Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

lunes, 16 de noviembre de 2015

La continuidad de la ruptura en el "Diario de Manhattan"


  En la primera parte, http://surferpunks.blogspot.com.ar/2015/11/los-otros-yo-una-lectura-personal-sobre.html, analizamos Nosotros dos, de Néstor Sánchez. Ahora veremos cómo "Diario de Manhattan" representa, de alguna manera, una continuidad en ese proceso de ruptura de la propia vida, del arte, la cultura y la escritura. "Controlar en todo lo posible el escándalo de lo que insiste en describir, y padece casi con saña los estímulos infames de todo orden." Dicho de otra forma, hay una voluntad de no escribir, escribir sin escribir. Es curioso que el texto, incluido en La condición efímera, sea tan poco descriptivo en un lugar que, a priori, da para mucho. Es obvio que el formato del diario es introspectivo por definición. Sin embargo, no vemos ninguna interacción casi, poco contacto con el mundo exterior. Porque, usualmente, la subjetividad en estos formatos íntimos trabaja con el afuera, "filtra" la experiencia. Pero acá prácticamente no hay experiencia con los otros. No hay amor, no hay sexo, no hay peleas; no hay conflictos, amistades, anécdotas. Estamos, como se sabe, ante la historia de un tipo que quiere conocerse a sí mismo en una ciudad gigantesca, Nueva York. Un tipo espiritual en la capital del materialismo. El conflicto está con el entorno. Por eso se lo ningunea. 

  Desde Nosotros dos está la idea del viaje, de la distancia. La separación es la regla. Los amores son pasado. Los vínculos son débiles. Las mujeres ofrecen su cuerpo por dinero para que él viva. La nada misma. Santana resulta abatido en Bahía Blanca. "Y no fuiste a la vida, no desperté drogado en un país extranjero". Dice en la novela. No se sabe si fue drogado o no pero habría de despertar en un país extranjero. Y pasaría en el exterior muchos años. Néstor Sánchez emprende una suerte de "suicidio ascético" para que quede de sí lo mínimo, es un minimalista de la vida. Renuncia a todo: mujer, hijos. Renuncia a su patria. Y se expone al peor lugar que puede haber para un ser espiritual: una megaurbe. La finalidad de someterse a semejante régimen circundante es aferrarse más a uno mismo. Pero Sánchez no se queda con cualquier yo, intenta cambiarse todos los días, ver el mundo de otra manera; aprende a usar la mano izquierda, evita cruzar las piernas, evita poner las manos en los bolsillos. No nos dice "estoy viendo la Estatua de la Libertad". No la nombra. Tampoco habla sobre Broadway o Wall Street. Mucho menos del Empire State o las difuntas Torres Gemelas. Menciona al río Hudson a la pasada. Nombra a Harlem, el barrio negro, la oscuridad. Pero es muy vago todo lo que escribe. Podría haber expuesto en toda su magnitud la grandeza edilicia de New York pero se queda en su proceso de reconversión. 

  Curiosamente, otro que no dejó grandes impresiones sobre USA fue Céline. El narrador, preferimos hablar de "narrador" para Viaje al fin de la noche en lugar de "autor", cuenta que no aprendió a hablar inglés. Y escribe sobre una serie de trabajos como empleado de limpieza nocturno. Muy poca experiencia en el país. A su vez, resalta la potencia sexual de las mujeres americanas, cosa que Sánchez también hace pero desde el ascetismo, desde la crítica a la voluptuosidad. El francés, en cambio, es un apasionado del sexo, un devorador de señoritas. Nuestro autor, al contrario, no cuenta de ningún encuentro en el "Diario de Manhattan". 

                                                                                                                        domingo 8

La motricidad del americano medio (marcado a fuego por alimentación artificial y un deporte de violencia y crueldad sin límites) ha perdido todo atisbo sensitivo. En su rudeza de base, en su guaranguería, se delata la presión del furor egoísta que signa la vida comunitaria. El sexo, en su nivel animal más bajo ¿participa en aniquilarles la emoción?
Por el mismo motivo, la gran mayoría brinda la certeza de que nunca podrían presentirse sus asociaciones estables, sus preocupaciones más simples. Aparece un estado de ruminación hosca, intrigante, que parcela en el acto. Han renunciado por completo al interés por el prójimo.

   Sánchez se muestra siempre distanciado de la mujer. Parece incapaz de querer, de establecer vínculos estables. Esto según lo que leemos de él. No hacemos biografismo. Notamos una imposibilidad en el amor. También en el sexo. No parece un tipo sediento de carne, un lujurioso. Hablar de misoginia no sería correcto. Él es un misántropo, en todo caso. Porque está alejado de la humanidad en su conjunto, no de las mujeres en particular. "Ante la inconstancia neurótica, ninfómana, de la mujer americana, un cantor de tangos algo responsable tendría que suicidarse en escena." Vemos que la crítica que hace de la sociedad americana, del capitalismo en general, lo mismo que en el caso de Céline, nacen del conservadurismo, no del Marxismo o alguna tendencia similar. El autor francés critica a los Estados Unidos desde un nacionalismo francés exacerbado. Además, se saben los pensamientos que iría adoptando con el correr de la década del ´30. Sánchez critica Nueva York, entre otras cosas, por la "homosexualidad militante", lo que hoy el Papa llama "lobby". Es decir, en el escritor argentino hay cierto Catolicismo residual que lo lleva por ese camino.

