Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

viernes, 1 de julio de 2016

Feminazi de Buenos Aires



 Carla Gómez, primita de un difunto que no goza de un buen recuerdo por mi parte, es estudiante de Psicología de la UBA. Ella cumple el rol de zurdita, feminazi y loca roñosa, es un estereotipo caminando. Un asquito hippie pero con ojos claritos y culito duro. Lo malo es que se la coge toda la población carcelaria en esas interminables cátedras itinerantes de Derechos Humanos. También sabe andar con negritos que tocan el tambor en el subte mientras ella pasa la gorra. 

 Carla me encaró un día a la salida de una librería. No la reconocí porque se me apareció bañada y perfumada. Me pidió ayuda porque, según ella, le habían robado todo y necesitaba plata para viajar y que la acompañe hasta su casa. Esta chica no sólo estudia Psicología sino que hace teatro en su tiempo libre. Todo parecía una coincidencia. Justito justito me la vine a cruzar y eso que no somos muy amigos que digamos…

  Yo la acompañé a su supuesta casa en Palermo Soho: un pequeño departamento ambientado al estilo feng shui. No sé qué cascadas se encerraban en ese laberinto de mentiras orientales por ella bien representadas.

  No sabía lo que había pasado: salí de aquella librería retro de avenida Santa Fe y me encontré con una pequeña cosita desesperada y carente de amor. Inseguridad en cada esquina y un consuelo en mis brazos para esa lluviosa y otoñal tarde de viernes, día de la muerte de Dios . Vacío y eternidad reunidos en un corazón multiplicado por dos.

  Carla y yo nos hicimos el amor. Luego de mucha acción, me quedé dormido. Pero ella no tuvo mejor idea que cortarme la somnolencia de un grito...


- ¡Alan! ¡Te tengo que matar! -

- ¿Por qué? -


- ¡Porque soy feminista y vos sos un machista! El plan de la Organización es que mueras esta noche. ¿Tenés algo que decir, fachito? Te voy a hacer concha a vos y a tu verga patriarcal. –

  Todavía seguía medio dormido. Creí que era una pesadilla pero las piñas, los gritos, los tirones de pelo y los rodillazos en las bolas me hicieron dar cuenta de que estaba despierto en un infierno de locura e histeria hembrista. 

  Al final, Carla se puso a llorar y me dijo que yo merecía vivir porque no soy más que un pobre chico que no molesta a nadie, que estudia y que trata de hacer lo posible por el otro. Me pidió disculpas, ella de pie, yo en la cama, ensangrentado y confundido. En compensación de esa noche de terror, ella me contó todos los secretos de las femiterroristas.

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