Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

domingo, 29 de mayo de 2016

Recuerdos de Villa La Nada (El cielo por asfalto)







  No me cansaré de decirlo, pedazos de hijos de puta: el que chupa culos siempre tiene mierda en la boca. Ahora que dije esto, me siento mejor. Bah, poco importancia tiene cómo miércoles me sienta. Hoy me acordé de Villa La Nada y de las tardes impenetrables de frío y desesperanza, de los abrazos tergiversados del dolor y de la espuma rancia que corre por esos pasillos de sangre y pisos de plomo. Resulta complicado mostrar la situación de este sitio recóndito de la República Argentina. Solamente vean que cada cabeza, cada estómago y todos los genitales son infiernos de desesperación y salvajismo revueltos en un cóctel con pretensiones de quemar o, por lo menos, emborrachar a la civilización. El verdadero descenso infernal a las divisiones más bajas del inframundo consiste en creer que todo es "lo mismo". Esa creencia errónea, consecuencia natural de la ignorancia y la resignación, lleva a pensar que es igual el bueno que el malo, el amor que el odio, la guerra que la paz. Las diferencias se dejan ver por todas partes. Pero unos miles, tal vez millones, llevados por la desgracia de ser obsecuentes de sus caprichos, cometen la equivocación fatal de negarse a realizar la fácil distinción entre flores y pedazos de bosta. Así, en esa mezcla venenosa, pierden sus días y se hacen uno con los gusanos. Ese es el destino de los apáticos, de los incautos. 

  El viento helado transporta la pólvora de la Tercera Guerra Mundial que, silenciosa, se lleva a cabo entre todos, entre los poderosos y los sojuzgados de todas partes. Las frentes malditas buscan el beso bendito del sol pero las nubes de humo y polvo envuelven el planeta y ya nadie ve el cielo y todo lo que hay más allá, así que todas las miradas rebotan en otros ojos cuyos dueños advierten provocación en un simple contacto visual. Se disponen a irse a las manos. La tierra vuela y llena los pulmones de los luchadores y de la chusma, cuyo único divertimento es ver cómo los vecinos devienen en cadáveres en plena tarde. Los fabricantes de ataúdes corren raudos a talar los árboles que pronto serán los papeles que llenen sus billeteras y los niños emulan con pasión las batallas encarnizadas que los dejan huérfanos o sin hermanos; las madres y hermanas se suman a estas trifulcas y, en este ojo por ojo universal, un barrio entero acaba ciego y exhausto, con los huesos triturados y la piel atea. De fondo, una televisión pasa un baile de unas chicas morenas que, sonrientes, corean una oda a la destrucción de la barriada contraria. La policía llega con las bolsas de plástico, cuando ya casi no queda nada para envolver excepto algún que otro pedazo de carne que haya sobrevivido a la tribu de perros hambrientos que coloniza los despojos (dicen que es complicado rescatar los cuerpos de los canes carniceros y que han matado a varios que pretendieron, con ingenuidad, quitarles la comida del hocico). Muy triste este panorama. 

  El cielo por asfalto y las hordas de descontrolados que pretenden sodomizar a los ángeles para burlarse de Dios. Los inadaptados sociales suben a las moradas celestes en sus motos y disparan contra la Virgen y todos los santos. Nadie puede hacer nada porque hasta el mismo San Pedro cae herido una y otra vez víctima de estos endemoniados. La ambulancia no llega nunca. Y la policía, como se ha dicho, viene para dar palo y a la bolsa. Pero siempre, siempre están las cámaras en el lugar: todo se filma. Se sabe dónde vive el que vende veneno, el que vende el cuerpo de su hija, el que compra el cuerpo de su hermana y el que quita las almas de los cuerpos marcados para morir. Todo se sabe pero nadie hace nada. Y es complicado hacer algo porque estos tipos, que tienen en sus pistolas las bocas de todos los demonios, no se atreven a combatir sin armas. Saben que sus carnes mal alimentadas no pueden soportar un asalto contra un sujeto que mide un metro ochenta y que goza de buena salud. Son cobardes. 

  Los ojos de las viudas imploran venganza pero de sus bocas solamente sale la palabra "justicia". En su corazón, misericordia cero. Por eso, jamás van a decir algo revolucionario bajo el contexto de la dictadura de la violencia. No olvidemos que estas viudas a su vez hicieron de otras mujeres viudas y a muchos convirtieron en huérfanos. 

  No control. No puedo recordar bien cuándo comenzó todo esto pero creo que cuando empecé a tener verdadero uso de razón, la guerra ya existía. Tal vez venga de generación en generación y de degeneración en degeneración, como me gusta decir a mí. El espíritu de Oriente se ve en esos que gustan de apedrear a adulteras hasta la muerte, si es que antes no las han arrojado al fuego. Es una guerra civil por adueñarse del cuerpo de las mujeres y de las almas de los adversarios. Ellas no se quedan atrás: con despecho e ingenio, sin sentido alguno de la lealtad, entregan a los suyos al castigo policial, a la banda rival o a algún linchamiento mediático de falsas denuncias y causas inventadas. Ametralladoras para todos es lo que ha dado un sistema decadente, decadente por negarse a aceptar lo que está bien y lo que está mal. Fieles a sus leyes, morirán esos legisladores que verán sus mansiones arder por la mano de aquellos que no quisieron redimir. Porque es más fácil decir que todo está bien antes que tomarse el trabajo de relajar la situación. 

  Me ha pasado rezar en vano toda la madrugada al oír disparos. A la mañana siguiente, me he enterado de que una chica ha quedado en silla de ruedas. ¿Mis rezos han servido para salvarle la vida? Pero ya no camina. Esas balas podrían haber sido para mí, sólo un kilómetro de distancia, del otro lado del Riachuelo, casi pegado al Autódromo. En el aire, el olor a muerte de las vacas y la muerte misma de los hidrocarburos vertidos sobre el agua. Asco y espanto. Río Matanza-Riachuelo. Nos seguimos matando españoles e indios mientras la Corona se sigue llevando el oro. 

  Por mi parte, busco refugio en mi lecho de paja, de mucha paja, y me hundo en el asilo de unas frazadas calientes y en la desesperación de saber si mañana habrá mañana. Y, con gracia divina, me gano un nuevo día de sol y lluvia y ojos pardos que pretenden herirme de muerte. Atravieso las cruces del gueto y me entero, por un mural muy colorido, que alguien que he conocido ha muerto de cirrosis. Lo lamento. ¿He tenido, aunque más no sea en una porción atómica, parte de sus desgracias por haber compartido alguna vez un trago con él o por haberle dado dinero solamente por la inercia que impone una caridad mal entendida? No lo sé. Ya no me pregunto nada. Me regalo la posibilidad de ser feliz con mates imaginarios, mates amargos porque para dulzura tengo los labios soñados de una mujer bella e imposible. Así, entre sueños y pesadillas, entre dolores, temores, debilidad y la obsesión de ser el "self-made man", hago un camino de literatura, abominaciones y contagios de tinta seca y besos de fuego, temor y temblor (de pura reverencia).

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