Juan Carlos lleva a su novia a pasear por el Rosedal muy a menudo ya que él es un señor muy honrado. No le hace el mal a nadie pero se lo hacen a él. Es como ponerle Tres de febrero al parque que está enfrente de la estatua del insigne Restaurador de las Leyes Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas. Esto si se omite decir que hay una avenida Sarmiento que existe solamente para romper las pelotas...
Juan Carlos tiene menos de treinta pero está tan fogueado por la vida que ya se quemó. Su novia no atravesó tantas peripecias pero es una chica muy centrada. Una cosa no quita la otra: La experiencia es importante pero la inteligencia sirve para aprehender muchas cosas de este mundo lleno de trompadas, patadas, tiros y puñaladas.
María Fernanda aceptó ir a comer con nuestro salame. Decía tener hambre. Fueron a un tenedor libre ubicado en Santa Fe y Agüero. Era de noche. Estaban cansados de tanto pedalear en ese patito metálico que cruza las aguas palermitanas. Estaban cansados y cagados de hambre. Antes de que el mozo les sirviera las bebidas, ellos ya estaban llenando sus platos con entradas frias y calientes sin hacer distinción de ningún tipo. Uno podrá ser nacionalista pero no hay nada más rico que un restaurante chino (ese que está cerca de la estación de servicio de Agüero y Santa Fe la rompe y esto lo digo sin recibir nada a cambio de esos sucios amarillos).
Ferchu se llenó solamente con las entradas. Ella se había hecho un postrecito mezclando todo lo que había en la mesa de dulces. Juanca seguía comiendo como lima nueva. Parecía una fiera muerta de hambre. Él iba y venía de la parrilla trayendo asado, vacío, chinchulines, pechito de cerdo, chorizo, morcilla, pollo y todo cuanto había sobre esos fierros calientes por la irá del carbón argento. Una cosa de locos. Parecía la cena de un condenado.
- ¿Qué te pasa Juan? ¡Parecés desesperado!-
- A un tenedor libre se va a comer y no a dar imagen de no sé qué.-
Juancito siguió lastrando hasta que la panza le dijo basta. Fernanda cedió y se hizo complice de su novio. Se dio cuenta de que a un tenedor libre se va a morfar y no a dormir. Pensando en estas verdades eternas besó a su novio con la mirada. Ella se había dado cuenta de que su compañero de amor gastaba lo poco que tenía pensando en complacerla (si fuera por él se quedaba en su casa mirando el fútbol en soledad pero tanto amaba a Fernandita que no podía olvidarla ni un segundo).
Fernanda, que ya había comido el postre, decidió volver a empezar con las entradas viendo que eran jóvenes, delgados y sensuales. El amor les demandaba mucha energía a estos dos conejitos que juntos duran más...
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