Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

lunes, 29 de febrero de 2016

Sueños locos LX (Fantasma de Oriente)




  La internet da para todo. Desde un libro de caras donde la gente subasta su dignidad hasta un desfile infinito de imágenes que va desde Cristina Kirchner con un Papa Francisco sonriente hasta un Hitler desnudo y con un testículo menos. Todo menos todo. Es difícil de creer. Pero hubo algo que realmente me impresionó. Vi que en Perú hay una academia ninja que forma guerreros para combatir a Sendero Luminoso. Me alisté. No había que pagar nada. Sólo estar dispuesto a pasarla mal.

  Una vez en el país de los incas, me recibió una mujer muy hermosa de piel cobriza y cuerpo para una erección eterna. Ni los dibujos mentirosos de una computadora podían crear cola semejante. Todo era perfección en ella: abdomen marcado de hombre rudo, brazos trabajados, piernas firmes. Pese al perfume, el pelo largo, las botas de taco y caña alta, el tapado de cuero ceñido, las calzas untadas y el top colapsado, tenía algo muy viril, una impronta que podía enamorar por igual a hombres y mujeres. Me dio la mano en un apretón duro. Me miró derecho a los ojos con una sequedad típica de macho loco de arrabal sudaca. Nada de beso en la mejilla, abrazo o sonrisas, pese a tener una dentadura muy blanca, y más blanca todavía por el contraste de la tez naturalmente parda pero abrasada por el sol de tardes enteras de ardiente entrenamiento militar. 

  Me recibió en la Academia. Nada de aeropuertos o terminales de ómnibus. Me dijo que tengo que callarme y aprender. Que los tipos de Sendero Luminoso no perdonan. Que Sudamérica está en una cruzada contra los narcos. Que si soy un infiltrado o un criminal, ella misma se encargaría de matarme cuando menos lo espere. El predio era de unas cuantas hectáreas. Era un campo despejado poblado por algunas casas y barracas militares. Estaba cercado por un alambre electrificado. Del otro lado, una espesa selva se insinuaba con una frondosidad de ensueño o pesadilla, depende de la posición del observador. Porque creo que de haberme metido ahí, podría haber quedado sin piel. Sin embargo, esa vegetación densa irradiaba una belleza sin igual de troncos en orgía de naturaleza viva y muerta, plantas que iban y volvían como un desierto de vida, misterio y consumación de otras civilizaciones, de otras muertes.

- Yo mato tipos. Soy mujer pero mato hombres. Maté a miles. Y tú podrías ser uno de ellos. Te recomiendo que te calles y que obedezcas en todo. Aquí estás para aprender, argentino. Porque Sendero no perdona. Y yo tampoco. Soy la Amazona de este lugar. Y tú eres uno más. Si descubro que eres infiltrado, no volverás a Buenos Aires pues te haré comida de las bestias. Conmigo no se juega, ¿has entendido? 

  Yo asentí. Estaba asustado. Estas palabras me las había dicho luego de mostrarme cómo utilizar la espada. Cortó varios troncos como si fueran queso. Después rompió gruesas tablas de madera con los puños. Y lanzó estrellas de puntas afiladas contra una pared. Tiró dardos. Disparó un arma contra un ave que terminó en nuestro almuerzo. Todo esto en menos de veinte minutos. No se cansaba jamás. Cada tanto, me castigaba la panza con puñetazos casi invisibles. Yo caía siempre y ella decía que con esa debilidad no iba a durar ni dos días en una selva infectada de terroristas. La jornada continúo con toda una tarde de pileta: me echó a una muy honda y me pidió que pasé ahí hasta que ella se cansé de arrojarme piedras. Tenía que sumergirme más y más para esquivar los piedrazos. O debía cubrirme con las manos en forma de casco. Así me tuvo varias horas. Yo ya sangraba de los brazos como si fuera Cristo crucificado. Cuando estaba a punto de rendirme, el sol a pleno en el cielo y más a pleno en mi frente, ella saltó como una bomba sobre mi humanidad y me regaló una patada feroz que pude amortiguar gracias a que tuve el refleje de hundirme. Acto seguido, intento ahogarme desde atrás pero yo le eché agua a los ojos y nadé rápido hacia adelante. Intentó alcanzarme pero yo ya había escapado. Salí a tierra dispuesto a correr un maratón. La india me felicitó. Me pareció mentira pero se rió. Dijo que estaba bien por ser el primer día pero que la próxima vez debo combatir hasta el final o salir a superficie solamente con una finalidad táctica como puede ser buscar un objeto contundente para lanzar. 

  Tuve veinte minutos de descanso. Luego fue correr y correr alrededor de un fuego muy grande, con un humo muy poderoso que parecía matarme con cada bocanada de aire. Cada tanto escuchaba disparos. Estaba aturdido. Pero tenía que correr. Las piedras me llovían. Las esquivaba como podía. Pero algunas me dieron en las piernas. Me costaba moverme. Después de dos horas de eso, diez minutos de descanso. Ella me dijo que debía meterme en un pozo a media cuadra de ahí. Era muy hondo y olía muy mal. Creo que había mierda en el fondo. Me empujó. Caí cuatro metros en esa montaña de caca. No podía soportar ese hedor. Me dijo que me iba a quedar ahí tres días sin comer. Me tiró dos botellas de agua de tres litros cada una. Lo único que tenía para sobrevivir. Las horas ahí se me hicieron infinitas. Pero nunca me quejé. Me refugié en mis recuerdos. Me acosté sobre la porquería y dormí. Mis pensamientos fueron mi calma. Obvio que despertar en esa inmundicia no era lo más lindo del mundo pero peor es la rutina. Al pasar el tiempo fijado, ella me tiró una soga y me hizo subir. Me bañó con una manguera y me tiró un jabón en la cara. Me pidió que me desnude. "No me impresionan los tipos sin ropa." Me limpié delante de ella. Luego me dio de comer una sopa medio rara y dos pedazos de pan. Cuando yo pensaba que iba a poder dormir en una cama limpia y medianamente cómoda, me mandó volver al pozo. Dijo que fuera corriendo y que me lance a toda velocidad.

  Así fueron pasando las semanas:entre gritos, corridas, perradas, pedradas, golpes, calor, mosquitos e infiernos de todos los colores. Pero lo más raro, lo más alocado, fue el final de esa pesadilla soñada: ella me abrazó bien fuerte y se dispuso a descender de lo alto de un edificio conmigo soga y arnés mediante. Me dijo que podía tirarme desde el aire. Yo temí que ese era su plan para liquidarme. Sentí que podía morir. Me aferré con todo a su cuerpo y le besé el cuello. Mi espalda miraba el piso. Su pecho comprimía el mío. Si iba a morir, que sea besando...

  Obvio: sigo vivo. Se ve que cumplí con el entrenamiento y di pruebas de honestidad. Gente como uno puede combatir a los narcosatánicos de Sendero Luminoso, que de luminoso tiene lo que yo de chino pero bueno. Aquí quedamos.

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