La rubia que bloquea, desbloquea y vuelve a bloquear. Y el idiota que la recuerda en este texto malo y triste, vida de lamento y balances negativos cuando se piensa en estos temas urticantes. Porque la soledad lleva a reflexionar sobre sus causas. Tal vez la raíz de mis males es mi obsesión con tu vagina, a la que no conozco pero deseo con pasión de místico que busca la salvación a través de un ritual. Pero en verdad, además de querer beber de la fuente de la vida, los genitales de la mujer son eso y mucho más, te busco a vos. Digo "te busco a vos" porque no sos solamente una parte, aunque hermosa y jugosa, sino un todo, que tampoco es un todo de un cuerpo de culito blanco y tetitas perfumadas. Veo en tus ojos el cariño que persigo desde hace rato y en tu sonrisa, el brillo de la complicidad, el entendimiento y la reacción natural ante el influjo de mi seducción. Tengo ganas simplemente de preguntarte cómo estás, darte un beso y ver cómo el encuentro entre los dos se consuma entre abrazos, caricias retrospectivas, palabras mágicas con efecto retroactivo y un impulso tonificante hacia adelante. Todo.
Ya lo sabés: hay un pacto no escrito ni dicho entre los dos de no nombrarte o, mejor, de nombrarte pero de otras formas. Porque, como seguro pensarás, el nombre es algo prestado, ¿no? No creo que vos creás que el Señor tiene una palabra especial para designarnos a cada uno de nosotros, palabra que conoceremos el día de nuestra muerte. Sin embargo, quería decírtelo. No comparto esa creencia del todo. Pero imagino que uno también puede construir mucho de sí mismo. Y yo te construyo a vos como musa que a su vez construye mi inspiración. Y luego te beso, te deseo, no te veo y sos un anhelo secreto de mis fantasías. Nos vamos a volver a ver. Palabra de clarividente. Nos vamos a ver y a tocar. No lo dudes...
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