin embargo, por la presencia de nombres anglosajones, se puede inferir que se está en el país del norte. Decía que el Gobierno Federal se muestra a sí mismo, y lo muestran en series y películas, como una suerte de ser omnipresente que todo lo ve con su ojo masónico: FBI, CIA, DEA y las fuerzas armadas más equipadas del mundo. El discurso de la resistencia prendió fácilmente en mí. Si a lo largo de décadas Washington ha tenido una política violenta para con muchas naciones, ¿por qué no sería verosímil la existencia de un aparato punitivo llevado al extremo fronteras adentro? Luego de tantas guerras, y viendo la coyuntura actual, no es descabellado pensar que toda esa energía bélica puede llegar a replegarse para convertirse en el Estado policial más grande de la historia. Alguno podrá pensar que la mía es una lectura ingenua, que digo algo así como que se libran batallas en el extranjero y que, puertas adentro, es todo amor y paz. Sé muy bien que USA tiene millones de seres humanos en sus prisiones y un aparato de policía gigantesco. Sin embargo, en un Occidente que no parece encontrar el rumbo luego de la crisis de 2008, está naturalizada la escalada represiva contra la población en su conjunto. Lo que quizás Toque de queda y The Purge muestren sea el actual estado de cosas pero llevado hasta sus últimas consecuencias. 

  En un nivel más formal, la novela me parece bien escrita. Aunque me desconcierta un poco el orden de los párrafos y ciertos efectos de corte en las oraciones. Quizás sea una comparación vulgar pero me pareció ver algo de Marguerite Duras en esas intervenciones que cortan la calma del lector. Tal vez la fragmentariedad sea una manera de conseguir la lectura "de un tirón". Páginas largas y monolíticas posiblemente tengan que ver con el pasado. Es probable que Jesse Ball tenga mucho del formato de Twitter en su escritura.

  En síntesis, Toque de queda me parece un texto atrapante y muy recomendable. Lo veo ideal para gente joven. No sé si será verdad eso de que "cada vez se lee menos". Tal vez haya otras formas de leer en la actualidad. Lo cierto es que Jesse Ball hizo un trabajo cuya forma no asusta a la vista, los párrafos largos como una página y llenos de subordinadas espantan a más de uno. Por otro lado, la narración te atrapa, te lleva a querer saber qué pasó, qué va a pasar. La novela está muy bien lograda. Es lo primero que leí del autor. Espero seguir conociendo su obra, a priori más que interesante.  

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