Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

miércoles, 29 de agosto de 2012

Stella Cusenian

    
    Alejandro Gómez se convirtió en un héroe porteño sin pasar por la morgue. La gente es tan ingrata que siempre exige el tributo de la propia vida. Se ve que la vanidad humana impide elogiar a un vivo. Gracias a Dios, Alejandro pudo ser amado por todos sin tener que bajar su cuerpo a una fosa común. ¿Qué hizo de bueno para ser admirado en cada esquina de Buenos Aires? Simplemente se atrevió a ser él mismo en la época de los clones y los grones.

   Alejandrito era lavacopas en un restaurante de la colectividad árabe ubicado en la avenida Scalabrini Ortiz. El hecho de ser de origen humilde realza su figura por sobre el resto de los mortales. Se sabe que los milagros que experimentó no fueron construidos dinero en mano. Esta certeza de autenticidad es suficiente para canonizar en vida al que será conocido algún día como el Santo de los jóvenes argentinos.

   Ale laburaba para un "turco". No ganaba un puto peso pero comía como lima nueva. Entre lo que le daban al mediodía y lo que tiraban los clientes, conseguía tirar todo el día (su cena era un mate cocido bien argento). Gómez no tenía familia así que se las tenía que arreglar solo (a veces su madre volvía de lo del macho pero era lo mismo que si no viniera ya que se iba al toque). Sé que esto es muy prosaico en su forma pero el pibe de Mataderos quiso un relato bien criollo de sus hazañas (viviendo Alejandro cerca del Mercado de Liniers, sería una blasfemia conceptual omitir las palabras que hacen al habla cotidiano de los porteños de ley).

    El hincha de Chicago y seguidor de La Renga era novio de una piba descendiente de armenios. Ella se llamaba Stella Cusenian y se destacaba por su belleza celestial sintetizada en lo claro de su mirada angelical. Stellita era conocida por poseer unos pechos hermosos y turgentes que parecían globos aerostáticos (todo la ciudad quería volar en ellos). Nuestro héroe se distinguió por su romanticismo y caballerosidad: le dijo que quería trepar por sus oscuras trenzas como el Romeo de Shakespeare. Eso fue original en la era de la vulgaridad. Obviamente que jamás osó tocarle los cabellos ya que esos rulos demandan mucho amor y mucha crema enjuague (lo de trenza es simbólico ya que llevaba el pelo suelto pues le gustaba ser peinada por el viento).

   ¿Cómo era Gómez? No era feo pero tampoco era excesivamente lindo. Lo que lo diferenciaba del resto del los varones era su aura especial. Todas las mujeres lo miraban. Él solía ponerse coloradito como un tomate. Así como le mudaba el color de su blanquísima tez, así también le cambiaba el color de los ojos según los caprichos del sol: algunas mañanas era un apuesto jovencito de ojos verdes pero al día siguiente mostraba ojitos marrones claros como la locura que solía tomar con miel y limón. Vale aclarar que no era alto ni bajo. Ni gordo ni delgado en exceso. A lo sumo llamaba la atención por tener el pelo largo (a veces le decían "puto" por peinarse con rodetes). No se puede omitir su aire afeminado. No era maricón pero su lado femenino se evidenciaba en su imagen siempre limpia y delicada (no fumaba ni bebía e iba por la vida siempre perfumado). Otra cualidad a destacar era la escasez de vello corporal.

   Ale conoció a "la armenia" caminando por Scalabrini Ortiz para tomarse el 141. Ella lo corrió ya que tenía ganas de hablar con él. Entre una cosa y la otra, empezaron a salir a escondidas de todo el mundo. Es verdad que Cusenian no era una damita por demás expresiva pero su semblante delataba alguna pasión secreta que tardaría meses en confesar con sus carnosos labios orientales. Stella Cusenian no solamente era hermosa por su cuerpo escultural que no practicaba deporte alguno sino que también poseía el atractivo de ser una minita culta e interesante (interesada no porque tenía un lindo laburito que consiguió por contactos y su familia era más rica que la leche chocolatada).

