Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

martes, 8 de diciembre de 2015

Sueños locos XVLIII (Nueva Zelanda)

  



  Le pregunté a alguien por Nueva Zelanda y me mostró imágenes de un país hermoso, muy natural. La magia de la pantalla colgando en el aire. Vi verde, vi muchos árboles y un camino en subida que parte desde unas costas de aguas azules. Vi la hermosura con sólo haberle preguntado a alguien que conozco por esa tierra no tan lejana. Y sí, "repentinamente", sí, siempre hay un "de repente", me trasladé a un enorme edificio blanco de anchos corredores y salones centrales. "Hall", palabra gringa a la que me resisto. Vicio de querer ser más español que Franco. Bueno, ahí adentro, en ese lugar espacioso, de generosos ventanales llenos de sol, aire y vida, en ese sitio de una blancura virginal e inmaculada, me presenté como profesor de lengua, literatura y español. El director del establecimiento, un tipo encantador de saco marrón oscuro, pantalones marrón claro, corbata color café, camisa blanca e impecables zapatos negros, me recibió con mucha alegría y entusiasmo. Encantado de mi curriculum y mi experiencia de vida. El anglosajón estaba fascinado por conocer a un argentino. Un sujeto muy agradable. No tenía el aspecto del gringo clásico de ojos celestes, tez rosada y cara de idiota. Este hombre parecía más bien uno de los nuestros, un italiano o español: corona de pelos castaño, frente pelada, ojos pardos, panza prominente, actitud relajada, semblante dulce, charla fácil. Cualquiera diría que era un porteño.

  Será por mi don de clarividencia o mi avidez de futuro pero me levanté decidido a irme a Nueva Zelanda. Creo que el sueño este es un regalo de Dios. Qué sé yo. Sinceramente, no me gusta vivir en un país gobernado por Macri. Veremos qué nos depara el destino. Nosotros trataremos de hacer todo lo posible por estar bien, por estar cada vez mejor, en un mundo complicado pero no imposible. Con fe, con esperanza, con optimismo...

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