Un testículo de moral no tuvo mejor idea que sacrificar a un
pobre pulpo. Es sabido que esa gentuza habla mucho de piedad pero después te la
mandan a guardar (hablan de religión mientras tocan timbre de casa en casa pero
luego son más severos que el mismo Diablo).
Un pulpo tuvo que padecerlo en el día de la angustia. El
testículo de Jehova se sentía bien al imaginarse el sufrimiento del obrero, tan
esmerado en sus tareas el pobre...
Ese mismo día, apareció el dueño del barco e intervino en favor de su gran servidor. Dijo así: "No se puede mandar al muere a alguien que vale por seis".
Ese mismo día, apareció el dueño del barco e intervino en favor de su gran servidor. Dijo así: "No se puede mandar al muere a alguien que vale por seis".
Dicho y hecho. Después se metió de vuelta en la oficina y siguió mirando mujeres encerradas en una cajita de cristal.
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