    La familia de ella aún se dedica a vender alfombras voladoras traídas de Oriente. Tienen pocos clientes ya que este tipo de comercio es una tradición milenaria reservada para elegidos. Se dice que el fundador de una religión llegó hasta el cielo volando en un pedazo de tela cortado por los ancestros de Stella. Ella era la diosa de las ateas así que no creía en todas esas leyendas. Ni siquiera creía que las alfombras de papá pudiesen levantar vuelo. Siempre pensó que todo es una fábula familiar para atraer a clientes y a curiosos con el misterio que generan los objetos de culto. Ah, ya que estamos con su familia, debo aclarar que sus padres estaban separados. Ella era igualita a su papi pero sus ojitos eran grandes y bellos como los de mamá.

     Las semanas habían empezado a correr en la vida de ambos. Estudiaban juntos en una academia de artes de la zona. De ahí que ella lo corrió por Scalabrini Ortiz para conversar seriamente por primera vez. Muchos pueden pensar que Gómez era muy común pero no es verdad ya que se dedicaba a leer muchas horas por día. Esto le dio puntos a la hora de conquistar a Stella. A esta altura, pacientes lectores, se preguntarán cuál es el nudo de la cuestión. Resulta ser que ambos jóvenes conservaban costumbres de otros tiempos ya que eran fanáticos de la historia. Entre esas costumbres, figuraba la de enviar palomas mensajeras en lugar de utilizar la tecnología de la época. El problema surgió cuando Alejandro advirtió lo distante o prudente de su noviecita.

 - Stella, si yo no te mando un mensajito con la palomita es difícil que a vos te surja hablarme. Perdóname que sea así de molesto pero tengo sentimientos y me siento solo. Vos sabés que es difícil para mí trabajar todo el día con el "Turco" si no tengo tu apoyo moral y sentimental. Te necesito. Ayúdame. Por favor.-

  - Alejandro, yo no no soy así. No intentes cambiarme. No vivo pendiente de la paloma mensajera como vos. Para mí es un pasatiempo y nada más. No tenés que ser tan pesado. Hay cosas que se dan naturalmente. Vos me presionás mucho. Es contraproducente.-

 - A veces parezco una mascota y no tu novio: paseas más con tu perro que con el hombre que está con vos. No digo que me lleves a cagar a la plaza pero ponele onda. No te veo nunca excepto cuando salimos de la academia de artes. Siento que tu amor es mezquino y es a cuentagotas. ¿No será una cualidad de tu raza la mezquindad?-

 - ¿Cómo me vas a decir eso?  ¡Yo hago todo lo que puedo! No me apures. Hay sentimientos que no se dan de un día para el otro. Vos sos demostrativo de entrada. A mí me cuesta más y no porque no sea criolla o latina como las italianas o españolas. Soy así. Todo a su tiempo. Yo me siento acompañada por vos pero voy de a poco.-

 - Parece que te gustaría salir con un judío que estudie Comercio Exterior en la UADE. Tenés una mentalidad burguesa que no conocía. Pensé que eras más literaria. Más lanzada y aventurera. Te veo muy tímida y miedosa. Sos la típica nenita de papá que vive en Palermo en su departamentito de Scalabrini Ortiz junto a su madre que tiene una tienda y no la atiende.-

  - Mi madre sí atiende la tienda y eso a vos no te importa. Y si mi papá piensa en el dinero es porque su cuñado lo vuelve loco. De todas maneras esas son cuestiones personales que no te corresponden saber. Estábamos hablando de otra cosa. Así no va. Yo no acepto esa clase de planteos. No puedo darte más.-

  - Tu raza no tiene corazón grande porque lo único grande que tienen es la nariz. Solamente piensan en vender alfombras y telas y nada más. Vos sos así. No tenés amor y por eso me tratás como si fuera tu acompañante de caminatas nocturnas. Para eso búscate un guardaespaldas.-