                                                                                                                              sábado 21

Hasta en los sitios casi sin acceso, a cada instante, la circulación contundente de los automóviles de la policía. Sacerdotes por lo general gigantescos, temibles, del dios dólar omnipresente mencionado en cada diálogo, en cada amago de diálogo.
También custodian, según parece: tráfico de drogas, prostitución, travestismo profesional, ciertos robos, el crimen permanente, la impiedad.
Conquisté un par de guantes de lana.

  Como dijimos, vemos una crítica de tono moral, una crítica más cristiana que marxista de la sociedad. Algo así como decir que "el dinero es la raíz de todos los males". Permanentemente se condena la usura. Se podría leer esto en clave de Ezra Pound. Y del ya mil veces nombrado Céline, el cual también es muy critico para con el capitalismo. Sánchez parece repetir, con otras palabras, que los tres enemigos del cristiano son el mundo, el diablo y la carne. Por eso, se aleja cada vez más de su época. En ese quitar de sí mismo todo lo ajeno a su alma, termina desgarrándose, como aquel al que le amputan un miembro enfermo. Pierde la familia, la Patria y el barrio con tal de seguir su Evangelio, su locura, su delirio místico.

 "Se nace, diríase, a causa del efecto de la cerveza impasable en un muchacho cargado de taras." No consigue explicar la razón de por qué estamos acá. Ante el sinsentido, inicia una búsqueda. Y, como quien renuncia a tener hijos por algún tipo de voto, critica a los que lo hacen cuan Tolstoi de hoy. "Y vuelve a parecer mentira poder afirmarlo en este planeta vergonzante: imposible algo más fácil que otorgar vida. Nada menos que vida." Así como le cuesta encontrar la razón de muchas cosas, no deja de sorprenden el énfasis que pone en el concepto de vida. "Cuando un hombre empieza a trabajar en sí mismo, todo le habla." Al no poder hallar en los otros razones validas para entender el mundo y el misterio de por qué vinimos, se concentra en sí mismo, trabaja en su cuerpo a la espera de signos que le hablen de otras realidades.

  Este monje urbano no se gasta en cortarnos lo que lo rodea, qué pasa a su alrededor. La literatura se va estanca en una página vacía. Solamente hay resto para contar el viaje interior. La interioridad parece ser un confín de silencio y reclusión, una celda de clausura y recogimiento. Lo literario va cediendo poco a poco a la disciplina monacal, a los ejercicios espirituales. Las imágenes de lo externo son frías: "El sol sucio ayer contra la nieve seca y sucia durante el largo mediodía. Y todo ese espeluznamiento si se quiere repentino de ausencias." ¿No es raro "sol sucio"? La negación de la luz del sol es algo extraño. Lo mismo que hablar de nieve sucia. Si la luz del mediodía se desprecia, imagen poética por excelencia de sentimientos claros y apolineos, ¿qué queda entonces? El retiro espiritual. 

 "Si me viese obligado a comparecer, ya me consta, entre otros factores, la inutilidad denigrante de lo que llamamos cultura, el despropósito que se nombra educación." Una vez más, Néstor Sánchez rechaza al mundo moderno. No lo apoya en lo más mínimo. Es, tal vez, un "antimoderno", usando de referencia a Antoine Compagnon. No le gusta lo que se da en llamar "cultura". Tampoco suele referirse en demasía al mundo libresco. Y si lo hace, es de mala manera:

                                                                                                                       martes 10

Escarnecen las librerías con su iluminismo misérrimo: toneladas de papel impreso nada más al servicio de la atrofia del discernimiento colectivo. Cantidad en lugar de calidad; el como si. Olor a tinta ácida, libros huecos, sin peso; ni siquiera el cuidado relativo de la edición para atemperar en algo lo epidémico. Y en cada local la evidencia ominosa, funesta, de un psiquismo que se autogestiona y adquiere en complicidad.
Mientras tanto los mass-media llegan a producir el deber instantáneo de aullar.
 
    En conclusión, Sánchez construye una poética centrada en sí mismo, en su vida interior, en el rechazo que siente por lo que lo rodea. Se muestra apático, distante para con el mundo. No parece interesarse por nadie en especial. No es materialista, no le importa el dinero. Se limita a su vagabundeo, que se ve consagrado en "Diario de Manhattan", y que se muestra por vez primera en Nosotros dos. La escritura se exhibe en un proceso de descomposición, anulación, perdición. Finalmente, la nada, el silencio. 

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