Hoy salí a correr poco después del mediodía, cuando se
desató una lluvia infernal sobre Buenos Aires. Más que chacal, chacalazo. Son
esas pruebas de carácter que hacen que me dé cuenta de que soy todo un hombre.
Fue un maldito día de entrenamiento; una jornada muy dura con suelo embarrado,
charcos gigantescos, vientos torrenciales y caminos imposibles. Las zapatillas
me quedaron a la miseria. Volví a casa con las piernas pulverizadas: es
complicado levantar los pies del agua. Sentía cómo los músculos se me iban
consumiendo a cada paso. Los automovilistas me miraban impresionados. Instante
tras instante me esforzaba más y más por superarme a mí mismo. Unos pocos
morochones bravos que justo andaban por la calle me contemplaban con
admiración. Hay que tener agallas para atravesar semejantes aguaceros en Villa
Lugano. Acá no es que llueve y es romántico como en los barrios burgueses: acá
vuela todo al carajo, las ráfagas te tiran a la mierda y hasta los pardos más
bravos huyen despavoridos...
¡Qué importante darse cuenta de que uno es todo un hombre,
una fiera, un chacalazo, un asesino serial, un loco, un terrorista, un suicida,
un criminal, un bombero desesperado, una bestia, un antisocial, un enfermo, un
bombardero, un indio malo, un rebelde, un subversivo, un delincuente, un
extranjero,un amante de la libertad, un guerrero y todo eso que escandaliza a
los malditos burgueses adictos a la televisión! Amén de las expresiones
provocativas, siento que soy un indigente de la existencia y del amor y que por
eso apago mi furia persiguiendo a los fantasmas que intentan vanamente
asesinarme. Hay momentos en los cuales la conciencia es ajena a mí y siento la
mente en blanco, los ojos perdidos y la sangre fuera del cuerpo. Ahí es cuando
me vuelvo más liviano y me torno capaz de alcanzar lo imposible como un pájaro
de la velocidad que se aleja de la tierra en pos de remontar los cielos más
altos y perfectos...
Yo entreno duro todos los días porque sé que esos
patrulleros vendrán por mí en la noche muerta de Buenos Aires. Ya los oigo con
sus sirenas de perdición, ya los veo con sus disparos de maldición. Me buscarán
machos fatales dispuestos a liquidarme para regocijar a las putas de sus
hembras. Las hijas de Salomé pedirán por mi cabeza a esos brutos sin piedad ni
letras. Los hijos de la tierra estarán dispuestos a masacrar mi cuerpo con tal
de copular con esas arpías que querrán presenciar mi ejecución. Sepan esos
bastardos que los espero acá en el Sur de la Ciudad. Sepan también que yo no
estoy encerrado con ellos en este mundo sino que son ellos los que están
encerrados conmigo. ¡Voy a matarlos a todos si es que se atreven a atacarme!
Don't tread on me! ¡Salud y anarquía para todos!
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