  Alejandro se dio cuenta de que se equivocó. Notó que él era extremista y apasionado con ella porque era lo único lindo que tenía en la vida. El pobre pibe de 23 no veía a su viejo desde los diez y su madre vivía ausente desde que se separó de su padre. Su hermano hacía la suya y sus abuelos ya se habían hecho cargo de un hermano suyo que fue abandonado sin miramiento alguno por su propia progenitora. A todo esto, su abuelo paterno había fallecido cuando Ale tenía nueve años y su abuela paterna vivía en Barcelona junto a su tía. Estaba más solo que un perro callejero (al menos los canes sin hogar reciben la atención de muchas almas nobles que le dan comida, agua y amor). Alejandrito solo tenía al curita de su barrio y a algunos viejos amigos pero era tanto el vacío de su corazón que solamente ella podía llenarlo (en su tristeza alejandrina, Dios no alcanzaba a cubrir los huecos de su alma).

  Ale se dio cuenta de que su error fue el común a todos los grandes poetas: exigirle a la mujer más de lo que ella puede dar. Es como un Werther que se suicida al no poder obtener el corazón de su amada. El joven Gómez advirtió su egoísmo en la soledad de su casa y comenzó a reflexionar. Se dio cuenta de que tenía que callar para no perder el amor de Stella. Ella no lo iba a dejar pero se podría haber vuelto todo muy complicado si él seguía con su locura romántica. Al pensar en esto, se arrepintió de su sincericidio. Notó que una vida de mierda había roto su ser interior. Esta circunstancia lo había hecho un hombre insaciable y de naturaleza nerviosa. Tan dañado estaba su espíritu que era como un pozo sin fin que perdía para siempre todo el amor que ocasionalmente pudiera recibir. No se puede refrescar el desierto con una gota de agua. La culpa no es de la pobre gotita de agua que hace todo lo que puede sino de la naturaleza extrema que nada hace para mitigar los efectos del terrible sol que abrasa las arenas del tiempo.

   No es que Stella no haya sufrido. Tal vez haya sufrido más que Alejandro dependiendo de su subjetividad y sensibilidad pero al menos tenía una vida más encaminada y tranquila. Ella tenía un trabajito lindo que consiguió por contactos, una familia linda cuyo padre cenaba con ella todas las semanas, una madre presente que estaba con Stella cuando más lo necesitaba, un departamentito en un barrio lindo y no a una cuadra de la villa; Stella tenía una vida normal y por eso vivía con tranquilidad su noviazgo. El pobrecito de Ale no tenía nada en el mundo. Estaba solito y por eso era tan dependiente. La soledad es algo muy fuerte.

  Con todo lo anterior, Ale no pretendía justificarse. Simplemente comenzó a conocerse a sí mismo. Llegó a la conclusión de que su realidad no es absoluta. No tenía derecho a exigirle a Stella más de lo que puede dar. Todo esto lo entristeció hasta hacerlo llorar en el silencio de su cuartito. Se sentía culpable por su enfermedad del corazón (no por su origen sino por transmitírsela a Stella). ¿Qué podía hacer ella enviando palomas mensajeras? Ella no era culpable de tener una vida normal propia de una chica de clase media. Vivía la vida sin tantas angustias como Alejandro. Vivía el ahora y nada más. Alejandro buscaba lo trascendente debido al desfile de padrastros, amigos y trabajos que tuvo en su ajetreada vida. Necesitaba estabilidad y Stella podía dársela pero de a poco y de manera serena (no era cosa de gritar "te amo" como una loca desesperada).

  Alejandrito le pidió perdón a Stella en una charla que se dio en la plaza más cheta de Palermo (como al infeliz todavía no le pagaban, no pudo invitarla a tomar nada y era muy machista como para aceptar la invitación de una dama). Lo lindo de todo esto viene a continuación en este diálogo imperdible que va a hacer historia no solamente en la Argentina. El mundo entero se reirá de esta comedia sobre las diferencias de clases (Ale era un antimarxista total y no concebía bajo ningún punto de vista la lucha de clases ya que era nacionalista a ultranza. La Renga le gustaba por el barrio. Nada más).

 - De chiquita fui a Disney. La pasé muy bien. Mis padres compraron muchas cosas que yo rompí. Era muy juguetona y me portaba mal. Igual mi papá me perdonaba todo. Mierda que quería y mierda que tenía.-

 - De chiquito me fui con mi familia a vivir a Villa Insuperable. De ese tiempo, guardo la foto de una rata muerta. A Mickey Mouse lo veía en la tele pero estuvimos veintiséis días sin luz porque mis viejos no pagaban el alquiler. Nos echaron a lo perro.

 - Sigamos hablando de las diferencias: en mi familia hay médicos. Mi padre es un médico frustrado. Se dedicó a las alfombras voladoras porque me tuvo a mí y no podía rehusar las facilidades que da un negocio familiar.-

 - En mi familia hay medicados. Si mi vieja no toma las pastillas le agarra la locura y me caga a trompadas. Menos mal que el psiquiatra la anestesia bien porque sino ya no estaría para contarla.Son las dificultades de mi vida familiar.-
                 
  - Dicen que mi familia es judía por el aspecto. Somos armenios pero siempre nos confunden. Somos el primer pueblo cristiano de la historia. Sufrimos un genocidio en manos de los turcos musulmanes. Después nos dicen judíos. La gente es ignorante.-
                  
                    - Dicen que mi familia es jodida.-
                    - Hay gente de mi entorno que trabaja en bancos.-
                    - Mi papá duerme en un banco de la plaza.-
                    - Mi tío es gerente en un lugar.-
                    - Mi tío es indigente.-
                    - ¡Vos no tenés tío!-
                    - El amigo borracho de mi viejo.-
                    - ¡Ah!-
                    - ¡Oh!-
                    - Yo he trabajado con abogados.-
                    - Yo trabajé con expresidiarios en limpieza.-
                    - Yo vivo en un barrio de gente culta.-
                    - Yo vivo a tres cuadras de Ciudad Oculta.-
                    - Yo te tengo a vos.-
                    - Yo te tengo a vos.-
                
   Alejandro aprendió a ser más sereno y a sufrir más en soledad algunas cosas. Costó pero a los pocos meses ya estaba consolidado con su amada Stella. Él sabía que tenía que jugar con ella entre las sábanas de seda que vendía su madre. Hay que aclarar que siempre jugaban envueltos para no traer al mundo Alejandritos y Stellitas antes de tiempo. Se divertían mucho. Es cierto que la primera vez él fue un poco alocado en su conducta ya que le abrazó y le dijo palabras muy fuertes para esta época de feminazis. Le decía frases como "vos sos mia" y la apretaba con fuerza contra su cuerpo. La racionalidad de ella se resistía pero su corazón cedía ante el impulso de hombre viril y seguro de sí mismo. Hasta han discutido algunas veces y él ha finiquitado la cuestión dándole amor fuerte a su noviecita. Ella se sentía cautivada. Él le dijo que si le era infiel la iba a dejar. Sin embargo, ella no era de ese tipo de chicas. Hizo sus cositas en el pasado pero sabía que Ale no se merecía eso ya que era un buen pibe.
                         
  El milagro final ocurrió una noche de verano con aires de tormenta. Alejandro la invitó a pasear en una alfombra voladora. Ella no creía en nada de lo que decía su familia de comerciantes pero al ver la avenida Scalabrini Ortiz desde arriba creyó más que nunca en la calidad de la industria armenia. La verdad es que las alfombras sí volaban pero solamente si se subían personas de su agrado...

  Llegado el amanecer, se había largado a llover torrencialmente. Estaban los dos solos en la casa de Mataderos. Desnudos. Así los trajo Dios al mundo. Así querían quedarse para siempre. Nunca más discusiones de palomas mensajeras. De ahora en adelante, pasearían siempre en alfombras voladoras que evitan las demoras del insufrible 141...

1 comentario:

  1. A veces está bien algo de fantasía... y no lo digo tanto por la alfombra, sino más porque en la vida real raro sería que esa piba no le hubiese dado billete ya, y más aún tras ese patinazo de él en el que dejó expuestas su vulnerabilidad y dependencia... pocas mujeres perdonan eso.

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